28 julio, 2019
Así le ganó terreno Italia a las poderosas mafias que dominaron territorios enteros del país: los esfuerzos se enfocaron al fortalecimiento de la sociedad civil, el endurecimiento de leyes y la confiscación de bienes utilizados por criminales
Por: Cynthia Rodríguez
Foto: Avviso Pubblico
MILÁN, ITALIA.- Mayo y julio son meses que en Italia no pasan desapercibidos nunca. Desde 1992, con 57 días de distancia, se conmemoran los asesinatos de los hombres que en el sur de Italia habían comenzado a cambiar las leyes para que finalmente los mafiosos comenzaran a pagar sus crímenes.
Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, los dos jueces palermitanos que murieron combatiendo a la mafia siciliana fueron asesinados el 23 de mayo y el 19 de julio de ese año, respectivamente.
Sus asesinatos, a manos de Cosa Nostra, dejaron una profunda huella en la sociedad italiana. Estos jueces lograron, por primera vez, enjuiciar a miles de mafiosos en el llamado “Maxiproceso”, gracias a los primeros ‘hombres de honor’ de Cosa Nostra arrepentidos (pentiti o primeros colaboradores de justicia). Esto fue un vuelco en la justicia, en la política y en la sociedad italiana.
Al final del también llamado “Macrojuicio”, que duró más de año y medio (empezó el 10 de febrero de 1986 y terminó el 16 de diciembre de 1987), se logró enjuiciar a 474 mafiosos, de los cuales, 360 fueron encontrados culpables y condenados a un total de 2 mil 665 años de cárcel.
Los asesinatos de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino fueron acontecimientos que dejaron una profunda huella en la sociedad italiana, pues estos hechos, llevados a cabo con menos de dos meses de diferencia, significaron el punto más álgido del desafío que la Cosa Nostra planteaba al Estado italiano.
Aunque estos asesinatos fueron dos más de una larguísima lista, ellos representaban en esa época, el símbolo de una guerra legal que había comenzado en Italia. La lucha involucró a varios países del mundo, pues seguía también las redes y rutas del narcotráfico internacional.
Fueron ellos quienes empezaron a entender que la mafia se había convertido desde hace mucho tiempo en una organización globalizada.
Después de los atentados en 1992 la lucha social, que también ya tenía una larga historia pero siempre desarticulada y bajo perfil, dio un giro y comenzó a adquirir otras dimensiones.
Quien comienzó a unir estas luchas fue un sacerdote del norte de Italia con una trayectoria peculiar. Luigi Ciotti, desde sus inicios, siempre se identificó con los grupos marginados: inmigrantes, adictos, alcoholicos, prostitutas, todos pobres. De hecho, desde que estaba en el seminario, fundó el Grupo Abele en la ciudad de Turín para ayudar a los toxicodependientes que vivían en las calles. Con estos antecedentes, el cardenal de esta ciudad, Michelle Pellegrino, y mentor de don Ciotti, cuando éste es ordenado sacerdote en 1972, le confía la calle como su parroquia, para que así pudiera seguir a los más necesitados.
Nunca abandonó sus grupos de ayuda a adictos y pobres, pero en 1992, después de los asesinatos de los jueces palermitanos, fundó también una revista mensual que hasta ahora sigue publicándose: Narcomafie, para tratar los problemas que la mafia generaba en la sociedad.
“Después de los atentados, la gente se sumió en una reflexión sobre lo que debía hacer, pues las organizaciones aisladas no podían contra el monstruo del crimen organizado”.
“Fue entonces cuando nos preguntamos: ¿hacemos sólo manifestaciones, marchas, denuncias, palabras? ¿Seguimos sólo llorando a los muertos?”.
Fue así como en 1995 nació Libera, la asociación de nombres y números contra la mafia, que hoy en Italia ya suma alrededor de 1600 organizaciones civiles de todo el país que siguen sumando fuerzas. Todas estas entidadades coordinadas siguen combatiendo la violencia, la ilegalidad, la corrupción y las complacencias que la mafia abandera y que en muchas zonas delpaís, sigue dañando a poblaciones enteras.
El objetivo de Libera es empujar a la sociedad civil a la lucha contra las organizaciones criminales, llámense mafia, camorra, ndrangheta, cárteles de la droga, políticos corruptos, y de promover una fuerte responsabilidad social destinada a los ciudadanos a través de proyectos y desarrollos de legalidad y justicia.
Gracias a su labor de lucha, en 1996, sólo un año después de su nacimiento, fue aprobada la ley 109/96 o mejor conocida como “el uso social de los bienes confiscados”, ligada a proyectos concretos de numerosas actividades entre las cuales destacan diplomados y masters en diversas universidades sobre lucha a la corrupción, campos de formación antimafia, proyectos de trabajo y desarrollo, actividades antiusura y educación a la legalidad y a la democracia.
De hecho, en Italia se considera que la confiscación de bienes para uso social ha sido el verdadero parteaguas en esta lucha pues le ha pegado en el corazón a las organizaciones criminales, ya que en propiedades de los mafiosos, hoy en día se realizan, por ejemplo, distintos proyectos en beneficio de las comunidades que antes estuvieron sometidas a un hombre o familia mafiosa.
Uno de los muchísimos ejemplos, pues actualmente suman más de 15 mil bienes confiscados, son las propiedades en Sicilia de Totó Riina, asesino intelectual de los jueces Falcone y Borsellino, que hoy son utilizados para proyectos educativos y de formación profesional.
O en Nápoles, donde muchos bienes incautados a la Camorra, hoy son lidereados por vecinos que han convertido en restaurantes y huertos como una forma de autoemplearse.
Hoy, gracias a esta ley impulsada fuertemente por Libera, los inmuebles incautados a las diferentes mafias, tienen una función clara, pues antes de ella, estaban inutilizados y los mismos pobladores sentían esa nostalgía de la mafia.
Así, gracias a la ley sobre uso social de los bienes confiscados, lo que antes fueron haciendas, enormes departamentos, casas, burdeles, etcétera, hoy hay escuelas, centros recreativos, centros de trabajo, ludotecas, restaurantes, y hasta pequeños hoteles manejados por comunidades que un día fueron explotados por criminales.
“El uso social de esta ley de bienes confiscados parte de la premisa que trata de derrotar a esta mafia en lo que es su punto fuerte, que es el consenso, porque en algunas partes de Italia el consenso existe porque muchos mafiosos dan trabajo, pero un trabajo negro, ilegal, sin seguridad social, sin dignidad, que lo convierte en una nueva forma de esclavitud”, asegura Davide Pati, abogado de la asociación Libera.
Hoy a 27 años de distancia de los asesinatos a los jueces palermitanos, el punto más fuerte de Libera son las escuelas para impulsar dos grandes temas: la memoria y la legalidad.
En escuelas primarias, secundarias, preparatorias y universidades de todo el país, han tejido redes, apoyados por el gobierno, pero también por parroquias y asociaciones de voluntarios, para dar cursos, talleres, materias, y hasta campos de verano donde los temas tengan que ver con la legalidad en todas sus variantes, pues como dicen sus agremiados, no hay ni habrá justicia social si no se participa con el conocimiento de lo que es bueno o malo, justo o injusto, chueco o derecho…
Danilo Dolci, un poeta y activista de la no violencia siciliano escribió: “Cada uno crece sólo si lo ha soñado”. Y así lo ha hecho Libera en Italia, han soñado y han crecido juntos con un proyecto de cambio colectivo en nombre de quienes murieron por un país mejor.
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Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la '
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