Una actualización en WhatsApp enciende las alarmas para la aplicación de mensajería más popular en muchas regiones del mundo. Y la desinformación está proliferando en la plataforma, con lo que se teme que la nueva función aumente aún más la difusión de contenidos falsos
Por Phillip Anjorin / IPS
En septiembre, Meta anunció que su nueva función de WhatsApp Channels, o canales, estaría disponible en 150 países. Los canales ofrecen difusión unidireccional a través de la cual los administradores pueden compartir información con sus seguidores.
«Channels se diseñó como una forma sencilla, fiable y privada de recibir actualizaciones importantes de personas y organizaciones, directamente desde WhatsApp», dijo Meta en su anuncio.
WhatsApp es la aplicación de mensajería más popular en muchas regiones del mundo. Y la desinformación está proliferando en la plataforma, con lo que se teme que la nueva función aumente aún más la difusión de contenidos falsos.
«El hecho de que cualquiera pueda crear un canal y llegar a mucha gente en un instante supone un alto riesgo de que los usuarios abusen», afirma Lois Ugbede, investigadora de Dubawa, una organización de verificación de África occidental.
A algunos periodistas africanos les preocupa que los canales gestionados por personas influyentes, los conocidos por el término inglés influencers, se conviertan en difusores de desinformación, ya que no suelen chequear los contenidos que comparten.
«Los influencers tienen muchos seguidores y sus publicaciones viajan rápidamente», dice Semilore Adelola, verificadora de Africa Check. «Algunos de ellos han alcanzado el estatus de semidioses entre sus seguidores, y cualquier información que comparten se considera creíble, sea verdadera o falsa. Cuanto mayor es su ‘base de fans’, más viral es lo que comparten, y nadie sabe quién puede estar en el extremo receptor», señala.
Durante la pandemia de covid-19, por ejemplo, los nigerianos se resistieron a recibir las vacunas debido a la información falsa compartida por cuentas populares de redes sociales.
En 2021, Dino Melaye, senador en ejercicio en aquel momento, afirmó en Twitter que la vacuna de AstraZeneca que el gobierno nigeriano había adquirido era la «menos reconocida de las vacunas que existen» y tenía «baja potencia». Poco después, un influencer verificado en Instagram, Tunde Ednut, compartió la afirmación.
Ugbede hizo un chequeo y reveló que las afirmaciones sobre los efectos secundarios negativos de AstraZeneca eran falsas. Cuando se enteró de que Ednut había creado un canal de WhatsApp y ganado más de 238 mil seguidores en dos semanas, le preocupó que fuera otra vía para que el influencer difundiera información falsa o errónea.
«Chequear la información compartida por influencers en las redes sociales no es difícil, dependiendo del tipo de información», afirma Ugbede. «Lo difícil es conseguir que el público acepte la desacreditación y actúe en consecuencia», añade.
Para Adelola, chequear lo que comparten los influyentes en las redes puede resultar complicado: «algunos dan prioridad a su reputación y verifican sus contenidos, mientras que otros anteponen el engagement a la precisión, priorizando aquello que les haga sumar visitas».
Los influyentes que no se comprometen con la precisión pueden poner a prueba a los verificadores. «La dificultad para chequear su contenido viene determinada por el compromiso del influencer con la exactitud», afirma Adelola.
El uso de canales para atacar a otros es otro motivo de preocupación. Adelola contó sobre un incidente relacionado con un canal de Whatsapp dirigido por una influencer llamada Mariam Oyakhilome, quien compartió información de contacto de una persona, alegando que había criticado su atuendo en un post de Facebook. Oyakhilome ordenó a sus más de 1.1 millones de seguidores que le acosaran con llamadas telefónicas y mensajes.
Caleb Ijioma, director ejecutivo de RoundCheck, una organización de fact-checking nigeriana dirigida por jóvenes, teme que la falta de regulación en torno a la función Channels incremente la difusión de desinformación en la plataforma.
«Algunos influencers crean canales de WhatsApp para compartir su opinión, alimentar agendas e influir en el debate público. Existe una alta posibilidad de que las narrativas falsas se propaguen más en WhatsApp porque los usuarios ahora pueden recibir contenido directamente de estos influencers», dice.
Si bien organizaciones como Dubawa, Africa Check, The Cable y el Centro Internacional de Periodismo de Investigación tienen canales de WhatsApp que ofrecen a sus seguidores información verificada, pueden verse ahogadas por el volumen de canales que promueven desinformación.
«La desinformación en WhatsApp es la más difícil de rastrear porque ocurre en sitios muy cerrados y hay una enorme posibilidad de llegar a personas con niveles de alfabetización mediática bajos y medios», explica Olatunji Olaigbe, experto en desinformación y ciberseguridad de CybAfriqué. «Es mucho más que exponerlos a la desinformación. Abre el ecosistema [de la desinformación] más de lo que ha estado a menudo», añade.
Los canales y sus potenciales usos no son del todo negativos. A diferencia de los grupos de WhatsApp, a los que solo pueden acceder los miembros del grupo y donde el cifrado de extremo a extremo impide que los expertos identifiquen las fuentes de la desinformación que circula en ellos, la información que circula en un canal —y quién la comparte— puede verse sea uno miembro o no. Esto puede ayudar a los verificadores a encontrar, rastrear y estudiar la desinformación en WhatsApp más que antes, señala Olaigbe.
Un paso positivo para reducir la desinformación en los canales sería un sistema de revisión y calificación similar al que puso en marcha Facebook, sugirió, que permite a los verificadores calificar si una afirmación es engañosa o falsa.
Los usuarios de WhatsApp deben ser conscientes de que la información falsa puede propagarse fácilmente, y denunciar los canales que están difundiendo activamente desinformación, insta Ijioma. Los periodistas, añadió, pueden ayudar a crear conciencia sobre la desinformación que pulula por esa red.
«No son muchas las organizaciones que han informado sobre el lado negativo de los canales de WhatsApp», afirma Ijioma. «Creo que deberían analizar este lado negativo y pronunciarse al respecto».
Dubawa creó un grupo de WhatsApp para ayudar a identificar desinformación en los canales, explicó Temilade Onilede, responsable de programas de la organización.
«Cualquiera que vea noticias falsas en WhatsApp puede compartirlas con nosotros a través del grupo para que nuestros verificadores las revisen», explica. «Esto hace que ya no seamos los únicos ‘revisores’, porque nuestra audiencia también es lo suficientemente ilustrada como para identificar una afirmación falsa y promover nuestras verificaciones dentro de su red», acota.
Este trabajo fue publicado inicialmente en IPS. Aquí puedes consultar la versión original.
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