Sacerdotes y religiosos de distintas tradiciones de fe se reunieron junto a un grupo de jóvenes afuera de la Embajada de Israel en México para ayunar en protesta contra el genocidio contra Palestina
Texto y fotos: Alejandro Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO. – Eliseo no es consciente de que en Palestina, a miles de kilómetros de donde él está, el Estado de Israel está asesinando a otro bebé palestino, tal vez de su misma edad.
Eliseo, tampoco es consciente de que las decenas de granaderos que rodean la Embajada de Israel en México llegaron ahí para proteger el edificio consular de gente que, como él, protestan pacíficamente sobre la calle de Sierra Madre, en Lomas de Chapultepec.
Sus acompañantes son apenas un puñado de personas, la mayoría jóvenes universitarios, que atentos, escuchan los mensajes de sacerdotes y religiosos de distintas tradiciones de fe que hoy vinieron a protestar contra el genocidio. Aunque ahora no lo hacen con marchas o consignas, sino con un acto de fe: el ayuno.
«El ayuno ecuménico es una herramienta política ante el agotamiento de todas las instancias para pedir al Estado de Israel que deponga las armas contra el pueblo palestino», dice en un micrófono Arturo Carrasco, el sacerdote anglicano que dirige la protesta pacífica.
Su protesta es acompañada por ministros de fe y religiosos de tradiciones como la menonita, la católica romana y la metodista. Y también, por alumnos de Filosofía y Letras de la UNAM indignados por el horror de la masacre.
Mientras el sacerdote habla, los jóvenes asienten con sus cabezas y escriben cartas para el pueblo palestino que desde el 7 de octubre vive un genocidio de proporciones horroríficas a manos de Israel.
En los brazos de su madre, Eliseo firma una carta con su mano, donde suscribe el siguiente mensaje:
«Del otro lado del mundo pensamos en ustedes».
La pregunta la lanza el sacerdote Arturo Carrasco después de que la filósofa Silvana Rabinovich repasara históricamente los pormenores del genocidio contra Palestina.
Carrasco no es un sacerdote cualquiera, él, junto a los otros religiosos que lo acompañan, ha caminado con los colectivos de familias de personas desaparecidas que buscan a sus familiares en México.
Sabe de horrores y tragedias, y también, que el dolor sólo puede combatirse con la empatía y las acciones concretas. Por eso, cuando el genocidio comenzó a televisarse a nivel mundial, Carrasco se sumó a las protestas para frenarlo.
«Hemos agotado casi todo, y ha habido mucha hipocresía entre los ministros. Por eso hoy convocamos a este acto de fe, pero también de protesta, para que se detenga este genocidio a nombre de la religión».
Su posición la secunda el ministro metodista Samuel Murillo, quien también recorre los mismos caminos del dolor que Carrasco.
«¿Cómo podemos seguir siendo cristianos, cuando las iglesias son parte de los asesinatos de la historia, y del presente?», cuestiona abiertamente.
Después, lanza una crítica a los obispos que días antes del 7 de octubre se reunieron en Jersualén para celebrar la unidad y actos de fe.
«Es palabrería superficial y cínica», continúa.
Mientras habla, un grupo de alumnas de Filosofía preparan un perfomance para denunciar el genocidio, «porque también se debe poner el cuerpo», agrega una de ellas.
Sus cuerpos, sobre el piso, dan a entender la eterna lucha en Palestina por alcanzar su soberanía. Los jaloneos, el arrastre, la censura y al final, la muerte.
Antes de terminar, con una voz potente frente a una Embajada cerrada y con policías resguardándola, las cuatro jóvenes gritan al unísono:
«Para la guerra nada, para la vida todo».
Su consigna se vuelve canto, pero las puertas de la Embajada continúan cerradas.
«Están horrorizados», dice Pietro Ameglio, un académico que se sumó a la protesta. Él es el profesor de los alumnos, que concientemente decidieron acompañar la protesta.
Su mensaje lo dirige a los funcionarios y trabajadores de la Embajada, quienes decidieron no ir a trabajar para evitar la confrontación con los manifestantes.
«Nosotros, desde que empezamos con el ayuno, hicimos una comisión de los religiosos para pedir un diálogo con la Embajada. Queríamos decirles nuestra verdad, que es muy distinta a la que ellos tienen», afirma Pietro.
Sonriendo, el académico concluye el ayuno enfatizando la ironía: «Hoy no vinieron a trabajar por nuestra protesta. Están horrorizados. Cerraron una embajada, la representación de un país, por el horror que les da escuchar la verdad», comenta, mientras los manifestantes reparten flores entre los policías y asistentes en señal de paz.
La ironía también es que David se convirtió en Goliat, y que ahora, Israel, de refugiar a miles de millones de judíos desplazados por la guerra y la persecución, ahora bombardean Gaza en vísperas de que la tregua momentánea que detuvo el fuego algunas horas, se reanude.
Eliseo no lo sabe, pero tal vez, cuando él despierte, la guerra siga aquí, y otros bebés como él morirán en la Franja de Gaza.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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