24 septiembre, 2023
Alejandra Ezeta, exesposa de un diplomático mexicano, narra la violencia doméstica que vivió fuera de México durante al menos 10 años y cuestiona que la Cancillería no tenga un protocolo para proteger a mujeres y niños que sufren la violencia en absoluta soledad
Texto: Isabel Briseño
Foto: SRE
CIUDAD DE MËXICO.- “Muchas gracias por creerme y por escucharme», dice Alejandra Ezeta después de explicar lo complicado que ha sido encontrar un medio de comunicación en donde hablar de la violencia doméstica que vivió estando fuera del país y en absoluta soledad.
Estuvo casada por más de 10 años con un miembro del Servicio Exterior Mexicano. Durante todo ese tiempo, denuncia, fue víctima de violencia doméstica.
El diplomático, que en teoría debería estar preparado para el diálogo, la intentó estrangular en varias ocasiones.
“Tenía unas manos muy grandes y muy fuertes que apretaban mi garganta con mucho coraje”, cuenta ella.
Durante todas las discusiones que tuvo la pareja, el funcionario la amenazaba con quitarle el dinero. Ella dependía económicamente de él por completo porque estaba en un país fuera de México y no tenía permiso de trabajo.
En el año 2008, Alejandra fue diagnosticada con trastorno bipolar. A finales de ese año, la pareja radicaba en Washington D.C. donde ocurrió la última agresión antes de su separación.
Nuevamente su esposo intentó ahorcarla y ella decidió marcar al 911. Pero el hombre tenía inmunidad diplomática y la policía local no pudo hacer nada.
A pesar de que la embajada tuvo conocimiento de los hechos de violencia familiar, nadie hizo nada, denuncia Ezeta. Nadie se cercioró del estado de salud de Alejandra, ni se le ofreció apoyo consular ni orientación jurídica para denunciar la violencia que sufría.
En septiembre de 2009 la pareja se separó y se fijó la pensión alimenticia provisional consistente en el 15 por ciento mensual de las percepciones del diplomático. Pero en 2016, presionada por su expareja, firmó un acuerdo en el que aceptaba perder su derecho a la pensión.
Alejandra ahora libra una batalla legal para recuperar ese derecho a los alimentos que es irrenunciable de acuerdo con el artículo 320 del Código Civil para el Distrito Federal (actualmente Ciudad de México). También pugna por un protocolo de protección para las familias de los diplomáticos que viven violencia doméstica en absoluta soledad.
“Nos estamos comiendo el cuento de que estamos muy avanzados porque hay leyes pero como sociedad no hemos avanzado en el tema de violencia doméstica. No hay avances sustanciales y los medios no tocan esos temas salvo que sea una fecha conmemorativa, dice”.
Alejandra ha tocado muchas puertas en busca del apoyo de otras mujeres que están en cargos públicos. Incluso la de la ex subsecretaria Martha Delgado quien en su momento se comprometió a ayudarla pero después la ignoró por completo.
“Hace falta una oficina de denuncias que atienda asuntos de violencia a familiares de funcionarios del servicio exterior mexicano. Una línea telefónica o algo en donde las esposas o familiares de estos diplomáticos podamos llamar si estamos en peligro y lejos de nuestro país, pero no existe”, insiste.
La Cancillería ha permanecido omisa, dice Alejandra pues a pesar de sus denuncia, su violentador actualmente permanece activo en el Servicio Exterior.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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