En vísperas de la conmemoración por los 50 años del Golpe de Estado en Chile, la imagen del expresidente chileno fue proyectada en los edificios de Santiago, en una manifestación que terminó en la plaza de La Moneda
Texto y fotos: Daniela Pastrana
SANTIAGO DE CHILE.- La cita fue en el Centro Cultural Gabriela Mistral —conocido aquí simplemente como GAM— un enorme conjunto de torres que se inauguró en 1972 como sede de la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo (Unctad), y luego fue sede del gobierno militar de Augusto Pinochet, del Poder Legislativo y del Ministerio de Defensa.
A las 8 de la noche comenzó la proyección, sobre la entrada principal. Las imágenes en blanco y negro con la voz del mandatario caído hace medio siglo, hablando en la inauguración del centro que soñaba para los trabajadores:
“Queremos que esa torre sea entregada, y así lo propondré, a las mujeres y a los niños chilenos […] queremos que la cultura no sea el patrimonio de una elite, sino que a ella tengan acceso —y legítimo— las grandes masas preteridas y postergadas hasta ahora, fundamentalmente, los trabajadores de la tierra, de la usina, de las empresas o el litoral”.
Poco a poco, la gente comenzó a ocupar la avenida y al término del video, echó a caminar. Dos camionetas iban en la avanzada, una con sonido y otra con un proyector. La Alameda del Libertador Bernardo de O´Higgins —La Alameda, para más señas—, que es la avenida principal de Santiago, se llenó de cantos. Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Víctor Jara y otros trovadores acompañaron la imagen caminante de Allende en el recorrido de casi 3 kilómetros hasta la Plaza de La Moneda.
Detrás de los vehículos, cientos de personas con celulares en mano grababan un momento impensable. Algunos lloraban. Otros bailaban, Otros mandaban mensajes por teléfono o simplemente cantaban. Caminaban en pareja, con niños y con perros. De pronto aplaudían. De pronto callaban y miranban incrédulas la imagen que avanzaba entre fachadas.
Una parada en la Universidad de Chile, donde Salvador Allende se tituló de México cirujano, para proyectar el mensaje que dio en la Universidad de Guadalajara, en México, en diciembre de 1972
“Se necesitan profesionales que no busquen engordar en los puestos públicos, en las capitales de nuestras patrias. Profesionales que vayan a la provincia, que se hundan en ella (…) la obligación del que estudió aquí es no olvidar que ésta es una universidad del Estado que la pagan los contribuyentes, que en la inmensa mayoría de ellos son los trabajadores. Y que por desgracia, en esta universidad, como en las universidades de mi patria, la presencia de hijos de campesinos y obreros alcanza un bajo nivel, todavía.(…) La revolución no pasa por la universidad, y esto hay que entenderlo; la revolución pasa por las grandes masas; la revolución la hacen los pueblos; la revolución la hacen, esencialmente, los trabajadores«
Otra parada en la Central Unitaria de Trabajadores, para escuchar de nuevo el mensaje de la nacionalización del cobre
“Por fin y por primera vez en nuestra historia, Chile va a tener una política nacional sobre minería. Ya no habrá empresas foráneas, extranjeras, dueñas de las grandes minas del cobre”.
Luego, el punto final: La Moneda, el edificio bombardeado el 11 de septiembre de 1973, en el Golpe de Estado. Y el último mensaje de Allende:
«Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos (…) Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor».
Chile recuerda los 50 años del golpe de Estado de 1973 en un ambiente polarizado y con una derecha envalentonada que se niega a hablar del Golpe.y rechaza firmar un Compromiso por la Democracia propuesto por el presidente Gabriel Boric, quien, de último momento, logró el apoyo de los expresidentes aún vivos (Michelle Bachelet, Ricardo Lagos, Eduardo Frei y Sebastián Piñera).
“Al cumplirse 50 años del quiebre violento de la democracia en Chile que le costó la vida, la dignidad y la libertad a tantas personas, chilenas y de otros países, queremos, más allá de nuestras legítimas diferencias, comprometernos en conjunto a comprometernos a cuidar y defender la democracia, respetar la Constitución, las leyes y el Estado de Derecho”, dice el texto titulado Por la Democracia Siempre.
En el homenaje que este lunes, el gobierno de Chile rendirá a Salvador Allende, estarán los presidentes y primeros ministros de de Colombia, Gustavo Petro; Brasil, Luiz Inácio Lula de Silva; México, Andrés Manuel López Obrador;Uruguay, Luis Lacalle; Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa y Alemania, Frank-Walter Steinmeier. También habrá expresidentes como el uruguayo José Mujica, los colombianos Juan Manuel Santos y Ernesto Samper, y el español, Felipe González.
En los últimos días se a revelado información importante sobre el financiamiento de Estados Unidos a paros empresariales y sabotajes contra el gobierno de Allende, incluido el pago de la CIA a medios de comunicación, durante los años previos al Golpe de Estado. Y sin embargo, solo uno de cuatro chilenos está interesado en la conmemoración, según una encuesta de Activa Research. La misma encuesta revela que cuatro de cada 10 chilenos piensa que la principal responsabilidad del golpe fue de Allende (el resto reparte por igual responsabilidades entre los comandantes del Ejército y Estados Unidos).
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Para las agrupaciones de víctimas, en cambio, la conmemoración de los 50 años es una invitación a renovar las luchas por la memoria y la justicia.
Chile reconoce 40 mil 175 víctimas de la dictadura, entre las cuales hay mil 469 desapariciones forzadas y mil 700 personas ejecutadas. A fines de agosto, fueron condenados siete militares por el asesinato del cantautor Víctor Jara y el presidente Boric lanzó el Plan Nacional de Búsqueda de desaparecidos, que representa la primera política de Estado para la búsqueda de personas.
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Salgo de la plaza con Juana Aguilera, presidenta de la Comisión Ética contra la Tortura y quien me ha llevado toda la tarde de este sábado a recorrer las conmemoraciones no oficiales, pequeñas ofrendas que hay por toda la ciudad; homenajes que se hacen con un mural en el puente Bulnes o con una canción en la iglesia de Capuchinos.
Le cuento que en la tarde hubo otra manifestación en La Moneda. Era mucho más pequeña que esta —la quinta parte— y pasaban de consignas e insultos contra Salvador Allende (y también contra Boric) a alabanzas a Pinochet. Me impresionó el contraste de las protestas. En la pinochetista no había cantos, solo enojo. Y mucho odio.
—Les debe enfurecer que hallamos sacado a Allende a las calles. Es el nombre prohibido aquí—, me dice Juana.
—¿No hablan de Allende acá?
—No, qué va. En dictadura era imposible y después de la dictadura, tampoco. Está borrado. Más ahora, que nadie quiere hablar abiertamente de socialismo.
—¿Tampoco en el estallido?
—Ahí sí. Pero esta es la primera vez que hablamos de Allende sin que eso signifique que nos ataquen.
Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.
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