Recorrer esta exposición es un deleite, es un recorrido por los registros fotográficos y pictóricos que ilustraron el pasado femenino de México, sobre todo de la primera mitad del siglo XX.

X: @EvoletAceves

Hasta el 6 de noviembre del 2023 permanece abierta la exposición Mujeres y feminismos en el Museo del Estanquillo, basada, como todas las exposiciones en este recinto exhibidas, en la colección de Carlos Monsiváis Aceves.

Al entrar, vale la pena detenerse en la pared tapizada de publicidad de periódicos y revistas a inicios del siglo XX en México. Anuncios de lo más creativos e hilarantes.

En la exposición se muestran divinas portadas de Revista de Revistas, ilustradas por el icónico y consagrado Ernesto “El Chango” García Cabral, quien retrató múltiples veces la imagen de la mujer canónica e ideal de inicios del siglo XX mexicano, mujeres Art Deco y Art Nouveau, no por ello menos mexicanas.

Llama mi atención un dibujo con tinta china de dos damas arreglándose para un evento, ambas enguantadas, jóvenes, bien peinadas, una con un bello tocado en la cabeza, ojos delineados y ambos vestidos azul cielo bien ajustados a su breve cintura, sobre la mesa reposan perfumeros de cristal y polveras, al fondo, una gruesa cortina, fondo ideal para esta escena de mujeres satisfechas con su gloriosa vanidad. Este dibujo —que me recuerda a la caricatura de Batman de los 90s— está bajo la firma de Arias Berme.

Pacha es otro de los dibujantes, quien utiliza una técnica mixta para ilustrar a una mujer de inicios del siglo pasado, con sugerente y provocativa posición, inclinando sus glúteos semidesnudos hacia un lado. Sus ojos maquillados con delineador, volteando a ver al espectador que en este caso soy yo, con un semblante placentero y su peinado recogido. Las piernas están revestidas de unas medias que parecieran ser más bien de látex, y los glúteos semicubiertos por una delgada tela que fue posteriormente adherida por el dibujante, esta misma tela funge como el brillo de las medias de látex.

Hay también un anuncio promocional de la compañía Wagner y Levien (esta empresa alemana fue la que trajo el organillero a México, por cierto), el anuncio dice “La muñeca bailando” y se observa a una bella modelo, semejante a Betty Boop, bailando sobre una curiosa cajita cilíndrica.

Más delante de la exposición, comienzan las fotografías, en donde se puede observar a una Tongolele atrevidamente semidesnuda, recostada a lo largo de un sillón floreado, sin la parte posterior del vestido, cubriendo sus senos con las manos entrecruzadas, la joven Tongolele, con su inconfundible mechón en su cabellera negra, usa medias negras y sandalias de tacón abiertas color blanco.

También hay una Gloria Campobello —hermana de Nellie Campobello— en una fotografía que jamás había visto, se le observa con un bellísimo traje plisado de tehuana color blanco con franjas oscuras.

Hay también dos fotografías inusuales de Guadalupe Amor en su juventud, en una de ellas ella posa con un vestido que desnuda sus hombros, sobre su cabeza parecen reposar unas plumas, tal vez se trate de un tocado que no se alcanza a distinguir; en la otra fotografía se le ve posando frente a un retrato pintado de la autora.

Un bellísimo retrato, que me parece una de las imágenes más icónicas de este museo y que ya había visto aquí mismo años atrás, se encuentra exhibida en esta exposición: la gran Esperanza Iris en una fotografía coloreada a mano, con su tocado y su delicado collar de hilos de lo que aparentan ser brillantes —o circonias.

Otra fotografía muestra a Maura Monti (1942) durante el rodaje de La mujer murciélago (1968), con su vientre plano al estilo de los 60s. Asimismo, hay magníficas fotografías y carteles de Lupe Vélez, Angela Peralta, María Grever.

Recorrer esta exposición es un deleite, es un recorrido por los registros fotográficos y pictóricos que ilustraron el pasado femenino de México, sobre todo de la primera mitad del siglo XX.

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