Tres cuartas partes de las especies de tiburones del mundo están amenazadas, casi todas por la sobrepesca y la pesca incidental y 90 de ellas están críticamente amenazadas. En México hay casi 200 especies de tiburones y rayas, de las que diez están en peligro crítico de extinción, 24 en peligro, 38 amenazadas, 23 casi amenazadas y menos de la mitad libres de preocupaciones
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A pesar de su mala fama, tan inmerecida, los tiburones son una especie fundamental para mantener el equilibrio de los océanos, y los mares de México son fundamentales para su conservación a nivel mundial. Conservarlos vale la pena ya solamente por su enorme diversidad y belleza. Por si eso no bastaba hay que recordar que, al ser un depredador de vértice —el que se come a los que se comen a otros— sirve para mantener controlados a distintos grupos de animales y, con ello, para mantener la salud de los ecosistemas. En México están varias de las áreas de importancia para la conservación de tiburones y rayas que expertos de varios países han diseñado bajo la coordinación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), de las que depende este grupo de especies que está tan terriblemente amenazado.
Los tiburones son enormemente diversos y hay tiburones en la tierra desde antes de que hubiera árboles. En la clase de los condrictios, como se conoce al grupo de los tiburones, las quimeras y las rayas hay más de mil especies que van desde las diminutas rayas durmientes del sudeste asiático, que miden diez centímetros, hasta los gigantescos tiburones ballena, de 10 metros. Hay tiburones que viven menos de una década y hay otros, como el tiburón de Groenlandia, que vive medio milenio y alcanza la madurez sexual en torno a los 130 años de edad. Y la inmensa mayoría de ellos están amenazados porque se los pesca directamente, porque se los atrapa al pescar otras especies, porque se destruye su hábitat o por el cambio climático.
Tres cuartas partes de las especies de tiburones del mundo están amenazadas, casi todas por la sobrepesca y la pesca incidental y 90 de ellas están críticamente amenazadas. En México hay casi 200 especies de tiburones y rayas, de las que diez están en peligro crítico de extinción, 24 en peligro, 38 amenazadas, 23 casi amenazadas y menos de la mitad libres de preocupaciones.
Esta enorme presencia de tiburones en México y la curiosa geografía de gran parte de su litoral del Pacífico hace que en la costa poniente de México se encuentren muchas de las áreas de importancia para la conservación de esta especie. Las áreas más relevantes son, por desgracia, también zonas que están sometidas a una terrible presión turística, como la Bahía de Banderas de Nayarit o Cabo San Lucas, en Baja California Sur. Otras dos áreas, además, tienen grandes presiones por el deterioro de los ecosistemas tierra adentro, como la costa de Michoacán o la de Chiapas. Si se rompen las dinámicas de los ríos o aumenta la deforestación, esto puede provocar que se azolven los canales, se pierdan los humedales y las costas dejen de servir como refugio, sitio de reproducción y espacio de alimentación para los tiburones.
México debería asumir ya una postura mucho más agresiva y propositiva en la defensa de los tiburones. Sería importantísimo que se fortalecieran enormemente las capacidades de vigilancia de lo que ocurre en los mares, en los muelles y en los mercados de México, para garantizar que se pesque lo que se autorizó y no más ni de ninguna otra especie. También urge que se den fondos y personal suficiente a las áreas marinas protegidas, para que efectivamente se pueda mantener a raya a los pescadores y turistas ilegales, y para que sean santuarios de la biodiversidad de la que dependemos todos para vivir.
Una medida más que tendría un montón de repercusiones positivas no solamente para los tiburones sino para toda la pesca y, sobre todo, para los pescadores y los consumidores, sería adoptar de una vez por todas una norma de trazabilidad apropiada como la que ha propuesto desde hace tiempo la ONG Oceana. Con ella los consumidores sabríamos que no nos dan gato por liebre ni tiburón por bacalao; a los pescadores les sería más fácil recibir los beneficios de hacer las cosas bien y los tiburones y especies en peligro de extinción, pero sin mercado, dejarían de sufrir las presiones de la sobre pesca.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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