La industria de la moda es uno de los grandes problemas de la contaminación. El impacto negativo de la moda en el medio ambiente empieza en el proceso de producción y continúa a lo largo del ciclo de vida del producto. ¿Qué hacer para que nuestro consumismo afecte menos al planeta?
Texto: Isabel Briseño
Foto: Saúl López / Archivo Cuartoscuro
Al rededor de las 4:30 de la mañana, cuando aún es de noche, los tubos que caen al piso o chocan entre sí, son manipulados hábilmente por algunos hombres que intentan levantar con ellos pesadas lonas de color rojo o rosa mexicano.
A la cuenta del uno, dos, tres, con fajas de cuero que rodean sus cinturas, todos concentran su fuerza para de poco en poco ir erigiendo el palacio de la paca.
“Pa ésto hay que tener maña”, dicen algunos de los ágiles muchachos de sudaderas y playeras empapadas por el sudor.
Velozmente de una camioneta sacan todo lo necesario para armar el puesto. Estructuras de metal en forma de un libro abierto, botes de plástico, tablones largos de madera, telas que protegerán la ropa y pacas de más de 60 kilos, son cargadas en las espaldas y brazos de estos trabajadores que habitan en las periferias como Chalco, Chimalhuacán, Neza, Los Reyes la Paz.
De las telas amarradas, mejor conocidas como pacas, sale todo tipo de mercancía. Peluches, calzado, ropa deportiva, abrigos y chamarras, ropa interior, pantalones, ropa de cama, cortinas, batas, pijamas y hasta la cháchara (cinturones, carteras, bolsas, gorras) es anunciada con vistosos letreros que indican los precios de cada montón.
Con gritos poderosos y creativos, se atrae a la gente: “Pa la chamba y la pachanga, bara, bara, ropa de paca”. “Ni Gucci, ni Prada, la gabacha no se hace gacha”. “Muchachas bonitas no pagan”. “Bueno, bonito y barato, pura ropa fina, ropa de calidad”. “La ropa robada, va calada”. “Venga señora a la rebaja, venga, venga, pa el novio, pa el amante, pa el mantenido de su marido”.
La gente que madruga recorre los puestos en busca de las mejores ofertas. Con precios que van desde los 15 pesos hasta los 100 y 300 pesos, los ávidos de ofertas buscan entre montañas coloridas de telas algo bueno, bonito y barato.
Precios bajos y calidad pesan más que la sostenibilidad y la conciencia medioambiental. Este tipo de prendas se caracterizan por ser económicamente más accesibles que la ropa nueva; la variedad de estilos y marcas que se encuentran, permite a las personas de recursos limitados adquirirlas a precios más razonables que en las tiendas convencionales.
“La economía del país no está hecha para adquirir ropa de grandes marcas y buena calidad a los precios que se venden en las tiendas”
Lo que busca el mexicano es ahorrar, dice Julián, incluso la gente que tiene una mayor posibilidad económica, opta por recorrer los tianguis más populares de la capital mexicana.
Julián es consumidor asiduo de la llamada ropa de paca. No es de clase alta pero tampoco de clase baja. Sus dos empleos, le dejan un salario de unos 28 mil pesos mensuales.
Bien podría ir a los centros comerciales y comprar ropa nueva, pero dice: “La ropa de paca es la de mejor calidad que hay en el país y es mucho más barata que en tiendas; incluso se encuentra ropa de marcas que no llegan a México”.
A él, le resulta un robo por parte de las empresas cobrar por un pantalón Banana Republic 2 mil 500 pesos. “En las chácharas, como él le llama a los puestos de ropa, lo encuentras nuevo entre 200 y 400 pesos”.
Hace cuentas y explica: 2 mil quinientos pesos es casi la mitad de un salario de un trabajador promedio. Un trabajador que gana 6 mil pesos mensuales, tendría que trabajar y gastar casi una quincena completa para poder comprar un pantalón de esa marca, que lo que te cobran, es el lugar en donde está exhibido el pantalón.
Como experto en la materia desarrolla. Hay tres tipos de paca, de 1ra, 2da y 3ra. La de 1ra es ropa nueva que no se vendió en los almacenes y que aún llega hasta con etiqueta; la otra sí es usada, pero mucha aún está en muy buen estado.
“Cuestión de gustos y de economía”. Desde muy pequeña, Sandra recuerda que pasaba largas horas jugando entre cerros de ropa usada. De ahí le escogió su mamá una preciosa colcha rosa de princesa, con la que se tapaba todas las noches.
De niña le daba pena, incluso su mamá también vendía en los tianguis la ropa que ya no usaban; sin estar plenamente conscientes, también contribuían con el reciclaje.
Ahora lo ve como una práctica inteligente. “Hay chamarras y pantalones especiales para senderismo en más de 4 mil pesos, en el tianguis las consigo, nuevas por 200 y 300 pesos; o pago renta o me compro una chamarra North Face o Columbia nueva en la tienda”.
Shein es una plataforma de comercio electrónico especializada en moda rápida y asequible. El gigante asiático está valorado recientemente en más de 60 mil millones de dólares.
Fundada en 2008, la marca ha experimentado un crecimiento meteórico y se ha convertido en uno de los jugadores más importantes en el mercado de la moda rápida.
Ofrece una amplia variedad de ropa, desde prendas de vestir hasta accesorios, y se dirige a un público joven y consciente de las tendencias, pero inconsciente del daño que el consumismo voraz le provoca al medio ambiente.
El éxito de la compañía radica en su minimización de costos logísticos, ahorro en costos de marketing y publicidad, así como la producción de fabricación bajo demanda, significa que la ropa se produce sólo cuando se realiza un pedido.
Situación que no disminuye el consumo. Aunque no se produzcan millones de piezas una sola prenda, debido a la gran demanda, sí se maquila una gran cantidad de prendas distintas, tanto, que ya se anunció la instalación de fábricas en México que maquilen para la marca.
El objetivo es reducir los tiempos de entrega para Latinoamérica y pensaron en México, ya que es el tercer país que más descarga la aplicación, después de Brasil y Estados Unidos.
De acuerdo con la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta.
Según datos de ONU Ambiente, la industria de la moda puede gastar hasta 7 mil 500 litros de agua para producir un par de pantalones de mezclilla. Esto equivale al líquido que consume una persona promedio en 7 años.
En la agenda 2018-2028 de la ONU Desarrollo Sostenible, agua limpia y saneamiento, advierte que para 2050 se espera que al menos un 25% de la población mundial viva en un país afectado por escasez crónica y reiterada de agua dulce.
Es por eso que hay que dejar de ver las fechas lejanas y tomar acciones que sigan contribuyendo al deterioro de los recursos naturales.
El deseo de consumo infinito y los ciclos de las tendencias de moda, cada vez más acelerados, han hecho que el reciclaje de ropa sea de máxima importancia.
Datos de la ONU señalan que compramos un 60% más prendas de ropa que hace 15 años y que cada artículo se conserva la mitad del tiempo.
Reflexionar sobre si realmente se necesita comprar ropa y optar por prendas de segunda mano ayuda al medio ambiente y a nuestra economía.
La también llamada “ropa de paca”, es la ropa de segunda mano que normalmente proviene del mercado de liquidación del país vecino del norte, y que llega a México en enormes paquetes prensados, para su distribución a un muy bajo costo.
Ya no se puede hablar de moda sin tomar en cuenta su costo ambiental. Una de las ventajas de “la paca”, además de su bajo precio, es que con su uso se prolonga la vida útil de una prenda, lo que evita que estas piezas terminen en los basureros.
Ante este panorama, es urgente pensar y disminuir nuestros hábitos de consumo. Recurrir a la ropa de segunda mano no sólo ayuda a nuestra economía, también ayuda al cuidado del planeta. Aprovechar al máximo la ropa dándole un nuevo uso y otras ideas como:
Darle un segundo uso, en internet hay tutoriales para modificar la ropa.
Hacer trapos para limpiar.
Relleno de cojines y almohadas.
Intercambiarla.
Regalarla.
Enviarla a un centro de reciclaje.
Tenemos que buscar opciones que acudan al llamado de auxilio que nos hace la naturaleza. Dejemos de suponer que las olas de calor son pasajeras y que el agua es eterna.
La realidad es que tenemos poco tiempo para salvar el planeta pero aún estamos a tiempo, la alternativa es cambiar nuestra forma de pensar y contribuir con acciones.
Recuerda que incluso con pequeñas acciones se puede marcar la diferencia cuando se trata de cuidar el único hogar que tenemos.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona