Hace casi un mes vecinos de la colonia Granjas bloquearon la avenida Río Churubusco, una de las principales de la Ciudad de México, por el incesante olor a gasolina que inunda su colonia; por más de 4 meses alertaron del hecho a las autoridades, pero solo las atendieron ante su manifestación. En los últimos años se han detectado varias tomas clandestinas en esta colonia y los vecinos temen que siga en algunos de sus predios
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: María Fernanda Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO.- Desde el sábado 27 de mayo la calle de Añil, en la colonia Granjas de la alcaldía Iztacalco, está cerrada. Unos tapiales de madera que se funden con la barda de la Terminal de Almacenamiento de Despacho de Petróleos Mexicanos ocupan una acera y todo el arroyo vehícular. Al interior de los tapiales trabajadores de la empresa realizan trabajos de reparación y contención ambiental por un derrame de gasolina que pudo haber durado años.
Los vecinos de la colonia dicen que desde hace cuatro años es normal percibir olores a gasolina por la colonia. Sin embargo, el olor volvió la vida imposible. En las escuelas de la zona los niños presentaban mareos y dolores de cabeza. Algunos vecinos, incluso presentaron intoxicación e inflamación en la lengua y otras partes del cuerpo.
“A partir de octubre de 2022 el olor nos fue alertando”, dice una de las personas que viven en la colonia pero que pide reservar su identidad, pues las tomas clandestinas se podrían reactivar en cualquier momento. “Los olores eran extremos, habían muchas madrugadas que nos despertaba por lo fuerte. A veces venían de Protección Civil, pero siempre nos decían que no había ningún riesgo, ningún peligro, pero que de todas maneras nos recomendaban no prender la estufa o manipular los interruptores de la luz y estar estar atentos de cualquier indicación de desalojo”.
Ante la alarma y la falta de información, algunas de las personas que viven aqua empezaron a meter oficios a cuantas dependencias se les cruzó por la mente, desde presidencia al gobierno de la Ciudad de México, a Protección Civil y a la Alcaldía. Ninguna les respondió. Fue así, que los vecinos recurrieron a su último recurso. El viernes 26 de mayo cerraron por varias horas el Circuito Interior en el tramo de Churubusco cercano a su colonia. Solo así, las autoridades voltearon a verlos y a tomar medidas al respecto.
La Terminal de Almacenamiento de Despacho es a donde llegan varios de los gasoductos que transportan la gasolina que se vende en la ciudad y sus alrededores y llega de las refinerías del Golfo de México y de Tula, Hidalgo. Es un centro nodal de tuberías que transportan hidrocarburos por la ciudad.
Después del cierre vial, el director de logística de la planta de distribución, Javier González del Villar, le dijo a los vecinos que las tomas no representaban un riesgo para la población, ya que se trata de tomas clandestinas herméticas, lo que contrasta con la información que recibieron sobre las obras que se realizan tras los tapiales.
Según les dijeron el sábado siguiente al día de la protesta, una toma clandestina que había sido detectada y atendida en 2019 empezó a tener una fuga. “Nos dijeron que esa era la única toma problemática de la que se tenía registro en la Ciudad de México, que era la única que había puesto en peligro a la población. Que al momento en que los delincuentes, por que así dicen los de Pemex, perforaron el tubo lo hicieron mal y se estaba fugando, por lo que contaminó el subsuelo”.
En ese momento, una cuadrilla de trabajadores que recibe relevos día y noche trabaja al interior del tapial de madera que abarca un área cercana a los 50 metros cuadrados. Según cuentan los vecinos, los trabajos consisten en sacar la tierra contaminada, desecharla (sin decir cómo o dónde) y rellenar el boquete con tierra nueva para después sellar el tubo en un tipo de sarcófago de concreto, aunque solo en un tramo pequeño. Los vecinos saben que por lo menos el ducto de gasolinas corre por toda la calle de Añil, que en este tramo de la colonia mide casi 1,3 kilómetros.
“Se nos hace raro que digan que nada más fue aquí, porque si la fuga es de una toma del 2019, porque hace unos meses cerraron el estacionamiento del Palacio de los Deportes (recinto de espectáculos contiguo a la colonia). Lo cerraron desde 2022 hasta hace como un mes. Ellos dijeron que era por una remodelación, pero una persona de protección civil nos confesó que era porque también olía a gasolina y estaba el suelo contaminado”. cuenta otra vecina.
A pesar de que hace casi cuatro semanas hay obras para contener el supuesto derrame, los vecinos siguen percibiendo el olor a gasolina. Ya no durante todo el día, solamente por las noches, como desde las 11 de la noche hacia las tres de la mañana, según cuentan.
También aseguran que uno de los predios donde se encontró otra toma clandestina en años anteriores, y que sospechosamente está muy cerca de la zona del tapial. El inmueble es una casa en la que siguen viviendo personas, que nunca fue asegurada o clausurada de ninguna forma.
“No pusieron sellos ni nada que impida el paso. En la entrada hay unas hojas pegadas, pero no dicen mucho. Y además, el día que empezaron los trabajos hubo una junta de vecinos, y una persona que dijo que vivía ahí aseguró que no podían ser las tomas, porque se habían clausurado desde hace años. Lo dijo de una forma muy agresiva, como queriendo ahuyentarlos. Nunca hemos visto quiénes son, porque siempre que salen, traen lentes oscuros, gorras y tapabocas”.
Por la cercanía con la Terminal de Almacenamiento y Despacho las tomas en la colonia no son una cosa nueva. La más reciente fue hallada en 2017, sin embargo, en 2022 se encontraron otras dos. Una en la bodega de una secundaria pública y otra en un templo mormón. En 2021 los vecinos recuerdan que se descubrieron otro par y por supuesto, la que tiene fuga que se supone data del 2019.
Además, la colonia está llena de bodegones industriales que colindan con casas unifamiliares, una combinación peculiar que permite esconder las tomas de buena manera. Los vecinos no tienen certeza de que se haya parado por completo el robo de combustible cerca de su colonia, por el olor que aún perciben por las noches y por la naturaleza tan “familiar” de los lugares donde se han encontrado las tomas.
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