12 mayo, 2023
La salamandra muisca fue hallada por investigadores de la Fundación Natura en predios donde se ejecuta un programa de restauración ecológica. Luego de dos años de estudio, pudieron declarar que se trata de una nueva especie para la ciencia
Texto: Antonio José Paz Cardona / Mongabay
Fotos: IPS
Los bosques nubosos de Cundinamarca, en el centro de la región Andina de Colombia, todavía guardan bastantes secretos que los científicos intentan revelar. El más reciente de ellos fue el descubrimiento de una nueva especie de salamandra, a la que han bautizado como Bolitoglossa muisca.
El anfibio fue encontrado en la vertiente occidental de la Cordillera Oriental de los Andes, en el municipio de Bojacá, cuando investigadores de la Fundación Naturamonitoreaban la herpetofauna —anfibios y reptiles— en un sector del área protegida regional Distrito de Manejo Integrado Cerro Manjuí – Salto del Tequendama, donde se han enfocado en mejorar el estado de los bosques nubosos remanentes de la región, mediante acciones de restauración y conservación.
En 2021, cuando se realizó el hallazgo de la nueva especie, Yeny Rocío López-Perilla, licenciada en ciencias naturales y educación ambiental, ya llevaba varias salidas de campo en las cuales observaba y recolectaba especímenes de anfibios y reptiles para conocer más sobre la riqueza natural de la zona, que ha sido históricamente afectada por la tala de bosques para actividades humanas y que se encuentra aproximadamente a 40 kilómetros de Bogotá. En el momento que capturó a Bolitoglossa muisca no tenía idea que se trataba de una nueva especie para la ciencia, pues se parecía bastante a otras especies descritas de salamandras. Sin embargo, cuando llegó al laboratorio se dio cuenta que no era exactamente igual a las que ya conocía.
“Cuando estábamos revisando la salamandra, nos dimos cuenta que muchos de los caracteres morfológicos no coincidían con la especie que más se parecía [Bolitoglossa adspersa]. Con otros colegas empezamos a investigar más, se analizaron los tejidos y se hizo el análisis genético. Efectivamente, los resultados mostraron que era una nueva especie. Para mí fue una experiencia maravillosa porque nunca había tenido la oportunidad de trabajar describiendo una nueva especie”, comenta López-Perilla.
La descripción de una nueva especie es un proceso exhaustivo y, literalmente, milimétrico. A esta nueva salamandra se le tomaron las medidas del cráneo, del cuerpo, de las patas y hasta de los dientes. De hecho, los investigadores encontraron que una de las principales diferencias con su especie hermana, la salamandra adspersa, era que el nuevo anfibio poseía más dientes.
Bolitoglossa muisca mide aproximadamente 5.28 centímetros, mientras que adspersa es un poco más pequeña, midiendo 4,5 centímetros en promedio, del hocico a la cloaca. Además, la cola de adspersa es delgada y larga en relación al tronco, mientras que la de muisca es gruesa y corta.
El proceso de descripción de una nueva especie no es fácil, pues implica horas y horas de observación, análisis y comparación con las especies más parecidas que se encuentran en diferentes colecciones alrededor del país.
Por ejemplo, los investigadores encontraron que ya había ejemplares de la nueva salamandra, recolectados hace varias décadas, pero estaban asociados a otras especies. En el pasado, otros investigadores creían que se trataba de una especie diferente a Bolitoglossa adspersa, pero nunca realizaron los análisis para confirmarlo.
La salamandra muisca fue recolectada en el 2021. Tuvieron que pasar dos años más, para que los investigadores lograran publicar, en la revista científica Zookeys, el artículo científico Una nueva Bolitoglossa (Amphibia, Caudata, Plethodontidae) de la Cordillera Oriental de Colombia, donde se confirmó que se trata de una nueva especie para la ciencia.
El pequeño anfibio fue nombrado Bolitoglossa muisca en honor a los indígenas del altiplano cundiboyacense y la sabana de Bogotá. Los muiscas consideraban a los anfibios como criaturas sagradas asociadas con el sexo, la fertilidad y la llegada de la temporada de lluvias.
En los últimos años, países como Colombia y Ecuador han descrito una gran cantidad de anfibios, principalmente ranas. Sin embargo, la descripción de nuevas especies de salamandras y cecilias no es tan común. Por ejemplo, aunque el género más grande y diverso de salamandras es Bolitoglossa, en América solo se han registrado y catalogado cerca de 138 especies, entre el noreste de México y el centro de Bolivia. De estas, solo 24 pertenecen a Colombia. Es más, desde el año 2000 a la fecha, en el país solo se han registrado siete especies y el resto son descripciones anteriores a 1973.
“Las salamandras no tienen pulmones, entonces dependen totalmente de la humedad y son difíciles de ver, contrario a muchas ranas que pueden empezar a saltar mientras vas caminando. Hay que buscar [a las salamandras] en la vegetación, hay que buscar dentro de las bromelias. Tienes que remover la hojarasca. Hay que hacer una búsqueda exhaustiva para tener registros de salamandras”, comenta López-Perilla.
Otra de las particularidades del anfibio recién descrito es que fue encontrado en los predios de Peñas Blancas y Esmeralda en Bojacá (Cundinamarca), que pertenecen a Empresas Públicas de Medellín (EPM) y fueron adquiridos dentro de su plan de compensación ambiental por la construcción de la línea de transmisión de energía eléctrica Nueva Esperanza. Según Jorge Andrés Carillo, gerente general de EPM, estos predios serán entregados este año a las administraciones municipales y a la comunidad.
“Este descubrimiento es un ejemplo de cómo las compensaciones y obligaciones ambientales del sector empresarial son una oportunidad para la gestión del conocimiento de nuestra biodiversidad y para consolidar acciones de conservación de los ecosistemas y de las especies colombianas”, dice Clara Ligia Solano, directora de la Fundación Natura.
La Fundación Natura realiza restauración de bosque andino en los predios donde se encontró a la salamandra muisca desde hace cinco años. Ha sembrado 17 mil 975 árboles de 26 especies nativas en el predio Esmeralda y en Peñas Blancas ha plantado 6 mil 996 árboles de 28 especies nativas. Esmeralda es un territorio de 54.86 hectáreas y Peñas Blancas ocupa 44.22.
Al mismo tiempo que empezaron con la restauración del ecosistema, donde uno de los principales objetivos era conectar los parches de bosque fragmentados, iniciaron un monitoreo de aves, anfibios y reptiles.
“Los anfibios y reptiles son especies muy sensibles. Por ejemplo, las salamandras no tienen pulmones sino que respiran por la piel y necesitan unas condiciones ecosistémicas muy puntuales. Si en un proceso de restauración logras llegar a las condiciones que requieren este tipo de especies, ya sabes que estás haciendo algo bien. Quiere decir que se está recuperando la humedad, la cobertura vegetal y los sitios con sombra, condiciones muy puntuales que necesitan estas especies para sobrevivir. La presencia de anfibios y reptiles funcionan como bioindicadores de calidad en procesos de restauración”, dice Oriana Serrano, ecóloga de la Fundación Natura.
Para Clara Ligia Solano, “describir una nueva especie en un país [Colombia] que ocupa el segundo lugar en biodiversidad a nivel mundial, significa enviarle a la sociedad un mensaje contundente frente a la necesidad de frenar con mayor efectividad la degradación de los ecosistemas de alta montaña, pues con seguridad estamos perdiendo especies aún no reconocidas”.
Con la descripción de la salamandra muisca, Colombia alcanza 882 especies de anfibios, una de las cifras más altas en Latinoamérica para este grupo de animales. Según los expertos, se evidencia la necesidad de proteger los hábitats donde se encuentran las salamandras conocidas popularmente como “lengua de hongo” o “sin pulmones tropicales”, que están amenazadas por la deforestación y la tala de bosques.
“Con base en nuestros resultados y observaciones de campo, creemos que esta especie debe ser considerada como En Peligro (EN), según los criterios de la UICN, dado su pequeño rango conocido”, señala la investigadora Yeny Rocío López-Perilla.
La investigadora señala que se necesita seguir investigando a la salamandra muisca, pues es poco lo que se sabe de ella. No se tienen datos sobre su dieta o su densidad poblacional. “Vamos a empezar con el estudio poblacional, porque por ahora solo sabemos que la salamandra está asociada a bosques nublados, a helechos arbóreos principalmente en remanentes de bosques de roble. Por eso, el siguiente paso es empezar a hacer el monitoreo para ver características ecológicas mucho más puntuales”, menciona la investigadora.
Este trabajo fue publicado inicialmente en MONGABAY. Aquí puedes consultar la publicación original.
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