10 abril, 2023
Después de una serie de cambios al interior de la dirección de Cultura Comunitaria, artistas que trabajan con poblaciones vulnerables en la Ciudad de México han visto cancelados sus proyectos. De fondo, acusan, hay una visión mercantil sobre el arte y los procesos de trabajo comunitarios.
Texto: Alejandro Ruiz
Foto: Cortesía colectivo Grietas y Derivas
CIUDAD DE MÉXICO. – Hace diez años, cuando el equipo de artistas que integran el proyecto Grietas y Derivas comenzó a labrar su sueño, nunca se imaginaron que iban a topar con la burocracia y los atropellos de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
Su proyecto nacía de una necesidad, muchas veces olvidada por los gobiernos: atender a la población que se encontraba en conflicto con la ley. La gente con la que trabajan son adultos y adolescentes en prisión, y también personas con necesidad de reinsertarse en la sociedad.
Su metodología: el arte como una herramienta pedagógica que propicia la reflexión y sensibiliza a la población con la que trabajan para construir mejores contextos. Sus principios: el antipunitivismo y la crítica.
Al principio, desde hace una década, lo hicieron de manera independiente. Después, mediante una convocatoria y trabajos coordinados con la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Cdmx, con el programa Reconecta con la Paz, nació Grietas y Derivas. Su sede era el centro cultural el Rule, y los trabajos también se coordinaban con la Secretaría de Cultura de la Ciudad.
“En 2021 el proyecto nace en 2021, en coordinación con la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Secretaría de Cultura. Nuestra sede era El Rule, hasta hace poco”, cuenta Ángel Rubio, integrante del proyecto.
El tiempo pasó, y el proyecto mostraba resultados. También, generó lazos entre los asistentes y talleristas. Parecía que todo iba bien, hasta la primera semana de febrero, cuando un cambio en la dirección de El Rule transformó todo.
Ese día, los integrantes del colectivo Grietas y Derivas recibieron una noticia: el director del centro cultural el Rule ya no estaría con ellos. En su lugar entró Marco Polo Mendoza Díaz, quien prometió coordinarse con ellos.
Ahí empezó el calvario.
“Desde ese momento todo fue opaco, y lo que vino después fue el atropello de nuestros derechos laborales y, sobre todo, afectar a la población con la que trabajábamos”, cuenta Ángel.
Aquí la historia.
Ángel narra que, cuando entró el nuevo director al Rule, las cosas pintaban bien.
“Dicha persona remarcó en varias ocasiones durante su presentación con el equipo que él no venía a cambiar nada; que él respetaría los programas y el trabajo que se venía haciendo en este lugar, que sólo se sumaría y apoyaría en lo necesario. De esta manera, las siguientes semanas tuvimos juntas con él para explicarle la pertinencia de nuestro proyecto y cómo lo hemos desarrollado, mostrando cómo ha sido nuestra experiencia en esta labor. Al inicio parecía que, en efecto, él sólo estaba escuchando y parecía que no haría ninguna acción que afectara a los grupos con los que nos encontrábamos trabajando. Sin embargo, todo cambió el domingo 19 de febrero”.
Ese día, el 19 de febrero, el equipo de Grietas y Derivas recibió un correo electrónico donde les solicitaban ir a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México para una reunión. El motivo no quedaba claro, pero parecía intuirse.
“Llegamos a la sede de la Secretaría, y luego de esperar más de 40 minutos a que nos dejarán entrar a la oficina de las juntas, se hizo la junta. En la reunión se encontraban tanto el director del Centro Cultural El Rule, Marco Polo Mendoza Díaz, como el director de la red de Faros, Daniel Guzman. También estaban Esteban Ayala, quien sería nuestro coordinador, y la directora de Vinculación Comunitaria Magaly Cadena Amador. Esta última mencionó que a partir de ahora estaríamos bajo su cargo, debido a las características de la población con la cual trabajamos como programa”.
Sin embargo, cuentan los artistas, Magaly Cadena también les dijo que a partir de ese momento dejarían de trabajar en el Rule, y les ordenó detener de inmediato todas las actividades para reformular en qué ocupar a los artistas.
“Esto se hizo sin el conocimiento de lo que significa detener actividades, ni lo que afecta a las poblaciones con las que trabajamos”, cuentan los artistas.
Por ejemplo, además de que para ese momento el proyecto ya había arrancado talleres, cineclubs y otras actividades públicas, detener las actividades también significaba poner en riesgo a las y los asistentes y sus procesos judiciales.
“Las solicitudes a los centros penitenciarios estaban detenidas porque no hay quien firme las cartas de reingreso, pues en las semanas anteriores Marco Polo dijo que no podría firmar; y por último, ya estábamos en labores con las personas que forman parte de los grupos del programa de Reconecta con la paz, y estos talleres son parte de las medidas jurídicas que se les propone como justicia alternativa”.
Pese a esto, la directora de Vinculación Comunitaria decidió detener las actividades. Su argumento seguía siendo el mismo: que se iban a rediseñar. Esto, sin contemplar las observaciones que hicieron los integrantes de Grietas y Derivas, las cuales, además de la importancia de no detener las actividades, también era que el trabajo que ellos hacen no lo puede hacer cualquier persona: se necesita una metodología y sensibilización para el trabajo con poblaciones carcelarias.
Esto importó poco.
“El lunes 27 de febrero, en la agenda de programación del Centro Cultural El Rule que nos hacen llegar vía whatsapp no aparecieron las actividades de los talleres que impartimos. Por tanto, nosotros hicimos mención de que era necesario que tuviéramos un espacio físico, porque varios de los asistentes a los talleres vienen de muy lejos y hacerles esto sería atentar, primero, contra su proceso jurídico y, por otra parte, sería una vez más violentar el acceso a las actividades culturales a las poblaciones marginadas. Después de varías discusiones, el actual director de El Rule, Marco Polo, dijo que no podía abrir un espacio para los talleres porque eran ‘órdenes de arriba’. Nosotros seguimos insistiendo, apelando a que se sensibilizara acerca de lo que afecta a una población una acción tan radical como ésta, pero él no entendió”, acusan los artistas.
Después de esto vino lo anunciado: cancelaron las actividades del colectivo Grietas y Derivas. Le dejaron sin su espacio de trabajo en El Rule, arrojando sus materiales afuera del cubículo. Sus talleres, fueron dados a otras personas, sin la experiencia que por años el grupo de artistas ha desarrollado, dejando atrás la visión pedagógica, crítica y antipunitivista para imponer una forma de trabajo en la que solo se dan “artes y oficios” sin ninguna reflexión.
A la par, la Secretaría de Cultura se ha negado a reconocer una relación laboral con los artistas, esto, pese a que recibían un pago, órdenes y tenían que cumplir horarios. Los corrieron con el argumento de que “son muchas personas de teatro dentro del proyecto, y estaban pidiendo en los centros otro tipo de actividades más enfocadas en los oficios”.
Además de esto, y después de no reconocer la relación laboral que existía, la Secretaría de Cultura les ha atrasado los pagos que les deben. Hasta el día de hoy solo les han pagado el mes de febrero, y esto fue apenas el 22 de marzo. También piden que se les pague el mes de marzo, pues formalmente ellos siguen con el programa, aunque no sea en las instalaciones de El Rule.
“Están violando también nuestros derechos laborales, es una violencia laboral, que va aparejada con una visión utilitaria de la cultura y los procesos que el arte detona. Es una visión mercantil, que no sorprende, lamentablemente”, dicen los artistas.
Y concluyen:
“Esto no es nada nuevo, las políticas culturales en este país siguen poniendo énfasis en que se lleven sólo oficios en los centros penitenciarios, pensando que su único fin es que las personas aprendan un oficio con el cual puedan trabajar una vez que salgan de ahí, pero sin comprender que aquí lo importante de nuestro proyecto no radica en la enseñanza de oficios, sino en que a través de la educación popular compartimos herramientas artísticas para cuestionar el mundo en el que vivimos”.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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