En México existen varias leyes que reconocen el fenómeno de desplazamiento forzado, ya sea por inseguridad o por desastres meteorológicos, sin embargo, a esas leyes les faltan protocolos para operar y reubicar a comunidades desplazadas, como la de El Bosque, en Tabasco, que por la Emergencia Climática, desaparecerá bajo las olas
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Pablo Montaño
CIUDAD DE MÉXICO.- Los vecinos de Guadalupe Cobos, ya no viven junto a ella. El mar se llevó sus casas. Fue por eso que el pasado jueves 16 de marzo Guadalupe viajó desde El Bosque en Tabasco, a la Ciudad de México cargando un fajo de cientos de hojas con planos, especificaciones y documentos de su casa y la de sus vecinos. Todo con la esperanza de ser reconocidos como desplazados climáticos y de ser reubicados por el gobierno Federal.
Desde 2019 la comunidad de El Bosque ha visto cómo la playa queda más cerca de sus casas. Es como que la marea sube, pero ya no baja, dicen. Gracias a los estudios de académicos de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco los vecinos saben que la erosión marina, fenómeno normal en esa geografía, se está acelerando por la acción de los frentes fríos, mismos que son agravados por la Emergencia Climática. Hoy, casi 40 casas, el kínder y la primaria de El Bosque están en ruinas, porque el mar reclamó esos terrenos.
Es por eso que la señora Guadalupe, cuya casa aún se mantiene de pie, carga esas hojas. Son su defensa para enfrentarse a la burocracia mexicana. A pesar de que en México hay por lo menos tres leyes que reconocen el desplazamiento forzado y el derecho a la reubicación, ninguna cuenta con un protocolo de acción definido, por lo que es difícil accionarlas
“En México no hay estándares, y eso es lo que se debe construir como parte de una política de adaptación para poder reubicar y restablecer estas comunidades”, comenta al respecto Nora Cabrera, directora de Nuestro Futuro, una organización civil que brinda acompañamiento jurídico estratégico especializado en temas climáticos, desde donde han analizado el marco legal mexicano respecto al desplazamiento forzado por el Cambio Climático.
“La Ley General de Cambio Climático y el propio NDC actualizado (las metas de reducción de emisión de gases de de cada país o Nationally Determined Contributions por sus siglas en inglés) hablan sobre cómo identificar, prevenir y atender el desplazamiento forzado de personas provocado por el Cambio Climático y es de ahí de donde nosotras nos hemos apoyado”, comenta.
A pesar de que en México hay varias leyes que de manera aislada podrían tejer la forma en la que se debería reubicar poblaciones desplazadas, están hechas para cuestiones que no responden a la problemática del Cambio Climático, sino a la reubicación de comunidades afectadas por la construcción de una presa o el paso de un tren.
“Lo que advertimos de estas leyes, es que no están coordinadas, porque no hablan explícitamente de una reubicación como una forma de adaptación al Cambio Climático, ni tampoco establecen un protocolo de cómo deberían funcionar. Lo que sí, es que nos da ciertos indicios para poder decirle a ciertas autoridades en específico que realicen acciones específicas”
Fue gracias a este conocimiento que Guadalupe Cobos supo cómo recabar la infromación de su casa y la de sus vecinos y armar el fajo de documentos con el que viaja. Con su archivo bajo el brazo y acompañada por el equipo legal de Nuestro Futuro, la señora Cobos tuvo una reunión con servidores de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, la Sedatu, a quienes solicitó ayuda para la reubicación de su comunidad.
“Me quedé con muy buen sabor de boca después de la reunión. Pienso, y me atrevo a asegurar, que vamos por buen camino, que ellos apenas fueron enterados en febrero de nuestra situación. Me quedé con que fueron buenos acuerdos”, dice Guadalupe Cobos sobre la reunión.
Ella espera que esto ayude a acelerar el proceso de reubicación. Por cada día de espera, el mar avanza un poco más, mientras la falta de claridad en las facultades de las distintas autoridades involucradas juega en su contra. Como no existe un protocolo de acción, las autoridades se echan la bolita entre sí, sin que ninguna asuma verdaderamente el liderazgo.
“Tenemos mucha necesidad. Hay mucha gente que perdió todo y la que está en los refugios, pues carecen de cualquier atención y no tienen nada. La situación es grave, porque este último norte (como llaman a los frentes fríos que llegan con tormentas y oleajes embravecidos) nos avanzó el mar tres metros más. Ya llegó a la otra calle”, cuenta la señora Lupe sobre lo que parece una carrera contra el tiempo.
Hace quince días personal de la Sedatu visitó El Bosque para levantar un censo, aunque en ocasiones anteriores, funcionarios del gobierno estatal de Tabasco ya se habían acercado, sin que los pobladores vieran un resultado, por lo que vieron pasar este censo con cierta incredulidad.
La atención para El Bosque se aceleró hace un mes, cuando el caso llegó a los oídos del presidente Andrés Manuel López Obrador en una de sus conferencias matutinas. Ahora, según tienen entendido sus pobladores, van a ser atendidos por la Sedatu bajo el Proyecto institucional de relocalización de personas para atención a proyectos prioritarios o población asentada en situación de riesgos, el mismo que se ha usado para reubicar otras comunidades por la construcción del Tren Maya.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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