Muchos activistas ambientales conocen muy bien de las mentiras de empresas y gobernantes. Urge que todos dejemos de esperar que desde el poder se actúe en defensa del planeta. Es ya tiempo de volver a articularse con quienes hace tiempo que realizan estas luchas. La vida nos va en ello
Twitter: @eugeniofv
El año comienza con advertencias de que muchos de los peores temores de los ambientalistas —sean científicos, activistas o funcionarios públicos— se están cumpliendo a pasos aún más veloces que lo que se pensaba. También hemos visto en este arranque de 2023 cómo el mundo y los gobiernos de los distintos países no toman nota de esas advertencias y, al contrario, hacen malabares para, en el mejor de los casos, cambiar como el Gatopardo: para que todo siga igual. Así las cosas, con los poderosos de todo el mundo riéndosenos en la cara, es hora de entender que las cosas no cambiarán solamente por mostrar el desastre que viene: hay que luchar para sobrevivir.
Las advertencias climáticas son las que se han cumplido con mayor precisión, aunque en forma mucho más rápida de lo que se esperaba. Por ejemplo, esta semana se supo que el regreso de El Niño para este verano hará que el calor en 2023 rompa todos los récords. Científicos que estudian esa oscilación climática advierten de que el aumento de temperaturas podría ser superior a los 1.5 grados centígrados, lo que implica olas de calor terriblemente mortíferas, sequías más pronunciadas o, por el contrario, lluvias más intensas de lo que podemos manejar.
Al mismo tiempo, sin embargo, la comunidad internacional parece no darse cuenta de lo que ocurre. Ya era irrisorio que la conferencia de las partes de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático de este año fuera a tener lugar en Emiratos Árabes Unidos, un país que vive fundamentalmente de exportar petróleo, y entonces el país anfitrión decidió reírse del mundo con todavía más sorna: el presidente de la cumbre será el hombre que encabeza la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dabi (ADNOC), Sultán al Yaber.
No sólo eso, sino que además supimos en estos días que los principales responsables del desastre que ya tenemos encima —es decir, las compañías petroleras— sabían lo que hacían desde hace tiempo. Sin ir muy lejos, se reveló que la empresa Exxon sabía desde los años 1970 por sus propios científicos de lo que ocurriría, que sus predicciones fueron muy precisas y que no sólo decidió no actuar, sino que además desinformaron a la opinión pública y cabildearon para retrasar las acciones al respecto.
Muchos de los activistas ambientales conocen muy bien de las mentiras de empresas y gobernantes, y en demasiadas ocasiones han dado la vida luchando contra ellas o protegiendo los ríos, mares y tierras de los que, al final, todos dependemos. El ambientalismo en las ciudades, sin embargo, no parece haber registrado la urgencia de actuar, y esto es importante porque cuatro de cada cinco mexicanos vivimos en localidades urbanas.
Es ya hora de pasar de las advertencias a las acciones y de la contemplación del desastre a la lucha para impedirlo. Muchas de las medidas de protección ambiental son, además, políticas que también redundarían en mejoras importantes a la calidad de vida. Invertir en ampliar y modernizar el transporte público, por ejemplo, no solamente implica que hay menos autos y menos contaminación, sino que además se mejoraría el medio de transporte que usa el grueso de la población, además de que activaría economías locales y fortalecería los lazos sociales. Defender el arbolado urbano y reverdecer las ciudades no es solamente una forma de retener mejor el agua e impedir que haya islas de calor urbano, sino que nos daría espacios que tienen enormes beneficios en materia de salud mental.
Urge que todos dejemos de esperar que desde el poder se actúe en defensa del planeta, que entendamos que ni gobernantes ni empresarios harán lo que no quieren solamente porque sepan que hace daño a la población, que dejemos de soñar con que el ciclo de políticas públicas actuará por sí sólo. Es ya tiempo de empezar a actuar, de volver a organizarse, de articularse con quienes hace tiempo que realizan estas luchas. La vida, como se ha dicho muchas veces en estas líneas, nos va en ello.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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