26 noviembre, 2022
La crisis de la biodiversidad, debido a la sobreexplotación de especies, la caza y tala ilegales y la destrucción de hábitats, y las consecuencias de la crisis climática, como el aumento de temperatura, empujan a los gobiernos a la inclusión de más variedades bajo el cobijo de la Cites, una convención sobre el comercio ilegal de especies en riesgo.
Texto: Emilio Godoy / IPS
Fotos: IPS
PANAMÁ – Más animales y plantas se acaban de agregar al portafolio de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (Cites) y los países integrantes deben adaptar sus legislaciones nacionales y preparar estrategias para controlar el intercambio y combatir el tráfico ilícito.
Esa es la misión que deben emprender los 184 Estados que forman parte del instrumento, cuya 19 Conferencia de las Partes (COP19) se clausuró este viernes 25 en el Centro de Convenciones de Ciudad de Panamá y que congregó a más de 2500 representantes de gobiernos, agencias internacionales, organizaciones de la sociedad civil y la academia.
En la cumbre, que comenzó el día 14, los gobiernos aprobaron al menos 37 propuestas, de un total de 52 presentadas, como la regulación del comercio a la rana de cristal (Centrolenidae), 54 especies de las familias de los tiburones réquiem (Carcharhinidae) y de tortugas casquito (Kinosternon).
También se estableció en la capital panameña la prohibición temporal a la exportación de elefantes africanos vivos, en un intento de bloquear el comercio de marfil.
“Ha sido una cumbre de buenos resultados, se han tomado decisiones importantes. Los elefantes siguen protegidos. Para nosotros, es un tema importante”: Carole Rolengha.
El tráfico de la rana de cristal y las tortugas, especialmente para mascotas, ha aumentado en años recientes, mientras que el comercio de aletas para sopa y otros platillos en China ha empujado la pesca de tiburones, lo que obligó a normar un resguardo especial.
La plenaria de la COP19 adoptó también el Plan de Acción con perspectiva de género y una resolución sobre el rol de la Convención en la prevención y mitigación del riesgo de futuras enfermedades transmitidas de animales a personas (zoonosis) asociadas con el comercio internacional de vida silvestre.
El problema de la zoonosis se volvió más importante después del impacto de la pandemia de covid-19, dado que se considera establecido que el coronavirus originario de la enfermedad se transmitió de animales silvestres a humanos en un mercado callejero de China.
Pese a que los pueblos indígenas y las comunidades locales están involucradas en el aprovechamiento de variedades y sufren los efectos del tráfico ilegal, solo ahora el Comité Permanente de la Convención deberá formar un grupo de trabajo para evaluar cómo estos grupos pueden participar en el proceso de toma de decisiones de Cites.
Delegados gubernamentales consultados por IPS valoraron en positivo las conclusiones sobre la protección de la vida silvestre de esta conferencia de la Cites, que se realizan cada tres años.
“Ha sido una cumbre de buenos resultados, se han tomado decisiones importantes. Los elefantes siguen protegidos. Para nosotros, es un tema importante”, dijo a Carole Rolengha, representante de Gabón, país que hospeda a unos 95 000 ejemplares del elefante africano de bosque (Loxodonta cyclotis), considerado bajo riesgo crítico.
Esa nación de África occidental exporta mandriles, gorilas, hipopótamos y madera bajo los esquemas de Cites, vigente desde 1975 y que abarca a 32 000 especies de plantas y 6000 de animales, apenas 0,5 % del total de ocho millones de variedades conocidas en el mundo.
A diferencia de otros tratados ambientales de Naciones Unidas, las decisiones de la Cites son vinculantes y, por lo tanto, de cumplimiento obligatorio.
La Convención contiene tres apéndices: uno para aquellas variedades cuyo intercambio está prohibido, otro, que estipula requisitos para el tráfico legal, como certificados de origen y cuotas de exportación, y tercero sobre linajes que están protegidas al menos en un país que ha solicitado la asistencia de otras naciones en la convención para regular su comercio.
En 2019, cuando se celebró la COP18 en Ginebra, el Apéndice I cubría a 1082 especies, el II a 37 420 y el III, a 211.
La reunión, la primera en América Latina en 10 años, desde la COP12 de Santiago de Chile, en 2002, abordó también asuntos como la lucha contra el tráfico ilegal, el financiamiento de ese combate y la situación del cumplimiento de las disposiciones de la convención.
La venta especialmente de fauna en grupos de acceso restringido en la red social Facebook y en páginas de internet se ha convertido en una creciente preocupación de la comunidad, sin que las medidas tomadas, como detección, rastreo y eliminación de los sitios por parte de las empresas y gobiernos, hayan frenado esa oferta.
En general, el Norte industrial y potencias emergentes como China demandan fauna y flora para una variedad de propósitos, como mascotas, gastronomía, presunta medicina y ornamento.
La cumbre fijó también reglas comerciales más estrictas par unas 600 especies de fauna y flora.
La crisis de la biodiversidad, debido a la sobreexplotación de especies, la caza y tala ilegales y la destrucción de hábitats, y las consecuencias de la crisis climática, como el aumento de temperatura, empujan a los gobiernos a la inclusión de más variedades bajo el cobijo de Cites.
En paralelo, el cuidado de fauna y flora significa beneficios para comunidades locales, pues representan medios de vida que proveen de alimentación, empleo y medicinas.
“Como un país que vive del turismo ecológico, decisiones como la protección de la rana de cristal van a hacer más difícil el tráfico. Ese tráfico afecta a la biodiversidad. Los países latinoamericanos van a tener información y Europa tendrá que dar trazabilidad” a los animales que importe, señaló Shirley Ramírez, coordinadora de la Unidad de Gestión de la Estrategia Nacional de Biodiversidad de la Comisión Nacional de Gestión de la Biodiversidad del Ministerio de Ambiente y Energía de Costa Rica.
El continente europeo constituye el principal destino de la rana de cristal, de tamaño diminuto y color verde, ofertada en páginas electrónicas y cuyo precio puede llegar a 1000 dólares en ese mercado. Especie amenazada presente en todo el territorio costarricense, la variedad goza de salvaguardia legal en la nación centroamericana.
El Índice Planeta Vivo 2022, elaborado por el no gubernamental Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), muestra una disminución media de 69 % en las poblaciones de animales salvajes entre 1970 y 2018.
Mientras, la Lista Roja de la no gubernamental Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, contiene más de 147 500 especies, entre ellas 41 000 amenazadas de extinción, como anfibios, tiburones, rayas, coníferas, corales, mamíferos y aves, docenas de ellas incluidas en la Cites.
Durante la cumbre de dos semanas, la Secretaría de la Convención, que tiene su base en Ginebra, mostró los resultados del comercio regulado de especies amenazadas, como mayores ingresos para comunidades locales, mejor protección de linajes, fomento al intercambio legal y el aumento de poblaciones, en el “Reporte global de comercio de vida silvestre”, el primero de su tipo.
Este trabajo se publicó inicialmente en IPS. Aquí puedes consultar el original
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