Más que homenajes al doctor José Sarukhán, quien dejó la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, lo que urge es movilizarse y protestar en contra del desmantelamiento y debilitamiento de Conabio, una institución muy importante
Twitter: @eugeniofv
La semana pasada José Sarukhán, coordinador nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y su cabeza desde su fundación hace treinta años, anunció que abandonaba el cargo. También comunicó que la titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), María Luisa Albores, había nombrado como secretario ejecutivo a Daniel Quezada Daniel, que no estaba en la terna que él había propuesto —por lo que su nombramiento sería improcedente— y que, además, no tiene ni experiencia ni conocimientos de biodiversidad. Todo esto ilustra la soledad en gran medida autoimpuesta en que trabaja Semarnat, su profundo desdén por la legalidad y la manera tan limitada en que entiende sus responsabilidades.
Para quienes trabajamos en defensa del medio ambiente lo ocurrido debería servir de llamada de alerta sobre la urgencia de movilizarse de nuevo en alianza con otros movimientos sociales en defensa de las instituciones del sector y por una política ambiental seria y progresista. También debería ser una lección de que la política de élites es muy vulnerable, igual que la construcción y gestión de las instituciones como patrimonio político de unos pocos, por bien intencionados que sean.
El nombramiento de Daniel Quezada Daniel como secretario ejecutivo de Conabio falta a la normatividad porque el reglamento interno de la Comisión es muy claro en que el secretario ejecutivo se nombra “a propuesta del coordinador nacional”. El coordinador nacional saliente, Sarukhán, no propuso a Quezada Daniel, sino a otros tres que no fueron aceptados, y luego renunció. El presidente de la República todavía no nombra nuevo coordinador nacional, de forma que no hay quién le proponga el nombramiento a la secretaria Albores. El nombramiento de Quezada Daniel, por tanto, no se sostiene legalmente.
Por otra parte, sorprende que, habiendo tanta gente capacitada en la materia, cercana y lejana de la 4T, de todas las generaciones, con énfasis en aspectos y prácticas muy distintas en torno a la biodiversidad, la secretaria Albores eligiera a alguien que no entiende de la materia. Eso habla de una terrible soledad y de una seria carencia de cuadros técnicos en el entorno de Semarnat. Es sabido que muchos de los cuadros que sí estaban más o menos cerca de la 4T y que tenían las capacidades técnicas necesarias han sido hechos a un lado pretender ocuparse de la política ambiental y no exclusivamente de los encargos de Palacio Nacional. Se trata, por tanto, de una soledad autoinfligida que le sale muy cara al país.
Esto no se ha podido frenar y será muy difícil de revertir por la desmovilización general que ocurrió tras la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia, por la insistencia de muchas organizaciones de la sociedad civil y académicas del sector ambiental de hacer una política de élites y no vincularse con movimientos sociales y con los ambientalistas que se dejan la vida en defensa del planeta y por la prevalencia entre muchas de ellas de una visión patrimonialista del conocimiento y de las instituciones públicas, que ha alienado a actores que deberían ser sus aliados.
Es innegable que el doctor Sarukhán ha hecho aportaciones importantísimas en materia de biodiversidad y que construyó una Conabio que ha logrado construir un cuerpo de conocimiento muy impresionante, pero también es cierto que llevaba tres décadas al frente de la institución. El año en que empezó a dirigirla se estrenó Como agua para chocolate, Carlos Salinas era presidente, Maná estrenó ¿Dónde jugarán los niños?, Camacho Solís era regente de la Ciudad de México y los chilangos todavía no elegíamos a los alcaldes ni al jefe de Gobierno. Fue hace tanto tiempo que todavía se transmitía 24 horas con Jacobo Zabludovsky y todavía existía Imevisión. Hacía mucho tiempo que tenía que haber dejado el cargo.
Por otra parte, si bien muchísima de la información que ha generado Conabio es pública, hay otra que se ha manejado como si fuera privada y no se entregó ni a otras instituciones públicas ni a organizaciones de la sociedad civil. Esto llevó a que hace un par de años que se vio venir la andanada contra Conabio esa Comisión estuviera menos arropada de lo que cabría pensar.
Más que homenajes al doctor Sarukhán —merecidos, por supuesto, pero que pueden esperar— lo que urge es movilizarse y protestar en contra del desmantelamiento y debilitamiento de Conabio, una institución muy importante. Urge también emprender un proceso de reflexión muy hondo que lleve a un cambio de la lógica con la que los ambientalistas entienden o entendemos la política, las políticas públicas y nuestras propias responsabilidades.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona