Este es un recorrido por la historia del Museo Nacional de Arte, el sitio en donde llegó a exhibirse el cuerpo embalsamado de Maximiliano de Habsburgo. El MUNAL fue noviciado, hospital, Oficina de Telégrafos, Secretaría de Comunicaciones y, finalmente, museo
Aquel edificio ubicado en pleno Centro Histórico de la capital, en la calle de Tacuba número 8, y que cumplió el pasado 23 de julio de 2022 cuarenta años de haber sido inaugurado, fue construido por el arquitecto italiano Silvio Contri, por encomienda del entonces presidente Porfirio Díaz en 1905 y culminado en 1911, como parte de los ideales del progreso social que tenía propuestos para el país, mediante sofisticados logros arquitectónicos.
El terreno, antes de su construcción, fue un intento de noviciado jesuita, durante la Nueva España, construido en 1626 por órdenes testamentarios de don Melchor de Cuéllar y su esposa, doña María Nuño de Aguilar. El mantenimiento no fue el adecuado hasta que en 1676 el capitán Andrés de Tapia ofreció restaurar la edificación a condición de que el patronato quedara a nombre de San Andrés. Desde 1714, se pretendió convertir en un centro de estudios humanísticos, inaugurado en 1751, y no fue hasta 1767 en que los jesuitas fueron expulsados de la Nueva España, y con ello las instalaciones quedaron en manos del gobierno.
Una epidemia de viruela azotó a la Ciudad de México en 1769 y el Obispo don Alonso Núñez de Haro solicitó al ayuntamiento convertir el edificio en hospital, mismo que albergó la botica más vasta de la Nueva España.
El hospital perteneció al arzobispado durante más de un siglo. Fue hasta la secularización de las Leyes de Reforma, posterior a la guerra de Independencia, cuando las Hermanas de la Caridad quedaron a cargo. Ellas recibieron, tras su fusilamiento, a Maximiliano de Habsburgo en septiembre de 1867, sitio donde se embalsamó y posteriormente exhibió su cuerpo.
En 1874, por órdenes del presidente Sebastián Lerdo de Tejada, las Hermanas fueron expulsadas del país, quedando el hospital bajo la administración del ayuntamiento para convertirse en un hospital gratuito para quienes no podían pagar sus atenciones médicas.
Tras el aumento de población —y de enfermos— y un mantenimiento poco redituable, el edificio fue deteriorándose, razón por la que fue demolido en 1904, no sin antes trasladar a los enfermos al Hospital General, inaugurado en 1905, dando cabida al nuevo proyecto de progreso y modernidad, ordenado por Porfirio Díaz: el Palacio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas.
Este edificio de cantera gris y arquitectura ecléctica, mayormente neoclásica y renacentista, cumplió con los caprichos de la vanguardia estética europea. La arquitectura italiana y francesa fueron las que ejercieron mayor influencia durante su construcción.
La estructura metálica del edificio fue hecha por la casa Milliken Bros (Nueva York); la herrería por Fondería del Pignone (Florencia); el alumbrado y la calefacción, por la empresa Arthur Franzen and Co.; y los elevadores por la Officine Meccaniche Stigler (Milán). Mientras la herrería y los ornamentos de la piedra, los muebles, pinturas, cristales, puertas y estucos fueron realizados y dirigidos por el artesano, escultor y tallador italiano, Mariano Coppedé, afirma la historiadora Guadalupe Lozada León.
El entonces nuevo edificio fue inaugurado hasta 1912 por Francisco I. Madero, pues los acontecimientos revolucionarios y el temple del país hicieron imposible a Díaz efectuar dicha inauguración.
Ya en la década de los cincuenta, dicho organismo cambió de sede y el edificio, en descuidadas condiciones, ahora albergaba la Oficina de Telégrafos, y no fue hasta 1973 cuando se convirtió en Archivo General de la Nación, mismo que se reinstaló, en 1982, a la expenitenciaría —o Palacio— de Lecumberri, para dar lugar al hoy Museo Nacional de Arte (MUNAL).
El MUNAL, considerado Patrimonio de la humanidad desde 1987, aloja en su colección permanente obras de arte que van desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XX. Entre los artistas plásticos que figuran en sus salas permanentes, se encuentran José María Velasco, Gabriel Guerra, Manuel Vilar, Saturnino Herrán, Ángel Zárraga, Manuel Rodríguez Lozano, Dr. Atl, Roberto Montenegro, Adolfo Best Maugard, María Izquierdo, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Leonora Carrington, Lola Cueto, entre otros notables artistas modernos y virreinales.
Grandes exposiciones han tomado lugar ahí: Nahui Olin, La mirada infinita; Anita Brenner, Una mujer excepcional, Saturnino Herrán y otros modernistas, por mencionar algunas de las más impactantes exhibiciones de los últimos años.
El MUNAL también ha sido escenografía fílmica, basta mencionar El baile de los 41 de David Pablos.
Un edificio con una larga historia y un museo con más de siete mil piezas en su acervo, que comprende alrededor de 500 años en pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, grabados y más. Un sitio único, de gran valor histórico, arquitectónico y artístico en el centro de la Ciudad de México.
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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