19S en Jojutla, Morelos: abandono, fraudes, rebeldía, tristeza

19 septiembre, 2018

Texto y Fotos: Estrella Pedroza.

Ésta es la historia de un año en la vida de Jojutla, Morelos, y en especial de la llamada “Zona Cero”, el sitio más afectado en la entidad por el terremoto del 19S. Una crónica del desprecio, abandono y corrupción de las autoridades que olvidaron a cientos de damnificados. El barrio devastado se llama Emiliano Zapata, y como el Caudillo del Sur el suyo es un ejemplo de resistencia y coraje

Por las noches las ratas se suben a las camas, caminan entre las sábanas y el cuerpo de quienes duermen en ellas. A veces a los roedores se suman alacranes, arañas y una infinidad de mosquitos.

Al mediodía aumenta el calor que en tiempo de secas llega con nubes de polvo. Y por estas semanas la pesadilla es también la lluvia, que se desparrama en minutos y empapa muebles, ropa, corroe fotografías y arrastra la esperanza de un mejor día.

Es la vida en el centro de Jojutla de Juárez, Morelos, uno de los municipios más afectados por el terremoto del 19 de septiembre de 2017.

El brutal movimiento de tierra devastó decenas de casas y edificios y causó la muerte a una veintena de personas.

La tragedia fue especialmente severa en la colonia Emiliano Zapata que virtualmente quedó en escombros. Los medios primero y después las autoridades la llamaron “Zona cero”, un eufemismo para comparar el barrio con la destrucción de las Torres Gemelas en septiembre de 2001 en Nueva York.

Nada más inadecuado. El barrio estadounidense está completamente reconstruido y pleno en vida. A Emiliano Zapata la ayuda no llegó. Doce meses después del 19S, como se conoce al terremoto, la vida está peor que hace un año.

Lo cuenta Rocío Figueroa Rodríguez, vecina de la calle Prolongación 18 de marzo, a unos metros de un acueducto y vultivos de maíz.

Rocío y su familia duermen en una casa de campaña donada por Asociación Civil Comité de Ayuda a Desastres y Emergencias Nacionales (CADENA).

Bajo la lona, junto con tres camas, algunos muebles, documentos y otros recuerdos, al lado de su padre y dos de sus hijos, la vida es dura. “Hemos sufrido picaduras de alacrán, las ratas se nos suben cuando estamos durmiendo”, cuenta la mujer.

En el sismo colapsaron las cuatro casas de la familia, pero sólo Rocío fue incluida en el padrón de afectados del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN).

El fideicomiso le entregó 120 mil pesos que apenas alcanzaron para comprar un poco de materiales para instalar los cimientos de una nueva casa.

Fue todo. En los primeros días de la tragedia la familia Figueroa Rodríguez estaba en el padrón de Unidos por Morelos, el organismo del gobierno estatal para atender a los damnificados.

De ellos nunca recibieron un peso. Y peor todavía. A principios de septiembre les dijeron, sin ninguna explicación, que estaban fuera de la lista.

Desde ese día la lluvia, el calor, los insectos y las ratas duelen más.

“No se puede”

“Una noche fui al baño y pisé algo, pensé que era una bolsa, pero no. Era una rata”, cuenta Elizabeth Salgado Maldonado, vecina de la calle 18 de marzo en la colonia Emiliano Zapata.

Jura que no teme a esos roedores pero tiene pánico de que la muerdan. Un riesgo permanente:

Desde hace un año las alcantarillas del drenaje no tienen tapa, y por ello es común que la plaga deambule libremente entre los campamentos de damnificados.

En las noches pocos duermen. Para Elizabeth la velada se consume en evitar que las ratas agredan a sus hijos José, Damaris y Luis Emanuel.

Y protegerse de la lluvia en la casa de campaña donde viven desde hace casi un año, cuando a finales de septiembre de 2017 las autoridades los obligaron a abandonar su casa, catalogada como dañada parcialmente por el Fonden.

Pero la vivienda estaba virtualmente colapsada. Elizabeth y su esposo José Bahena han buscado desde entonces que se reconozca su situación real, pero la respuesta ha sido la misma: “No se puede”.

Tuvieron un momento de esperanza cuando la Fundación Carlos Slim y Unidos por Morelos les dijeron que podrían ayudarles. Pero cuando los técnicos midieron lo que fue su casa encontraron que era chica:

Le faltaba un metro y medio de terreno para cumplir con los requisitos para la ayuda. Se quedaron sólo con los 15 mil pesos que les entregó Fonden.

Con el dinero compraron algo de material de construcción que cada vez es menos, pues se los han robado o se pierde con las lluvias. Lo mismo con los pocos muebles que rescataron.

Casi todos en la familia Bahena Salgado están enfermos, pero se consuelan porque el 19S no pudo arrebatarles a Luis Manuel, el niño más joven.

En el sismo el pequeño quedó atrapado en los escombros de una casa que colapsó cuando caminaba a la escuela. Sobrevivió. Ahora su madre recuerda esos primeros días.

“Era muy común ver una hilera de ratas que caminaban a lo largo de las calles y se metían a donde podían, porque no había puertas, ni ventanas ni nada que se los impidiera”, cuenta.

Paradojas de la tragedia. Desde el 19 de septiembre de 2017 los vecinos de Emiliano Zapata han visto hileras de funcionarios que se meten dónde quieren y prometen de todo, sin nada que lo impida.

“Dimensión desconocida”

Hace doce meses en Jojutla existen dos dimensiones paralelas que se miran, a veces conversan pero no parecen coincidir en el espacio. Ni siquiera en el mismo tiempo, como serie de ciencia ficción.

En un lado de ese universo que pudiera definirse como “el oficial” están funcionarios de federales y de Morelos. Entre los primeros se encuentra Itzel Anchieta Damián, delegada de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).

Para ella la reconstrucción en el estado tiene un avance del 95.24 por ciento. En su padrón de beneficiados existen 15 mil 81 familias con daños en sus viviendas, de las cuales nueve mil 697 se consideran con daño parcial y seis mil 104 por total.

Muchos damnificados acusan torpeza en las clasificaciones sobre la categoría de los daños en sus viviendas. Itzel dice que hicieron lo mejor que se pudo.

¿También en casos como las familias Figueroa Rodríguez o Salgado Bahena? pregunta Pie de Página.

Sepa. De acuerdo con la funcionaria “las autoridades estatales y sobre todo las municipales, por ser del lugar, nos acompañaron y decidieron en que colonias y calles entrar en cada municipio”.

Otro protagonista en la “dimensión oficial” es Alexis Ayala Gutiérrez, coordinador de Unidos por Morelos.

Una semana antes del aniversario del 19S el funcionario aseguró que se han reconstruido el 85 por ciento de los inmuebles afectados, con un padrón de 13 mil 500 familias de todo Morelos.

La mayoría de los casos, jura, fueron daños parciales y existían mil con daño total. A finales de este año 233 casas serán reconstruidas totalmente.

El 17 de septiembre el funcionario declaró que el gobierno estatal apoyó a 15 mil 54 personas de las cuales mil 500 tuvieron pérdida total.

Pero hace un mes Alexis dijo a Pie de Página que al finalizar el actual gobierno, el próximo 30 de septiembre, la reconstrucción tendrá un avance de 95 por ciento.

De los mil inmuebles afectados quedarán 500 pendientes de atender. En este proceso, según el funcionario, se gastarán 200 millones de pesos pero la cifra no coincide con las del secretario local de Hacienda, Jorge Michel Luna.

El presupuesto total, dice, es de 606 millones de pesos aportados por Fonden y Unidos por Morelos. ¿Cuál es la cifra correcta?

Quién sabe responden en el otro lado del universo paralela, la dimensión que se puede llamar “la real”.

Roque Antonio González Barreiro, enlace municipal para la reconstrucción de Jojutla, asegura que el proceso registra un avance “de entre el 40 y 45 por ciento” por varias razones.

Algunos damnificados fueron víctimas de fraude por empresas y fundaciones fantasmas. A otros Unidos por Morelos no es entregó el material de construcción prometido porque los echaron del padrón de afectados.

No es todo. Empresas como Grupo Carso del magnate Carlos Slim suspendieron el trabajo porque el gobierno de Morelos no les pagó.

“Dejaron de reconstruir porque no les llegan los recursos” dice González Barreiro”. “Unidos por Morelos no han depositado lo que les corresponde”.

Lo que sí es claro es el esfuerzo de las autoridades locales para construir su realidad. El pasado 13 de septiembre Alexis Ayala filmaba un video sobre los avances del gobernador Graco Ramírez en la reconstrucción.

Caminaba por la calle 10 de abril de la colonia Emiliano Zapata a unos metros donde viven decenas de personas en campamentos y entre escombros.

Allí hay carteles y mantas–que no grabó el funcionario- con mensajes como “Gobierno: ¿dónde está el dinero que donaron los países extranjeros”; “El gobierno de Morelos nos dejó solos” o “Es mentira que Jojutla está de pie. Seguimos viviendo en carpas”.

Los damnificados reclamaron a Alexis. Como otras veces el funcionario prometió responder en una hora. En Jojutla todavía esperan.

Fraudes

En Jojutla los damnificados aprendieron a reconocer, con un vistazo, a los periodistas. No es gratis: desde hace varios meses se acercan desesperados a los comunicadores para desgranar la cauda de historias, fraudes, abandono, enfermedades y tristeza que padecen.

Algunos casos: por lo menos 30 familias acusan a las constructoras Bolaños y Delta de fraude.

Georgina Sánchez Rueda, vecina de la colonia Quince Letras dice que confiaron en “un ingeniero de apellido Bolaños” quien le solicitó documentos y las tarjetas bancarias donde se depositaron los recursos del Fonden.

Un día dejó de caminar por Jojutla, dejó de contestar mensajes, llamadas y desapareció. Unidos por Morelos les ofreció ayuda. No cumplió.

Jesusita Ávila Rodríguez es una mujer de la tercera edad, vecina de la calle 18 de Marzo en la colonia Emiliano Zapata. Su casa colapsó pero en el FONDEN dijeron que sufrió un daño parcial.

Desde entonces busca sin éxito una reclasificación de su caso. “Nada más nos están engañando, pagamos pasajes para ir a donde nos dicen pero nada que nos pueden ayudar”, cuenta en lo que fue su casa donde el escaso material de construcción que compró se pierde con la lluvia cotidiana.

A Jesusita, por cierto, también la despojaron de su tarjeta bancaria y tampoco recibió ayuda de Unidos por Morelos.

Más. Sergio Jiménez Hernández, también vecino de la calle 18 de marzo aguarda ansioso que Grupo Carso construya su casa para dejar la cochera donde vive con su madre de 90 años, quien usa una silla de ruedas.

Cerca de allí Ernestina Valentín Bautista una casa de campaña en la calle 10 de abril, justo a un lado de la casa que usó Alexis Ayala para grabar el video promocional del gobierno.

Según FONDEN su casa sufrió daño parcial aunque colapsó. Unidos por Morelos que coordina Ayala Gutiérrez no decide si puede o no ayudarla.

Ernestina y su marido, los dos ancianos, consiguen unos pesos vendiendo dulces y otros de recoger latas y envases de plástico para reciclar. “No tenemos forma de construir nada”, confiesa. “Ya no tenemos fuerzas”.

La resistencia

Como en el terremoto de 1985 que devastó a parte de la Ciudad de México, ante el abandono de las autoridades los damnificados empezaron a organizarse.

En el último año surgieron varios grupos que se convirtieron en una barrera de resistencia y defensa a su patrimonio. Empezaron en algunas colonias y ahora el movimiento se extiende a varios municipios.

Guillermo Celis Allende preside la Asociación Barrios de Colonias Unidos por Jojutla A.C, integrada por 80 familias de varias colonias.

La esposa de Guillermo, Samara Betsabe y su hija Sara Sofía murieron en su casa derruida por el sismo. Su caso cobró notoriedad porque en las primeras horas de la tragedia se difundió la imagen de un soldado que lloraba porque supuestamente no pudo rescatar a la familia.

El presidente Enrique Peña y el gobernador Graco Ramírez le visitaron y ofrecieron ayuda. “Pero pasaron los meses y a la fecha no hay nada, usted lo está viendo”, dice mientras señala el terreno baldío donde debería estar su nueva casa.

Otro grupo es la Comisión Ciudadana de Damnificados del Estado de Morelos donde participan afectados de ocho municipios

Ana Jiménez Bustos, vecina de la colonia Emiliano Zapata es la presidenta. “Hay un escaso número de viviendas reconstruidas, las demás están apenas en vías de construcción y muchos siguen viviendo en tienditas o en casa prestadas”, dice.

Ni siquiera en la “Zona cero” de Jojutla, el espacio con mayor visibilidad tras el sismo, se cumplieron las promesas. “Todavía hay escuelas en ruinas porque arreglaron las menos afectadas”.

Es una parte de la historia, porque unos días después del aniversario por el 19S los responsables de la reconstrucción abandonan –más todavía- el barco.

Y los damnificados se quedan “a expensas de las circunstancias”.

Los niños del sismo

Junto a una casa de campaña en la calle Prolongación 18 de marzo hay una hilera de piedras pintadas con vivos colores. Las decoró Jade, la nieta de Rocío Figueroa.

La pequeña, con despiertos ojos muy abiertos con los visitantes, dice que vende las piedras porque hace un año “se nos cayeron nuestras casas”.

Su abuela dice que un día Jade les anunció que “´pintaría piedras para venderlas, y con lo que ganara iba construirle una casa a su bisabuelo”.

La vida de muchos niños en la colonia Emiliano Zapata no es la misma desde el terremoto del 19S. Padecen en carne propia el impacto de la tragedia, y también escuchan diariamente la desesperación de sus padres.

Asimilan, a su manera, el crudo entorno de su realidad. Yahaziel Flores, de 10 años de edad es una muestra. Su casa, la de sus abuelos y sus tías en la calle 10 de abril colapsaron el 19 de septiembre. Lo perdieron todo.

Su papá es uno de los más activos en la lucha por la reconstrucción. Por eso Yahaziel tiene claro que Jojutla y su gente no podrán ser los mismos que antes del sismo.

“Ahora aquí es una zona sísmica y tenemos que aprender cómo vivir con eso”, explica aunque algunos de sus compañeros en la escuela no superan el miedo. “Yo les digo que estén tranquilos”.

No todas las historias son así. A Luis Emanuel, el niño de doce años atrapado bajo escombros camino a la escuela, no le gusta recordar la tragedia. Sobrevivió porque una vecina, Bertha Maldonado Mojica, lo cubrió con su cuerpo.

Revivir el momento es difícil. “Vienen los reporteros y me preguntan, pero les digo que no me acuerdo” de nada.

Elizabeth Salgado, su mamá, piensa que quiere bloquear lo que vivió durante el sismo y todo lo que han enfrentado.

Desde entonces Luis Emanuel es tímido. Ahora está agradecido por vivir y espera que pronto la situación de su familia mejore.

Pero se queda en silencio un rato. Y confiesa. “O quizás no. Ya no sé”.

Consulta nuestra cobertura del sismo aquí


Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor y la fuente.

“Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página, realizado por la Red de Periodistas de a Pie. Conoce más del proyecto aquí: https://piedepagina.mx«.

Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.