6 mayo, 2023
La bióloga mexicana Yuliana Bedolla logró erradicar las especies invasoras en dos islas de Baja California donde se encuentran las principales colonias de la fardela mexicana y del petrel negro. En entrevista, la ganadora del premio Withley 2023, advierte: “Para que la conservación tenga éxito, las comunidades locales deben estar empoderadas”
Texto: Michelle Carrere / Mongabay
Foto: ©GECI _ Yuliana Bedolla y J.A. Soriano.
CIUDAD DE MÉXICO.- Los mamíferos invasores son la principal amenaza para numerosas especies de aves. Los gatos, sobre todo, “llegan a tener un instinto cazador muy voraz y son muy dañinos porque no solamente atacan los huevos o polluelos, sino que también matan a los adultos y ya no se pueden reproducir”, explica la bióloga marina, Yuliana Bedolla.
Como directora del programa de aves marinas del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, una organización sin fines de lucro dedicada a la restauración de islas en México, Bedolla ha logrado erradicar los mamíferos invasores en dos de los sitios de anidación más importantes del mundo para el petrel negro (Hydrobates melania) y la pardela mexicana (Puffinus opisthomelas). Se trata de las islas Natividad y San Benito Oeste, en el océano Pacífico de Baja California, donde la presencia de gatos y ratas constituyeron durante años la principal amenaza para estas aves incluidas en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Como resultado del trabajo de erradicación de especies invasoras que la organización comenzó hace dos décadas, las poblaciones de aves se han recuperado e incluso la pardela mexicana pasó de ser considerada Amenazada por la UICN a estar Casi Amenazada.
Como reconocimiento a su trabajo en favor de la protección de importantes colonias de aves, la organización benéfica británica Whitley Fund for Nature (WFN) adjudicó a Bedolla el Premio Whitley 2023.
Las 40 mil libras esterlinas que recibirá Bedolla y otros cinco ganadores, le permitirán a la conservacionista continuar con el trabajo ya realizado fortaleciendo los protocolos para prevenir la introducción accidental de mamíferos invasores.
“Aunque remuevas esa amenaza, siempre está el riesgo de que regrese”, explica la experta. Además, los fondos también le permitirán impulsar el papel de las mujeres locales y las cooperativas pesqueras para fortalecer el monitoreo de aves marinas.
“Para que la conservación tenga éxito, las comunidades locales deben estar empoderadas como administradores de sus tierras y recursos”, indicó Bedolla.
Las Islas del Pacífico de Baja California son sitios clave de anidación para 23 especies de aves marinas. Natividad y San Benito Oeste albergan a más de un millón de aves marinas nocturnas, llamadas así puesto que se reproducen durante la noche. El 90 por ciento de la población reproductora mundial de la pardela mexicana está en Natividad. En el caso del petrel negro, su colonia reproductora más importante está en San Benito Oeste.
Estas dos islas, ubicadas respectivamente en las Reservas de la Biósfera El Vizcaíno e Islas del Pacífico de la Península de Baja California, están escasamente pobladas. En Natividad residen unas 300 personas mientras que en San Benito Oeste solo habitan entre 10 y 60. La mayoría de los habitantes se dedica a la pesquería artesanal sustentable de langosta y abulón, y “están todo el tiempo trayendo y llevando cosas del continente a sus islas”, cuenta Bedolla. En cada uno de esos viajes, está presente el riesgo de que se cuele una rata o un gato.
En el pasado, la principal amenaza para el petrel negro y la pardela mexicana fue la presencia de estos y otros mamíferos invasores en sus sitios de anidación. “Los más dañinos son los gatos”, asegura la bióloga marina. De hecho, “son los que más extinciones en las islas han causado”, agrega la experta.
En Guadalupe, por ejemplo, otra isla ubicada en el Pacífico mexicano, “el petrel de Guadalupe está considerado extinto”, sostiene, y las investigaciones apuntan a que los responsables son los gatos. “En Natividad cuando hicieron estudios de la pardela mexicana vieron que si no se hacía control de los gatos, en 10 años la especie iba a desaparecer de la isla”, dice la científica.
Mientras que estos felinos atacan a polluelos y adultos, lo que los hace particularmente dañinos, los ratones van principalmente sobre los huevos y polluelos pequeños.
Sin embargo, “el ratón casero, aquel que conocemos comúnmente en las ciudades, puede alimentarse de aves más grandes”, asegura la experta. En Hawai, precisa las ratas están causando un gran daño en los albatros. “Empiezan a roer la piel y a comerse el cerebro, las vísceras. Hay algunas fotos muy impactantes. Generalmente eso lo hacen con los más pequeños”.
Otros mamíferos invasores también amenazaron en el pasado a las poblaciones de aves nocturnas en Natividad y San Benito. Los conejos, por ejemplo, competían por el hábitat de anidación con los petreles, mientras las cabras y los burros pisoteaban toda el área de anidación.
Luego de décadas de conservación, las dos islas se encuentran entre las ocho en el Pacífico de Baja California que ahora están libres de mamíferos invasores. Sin embargo, el riesgo de reintroducción permanece en medio de un flujo constante de personas, equipos y materiales que viajan entre el continente y las islas.
De hecho, en 2006 se introdujo accidentalmente en San Benito Oeste un ratón. “No lo pudimos contener a tiempo y se esparció por toda la isla”, cuenta Bedolla. Su erradicación se logró solo siete años después con un costo de 654 mil dólares. En 2019, una rata negra llegó a Natividad y logró ser capturada después de tres meses.
Bedolla utilizará los fondos para impulsar el papel de las mujeres locales y las cooperativas pesqueras para fortalecer el monitoreo de aves marinas y los protocolos para prevenir la introducción accidental de mamíferos invasores, particularmente gatos y roedores.
“Queremos continuar con el trabajo de prevenir que haya la introducción accidental de especies exóticas invasoras, pero al mismo tiempo queremos trabajar con la comunidad local para que esto se lleve a cabo muy de la mano con las cooperativas pesqueras que ahí viven”, explica la ganadora del premio Whitley. En concreto, son las cooperativas pesqueras locales las que participarán activamente en la implementación de protocolos de bioseguridad.
Además, hace un año, el equipo del Grupo de Ecología y Conservación de Islas también formó a un grupo de mujeres locales, esposas de pescadores, comprometidas con la conservación de sus islas.
Raquel Arce, oriunda de la isla Cedro, ubicada no muy lejos de San Benito Oeste, lidera un emprendimiento de ecoturismo y conservación llamado Cedros Nature Experiences. Fue ella quien se acercó a Bedolla para pedir información sobre cómo podía su equipo emprendedor, compuesto hasta ahora solo por mujeres, participar de los programas de conservación y recibir capacitaciones para mostrar adecuadamente la biodiversidad de la zona, incluida la isla San Benito Oeste. “Me pareció muy importante que si queremos ofrecer una actividad turística aquí en la isla, podamos reflejar el cuidado que nosotros le estamos dando a lo que queremos mostrar”, cuenta Arce.
El equipo de Cedros Nature Experiences recibió, por parte del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, una capacitación en cuestiones de bioseguridad y también en monitoreo de aves. A partir de entonces, Arce y las demás mujeres de la empresa transmiten a los visitantes de la isla San Benito Oeste, tanto a turistas como a pescadores y otras personas que van a trabajar, los procesos de bioseguridad que deben seguir. “Hay que revisar todo el equipaje que ellos traen, así como la vestimenta y las botas para que no vaya ingresar un animal o insecto que provoque daños”, explica Arce. Además, “concientizamos a las personas que van para allá para que no dañen los nidos de las aves. Les explicamos que deben caminar exclusivamente por las áreas que se les está indicando”, agrega.
Para Arce, no se trata solo de promover la isla como un destino turístico, sino de atraer un turismo responsable. “Gente que realmente quiera vivir la experiencia de venir a un lugar que no es de fácil acceso, pero que entrega una experiencia única porque son lugares vírgenes”.
Lo que se espera ahora, con la ayuda de los fondos que Bedolla recibirá del premio Whitley, es continuar con las capacitaciones. “Lo que queremos es que ellas sean nuestras portavoces en sus comunidades”, dice Bedolla. “Que den pláticas de educación ambiental y que estén recordándoles a todas las personas que visiten las islas cómo deben llevar sus cosas para prevenir la introducción de especies invasoras”.
Además, la idea es involucrar a las mujeres en el monitoreo de las aves para conocer cuál es el éxito de reproducción de las especies. De esa manera, los datos que ellas puedan recabar en el terreno les permitirá a los científicos llevar un mejor censo de los animales. Por último, también se les brindará a las mujeres más herramientas para que ellas mismas puedan someter sus proyectos de conservación a fondos que el gobierno de México entrega a grupos organizados de comunidades locales.
“Me mantengo positiva”, dice Bedolla, “porque he visto a lo largo de los años que con compromiso y perseverancia no es demasiado tarde para actuar. Aún podemos marcar la diferencia”.
Este trabajo fue publicado inicialmente en MONGABAY. Aquí puedes consultar la publicación original.
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