Waldo Abel López: «Maestro es quien día a día se hace maestro”

21 marzo, 2020

Waldo Abel López Valverde fue un campesino y luchador social guerrerense que defendió la educación pública, desde su comunidad amuzga en Guerrero, hasta las marchas multitudinarias de la CNTE. Solidario en todos los frentes, ni un solo día dejó de luchar.

Texto: Abel López*
Fotos: Especial.

De niño vestía calzón de manta, andaba descalzo y trabajaba la tierra. Waldo Abel López Valverde nació el 6 de agosto de 1950 en la comunidad de Huajintepec, municipio de Ometepec. Es la Costa Chica de Guerrero. De raíz indígena amuzgo, fue el cuarto de diez hijos que tuvieron sus padres, Ejidio López Lorenzo y Josefa Valverde Chávez. 

Creció en la pobreza, en una de las decenas de comunidades campesinas e indígenas olvidadas por el gobierno en los años del supuesto «milagro mexicano». 

Cursó la primaria en la modesta escuela rural de su pueblo, siempre con muy buenas calificaciones. Cuando la terminó, con el apoyo de su tío Bonfilio, viajó a la ciudad de México y se inscribió en la secundaria anexa a la Escuela Normal de Maestros. 

Ahí le nació el deseo de ser maestro por lo que, al concluir la secundaria, se inscribió en la Normal Básica, de donde se graduó como maestro de primaria. Posteriormente también concluyó la especialidad de Literatura en la Normal Superior. 

Al concluir la carrera, con 18 años de edad, empezó a trabajar como maestro. En aquel tiempo vivía con sus hermanos pequeños en un departamento que rentaba en las unidades habitacionales de Tlatelolco. Ahí le tocó ver el operativo militar con el que el ejército asesinó a los estudiantes el 2 de octubre de 1968.  

Recordaba que, un día después de la masacre, su madre llegó de Guerrero para pasar unos días con ellos. Durante esa visita caminaron juntos por las calles de Tlatelolco y les tocó ver cómo los soldados trasladaban en bolsas de basura muchos zapatos, ropa. Objetos que, seguramente, pertenecieron a los estudiantes masacrados apenas la tarde anterior. 

Le quedó claro, desde entonces, que el papel de los militares es el servidores de los poderosos. 

La toma de Santo Domingo

En septiembre de 1971 participó con su familia en la invasión de tierras que dio origen a la colonia Pedregal de Santo Domingo, en la actual alcaldía de Coyoacán. Gracias a ello, junto con miles de familias pobres, lograron tener un lugar para vivir. A través de la organización popular y de faenas introdujeron, calle por calle, agua, luz y drenaje. 

Se casó con la maestra Silvia Rosas, con quien tuvo una hija y tres hijos. Por ellos acarreaba agua con aguantadores todas las madrugadas, desde la colonia Ajusco hasta Santo Domingo. 

En 1989 participó, junto con su esposa, en la Primavera Magisterial, una jornada de en la que miles de maestros pararon labores de manera indefinida, hasta que derrocaron al cacique del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Carlos Jonguitud Barrios. Lograron también el reconocimiento del primer Comité Seccional Democrático de la Sección 9 y conquistaron mejores condiciones laborales para los profesores de la ciudad. 

Estas jornadas de lucha representaron para él, así como para miles de maestros de la ciudad, la emancipación, dejando así evidenciados a los dirigentes charros. Los charros tenían un control férreo sobre los maestros, quienes, a través de los directores y supervisores amenazaban a los disidentes con ser despedidos, o con que se les descontaría dinero de su salario.

Alcanzar más derechos

Luego de la “Primavera Magisterial”, en abril y mayo de cada año, miles de maestros  tomaban las calles y el Zócalo de la ciudad de México. Con ello consiguieron mejoras a sus condiciones salariales y beneficios para los niños de todas las escuelas públicas del país. Por ejemplo,  libros de texto hasta nivel secundaria, desayunos, becas, uniformes, equipamiento y la construcción de aulas. 

En 1995, Waldo Abel López Valverde fue electo por las bases para ser parte del tercer Comité Seccional Democrático (1995-1998), encabezado por el profesor Gonzalo Martínez Villagrán. El profesor Waldo se ocupó de la cartera de Actas y Acuerdos. Su participación en el Colectivo Magisterial Independiente (CMI) de la Sección 9 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) fue permanente. 

También fue solidario con diversas luchas sociales: con los trabajadores despedidos de Ruta 100; con el plantón en la ciudad de México de los trabajadores de limpia de Tabasco; con las organizaciones de Guerrero que fueron reprimidas por exigir justicia ante la masacre de Aguas Blancas. 

Se solidarizó con las comunidades indígenas xiches de Loxicha, Oaxaca, que sufrieron decenas de presos y asesinados al ser acusados por el Estado de pertenecer al Ejército Popular Revolucionario. Y también estuvo en las movilizaciones de apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, como la marcha de los 1111 zapatistas y la visita de la comandanta Ramona. 

El maestro Waldo tuvo una cercanía especial con los campesinos del movimiento social de Guerrero. Se organizó con varios maestros de origen guerrerense (y que radicaban en la capital del país) para apoyar estas luchas por medio del acopio; o mediante una colecta económica que ayudara en la movilización campesina. 

Era frecuente escuchar al profesor Waldo Abel decir “hay que apoyar a nuestros paisanos”. Durante esas movilizaciones conoció y trabó amistad con Hilario Mesino Acosta, fundador de la Organización Campesina de la Sierra del Sur. También conoció a sus hijas Carmen, Rocío y Norma. 

La conexión Ranferi

Waldo Abel tuvo una amistad especial con el dirigente campesino, Ranferi Hernández Acevedo, quien en ese entonces era perseguido por el gobernador depuesto Rubén Figueroa Alcocer. Figueroa había desatado una intensa persecución en contra de Ranferi por haber tomado parte activa en su caída. Desde la Masacre de Aguas Blancas Ranferi decía, sin tapujos, que Figueroa era el responsable intelectual de la masacre. 

El profesor Waldo y su esposa Silvia apoyaron a Ranferi para burlar la persecución del gobierno con paramilitares constantemente al acecho. Finalmente Ranferi logró salir del país, en septiembre de 1997, junto con toda su familia hacia Francia donde permanecieron casi cinco años. 

En 1999, Waldo fue parte de la Asamblea de Padres de Familia que apoyó  la huelga estudiantil del Consejo General de Huelga de la UNAM, hasta liberar al último estudiante encarcelado por Juan Ramón De la Fuente y Ernesto Zedillo. 

Cualquier movimiento social justo recibía la solidaridad del profesor. Siempre estaba atento de llevar acopio de víveres, apoyo económico, hacer guardia, asistir a las manifestaciones, volanteo y todo lo que fuera necesario para apoyar. 

El profesor Waldo Abel nunca olvidó su origen campesino. Los fines de semana viajaba a Morelos donde trabajaba en una huerta de árboles que sembró con sus padres; cosechaba mango, nanche, tamarindo, huajes, guamúchil, mandarina, limón, zapote negro y guanábana. También tenían matas de plátano y caña y, criaban gallinas y guajalotes. 

La muerte no es el final 

En 2002, a dos años de haberse jubilado, se enfermó de cáncer y no se pudo recuperar. Falleció un día sábado por la noche, el 15 de febrero del 2003. Durante sus últimos minutos de vida, su esposa e hijos le cantaron el himno “Venceremos”, la canción de batalla de la CNTE. 

El profesor Waldo Abel era un hombre sencillo. Ese rasgo era el mismo por el que lo apreciaban tanto sus alumnos y los padres de familia. Le gustaba enseñar a sus alumnos el canto y la poesía coral para luego participar (y algunas veces ganar) en concursos zonales de las escuelas. 

Para él, la CNTE fue el medio fundamental con el que enfrentó el charrismo sindical y defendió la educación pública. Durante el brigadeo en las escuelas, en las marchas y plantones, llevó a la práctica las consignas de batalla de la CNTE: ¡Educación primero al hijo del obrero, educación después al hijo del burgués!, y ¡Escuela por escuela, zona por zona; el maestro exige a diario democracia y más salario!

Memoria viva

El profesor Waldo Abel, aunque ya estaba agonizando, al escuchar el himno hizo un último esfuerzo para levantar su puño y hacer la V de la victoria, señal de que la lucha de los maestros es inclaudicable y hasta la muerte. Un año después de su muerte sus compañeros maestros del CMI develaron una placa con su nombre en el vestíbulo del auditorio principal del edificio de Belisario Domínguez 32, que es la sede nacional de la CNTE. 

En la placa se puede leer la siguiente leyenda: «Maestro es quien enseña y aprende, quien camina y guía, quien lucha y ríe, quien día a día se hace maestro”. 

Profesor Waldo Abel López Valverde (1950-2003).

*Abel López es historiador y activista social de la generación del CGH-UNAM. Dirigente campesino, ha acompañado distintas luchas.

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