Aideé Mendoza, Jennifer Sánchez, Miranda Mendoza, eran alumnas del CCH Oriente, ahí las mataron; a Lesvy Berlín la estrangularon en Ciudad Universitaria. Marco Antonio Sánchez estudiaba en la prepa 8 de la UNAM, a él policías de la ciudad lo desaparecieron por cinco días. Estos son ejemplos de un problema estructural al interior de las aulas de la máxima casa de estudios del país
Texto y foto: Arturo Contreras Camero
Las autoridades civiles y escolares enfrentan el reto de la inseguridad dentro de los bachilleratos que, de acuerdo con testimonios y casos registrados, sigue en aumento.
“Ya tiene un par de años, quizás en los últimos cuatro años, que se ha agudizado la violencia alrededor de los establecimientos educativos de la UNAM, particularmente en las preparatorias”, asegura Juan Martin Pérez Galicia, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México, Redim, una coalición de 75 organizaciones que desarrollan programas a favor de niñas, niños y adolescentes.
“Es un tema que no es nuevo, pero que tristemente las autoridades no han dado una respuesta”, explica. “El caso de Marco Antonio [Sánchez] destapó una serie de denuncias en las protestas que se hicieron. De extorsiones, secuestros a adolescentes afuera de la preparatoria y los CCH”.
La tarde del pasado lunes 29 de abril Aideé Mendoza, estudiante del CCH Oriente, murió después de recibir un impacto de bala dentro de su aula mientras tomaba una clase. El incidente, sobre el que aún se realizan investigaciones, puso de nuevo la atención en el problema de seguridad alrededor de los planteles de la Universidad.
Aideé es la tercera estudiante de este plantel que es asesinada en los últimos 8 meses. En agosto, fue asesinada Miranda Mendoz. Y en marzo, la alumna Jénnifer Sánchez.
Asimismo, el 27 de noviembre Donovan Flores Pérez, estudiante de la prepa 9 de la UNAM desapareció al salir de su casa rumbo a la escuela. Marco Antonio Sánchez, estudiante de la preparatoria 8 fue detenido y después desaparecido por 5 días.
En las instalaciones de las escuelas de bachillerato, la venta de droga, las peleas, el consumo de drogas y alcohol e incluso la portación de armas se han ido normalizado.
Según los datos del
Instituto Nacional para la Evaluación
de la Educación, 3 de cada 10 maestros de planteles de educación
media superior dependientes de la UNAM o de alguna otra universidad autónoma
han atestiguado peleas a golpes y consumo de alcohol y drogas al interior de
los planteles.
Y uno de ada 10
alumnos ha sufrido agresiones físicas por parte de compañeros,
profesores o personal administrativo de las escuelas.
Además, 14 por ciento de los estudiantes de bachillerato temen por su seguridad dentro de las instalaciones escolares, de acuerdo con la más reciente Consulta Infantil y Juvenil hecha por el Instituto Nacional Electoral.
El lunes pasado, estudiantes en las inmediaciones del CCH Oriente aseguraron a Pie de Página que dentro del CCH se ha permitido la venta de droga. Dicen que por cada turno del colegio se pueden encontrar a unos 12 o 15 narcomenudistas, y todos, aseguran, están armados.
Sayuri Herrera, abogada del caso de Lesvy Berlín, otra estudiante de la UNAM víctima de feminicidio en Ciudad Universitaria, asegura que los avances en la materia son muy lentos.
La abogada dice que en estos dos años desde el feminicidio de Lesvy han señalado la necesidad de un protocolo de atención y que se destinen recursos para la capacitación del personal; sin embargo no ha sucedido y desconocen qué sucede internamente en la institución para que no se haya completado.
“Nosotras señalamos a las autoridades universitarias eso justamente, porque pensamos que el caso de Lesvy no iba a ser el último, y tampoco ha sido el primero”, explica.
De acuerdo con estudiantes del CCH Oriente, la institución no pudo desplegar un protocolo de acción que ayudara a atender a Aideé de manera inmediata.
De acuerdo con con Pérez Galicia, de la Redim, gran parte del problema es estructural, debido al ámbito de la competencia de funciones, ya que las autoridades gubernamentales consideran que no es de su competencia lo que ocurre dentro de los planteles educativos, mientras que las autoridades escolares argumentan que sólo pueden intervenir dentro de las instalaciones educativas.
“Esta frontera es inexistente, porque al final son los mismos adolescentes y es el mismo contexto educativo que permite que operen desde la venta de drogas, hasta delitos del fuero común como le robo, que es bastante frecuente”, dice Pérez Galicia.
Sayuri Herrera dice que las autoridades universitarias no reconocen la gravedad de la situación. “Se determinó crear una subcomisión para el caso de Aideé. Sin embargo, no podemos resolver este problema con comisiones ad hoc de cada caso. Se crean comisiones específicas que den seguimiento a cada uno de los casos, cuando lo que se tiene que atender es un problema estructural de violencia”.
Según la Evaluación de Condiciones Básicas para la Enseñanza y el Aprendizaje realizada por el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación, aplicada en casi todos los planteles de educación media superior en el país en 2016, los actos violentos y las conductas ilegales en planteles escolares no solo afecta la seguridad escolar, sino que vulnera el derecho a la educación.
De acuerdo con la evaluación, estas condiciones podrían reforzar la deserción escolar, que a nivel nacional se concentra en nivel medio superior, pues de todos los alumnos que acceden a una escuela de Educación Media Superior, 14 por ciento no la completan.
En estas escuelas, problemas como la venta de droga, las peleas, el consumo de drogas y alcohol e incluso la portación de armas se han vuelto realidades normales al interior de las instalaciones, que solían ser factores externos que han ido robando terreno adentro de las escuelas.
Sobre la propuestas de solución, el director de la Redim es tajante: “Lo que se necesita es trabajar con los propios adolescentes y con las personas jóvenes en las universidades para con ellos desarrollar medidas de protección No hay mejor medida de protección que generar comunidad. Y las escuelas son espacios naturales para gestar comunidad”.
La recién publicada Consulta infantil y juvenil del Instituto Nacional Electoral evidenció que 14 por ciento de los estudiantes en edad de bachillerato en México se sienten inseguros dentro de las instalaciones escolares.
De acuerdo con testimonios de alumnos del CCH, el incidente sucedió alrededor de las dos y media de la tarde, cuando terminaba la clase de recursamiento de matemáticas.
En ese momento se escuchó una detonación enmudecida similar al ruido que hace una botella de sidra al abrirse. Aideé gritó y después se desvaneció y fue llevada a los servicios médicos. Posteriormente se solicitó el apoyo de una ambulancia para trasladar a la joven al hospital más cercano, misma que tardó 50 minutos en llegar.
De acuerdo con las autoridades, la joven perdió la vida al llegar al hospital regional del ISSSTE Ignacio Zaragoza, aunque hay quienes aseguran que cuando salió de la escuela, ya había fallecido.
Hasta el momento, los 10 compañeros que estaban en el salón junto con Aideé, así como el maestro fueron sometidos a pruebas de radiozonato, para determinar si alguno había disparado un arma. Todas las pruebas resultaron negativas. Así mismo, todos los presentes en el salón rindieron declaraciones ministeriales.
Hasta el martes 30 de abril, la procuradora de Justicia de la ciudad, Ernestina Godoy aseguraba que la bala había sido disparada dentro del salón; y se creía que se trataba de un calibre .22, apta para armas pequeñas, lo que desató la teoría de que se había usado un arma hechiza o incluso una pluma pistola.
Sin embargo, el resultado de las investigaciones balísticas determinaron que se trató de un bala calibre .9 milímetros disparada a por lo menos 300 metros del aula. y que entró por la espalda de la joven en una trayectoria descendente hasta albergarse en su abdomen.
De acuerdo con esta hipótesis, la bala habría entrado por la puerta abierta del aula, que se encuentra en la planta superior del edificio P del CCH.
Una bala de este tipo puede atravesar fácilmente el cuerpo de una persona adulta y crea una herida visible, sin embargo, los trabajadores del servicio médico que atendieron a Aideé, no pudieron ubicar la herida por la que habría ingresado el proyectil porque era una herida demasiado pequeña.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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