14 julio, 2019
La carencia de educación emocional, aunada a la normalización de patrones y ejemplos nocivos respecto al amor, provoca que las personas ejerzan o sean víctimas de violencia emocional sin dejar de reproducir las agresiones, sea con la pareja, familia o amistades pues no hay disonancia cognitiva
Texto y foto: Daliri Oropeza
La psicóloga y activista Maynné Cortés lanzó un tuit con banderas rojas de lo que implican las agresiones emocionales. El tuit se volvió viral. Ella se ha especializado en psicoeducación y apego emocional, realiza activismo político sobre salud mental y participa en la redacción de un nuevo manual de atención de víctimas para la Comisión Nacional de Atención a Víctimas. Trabaja en el cuarto de escritores de Netflix, en la investigación de perfiles psicológicos para personajes, y ha escrito en diversas revistas académicas e independientes. En entrevista, habla de cómo es posible identificar y salir de los círculos viciosos que provoca la violencia emocional, tanto en víctimas como en victimarios:
—¿Cómo identificar que eres víctima de violencia emocional?
—La mayoría de las personas tiene poca información técnica de las formas de violencia, para cualquier ser humano sería irse a referentes corporales y emocionales. Por ejemplo, sentirte ansioso en presencia de tu pareja, la ansiedad se siente como presión en el pecho que te tiene incómodo o incómoda, que te hace sentirte tensa y te vuelve vigilante de lo que haces o dices en presencia de la otra persona (“no lo digo porque se enoja” o “no me muevo porque lo altero”). Es un primer indicador, es una bandera roja en cualquier relación.
También, por la manera en que somos socializadas y socializados a ver el amor tenemos indicadores de ansiedad romantizados y no nos dejan ver que es ansiedad, por ejemplo, las mariposas en el estómago. Tal vez al inicio de una relación, es normal por la producción de hormonas, oxitocina, serotonina, pero si pasan más de tres meses, que es el periodo de enamoramiento, y sigues sintiendo mariposas cada que le ves o le hablas, es un indicador de ansiedad y no es sano.
Mientras menos libre te sientas para hacer actividades que normalmente harías sin pareja, más probable es que vivas violencia emocional. Si no puedes ir con amigos, familia, ir al gimnasio, tomar una clase por temor que la otra persona se moleste o no lo tome bien, eso también es violencia emocional. Podemos hablar de violencia emocional cuando la relación es limitante, productora de ansiedad y cuando se vuelve obstáculo en tus actividades.
—La violencia emocional ¿en qué grado del violentómetro está?
—La violencia emocional se manifiesta de muchas formas. Normalmente se encuentra en los primeros pasos de la menos grave pero la violencia escala en paralelo; muchas veces una antecede a la otra pero van de la mano.
—¿Cómo identificar que eres una persona que ejerce violencia emocional?
—Te sientes inseguro, insegura, dándole a tu pareja libertades. Que haga sus actividades y se relacione con cualquier persona es algo que en general no toleras. Segundo, te sientes ansioso o preocupada cuando tu pareja te habla de otras personas, en cualquier contexto, que te diga “fui a comer con compañeros del trabajo”, te incomoda enterarte de sus interacciones con otras personas. Te sientes insegura o incómodo cuando tu pareja tiene éxito personal o profesional, monitoreas sus actividades e interacciones con otras personas; de lo que hace o te dice, no le crees aunque no tengas razones para desconfiar; te sientes con el derecho de saber todo el tiempo todo lo que hace tu pareja. Y te parece que celos, posesión, controlar vestimenta, interacciones es un acto de amor y no de control.
—En general se ven mayormente dirigidas a mujeres las advertencias sobre esta violencia, pero hombres y mujeres ejercen violencia emocional…
—La violencia emocional se ejerce desde cualquier género, pero hay que tomar en cuenta que por temas estructurales la mujer siempre es más vulnerable ante la violencia emocional del hombre, que va acompañada de una violencia estructural, que [se] mantiene permanentemente impune.
Por la manera en que somos socializados, es probable que la violencia del hombre ponga más en riesgo la vida de las mujeres, que al revés. Las mujeres también ejercen violencia emocional, pero normalmente es mucho menor el nivel estadístico de mujeres que terminan matando a su pareja. El 90 por ciento de las mujeres que mueren en su casa es a manos de su pareja.
—¿Cuáles son los signos o síntomas de violencia emocional que hay que identificar y por qué es importante identificarlos?
—Has dejado de frecuentar amigos o familia, para evitar que la persona o la pareja se enoje. Tienes menos energía para hacer tus actividades. Te cuesta más trabajo tener conductas de autocuidado básico: bañarte, hacer ejercicio arreglarte. Cada vez le cuentas menos a las personas cercanas a ti sobre tu relación por miedo que te juzguen. Te sientes atrapado en una situación y tienes una visión muy catastrófica de tu circunstancia. No te imaginas una situación en donde puedas vivir sin tu pareja.
También hay signos físicos dependiendo del grado de violencia emocional que se sufra: baja de peso, se cae el cabello, la ansiedad produce temblores, baja de apetito, dificultad al dormir; en casos severos puedes llegar a tener vómitos constantes, ataques de pánico o ansiedad.
Cuando es prolongada, la situación no mejora y no sales de ella, se patologiza y se convierte en trastorno de ansiedad o depresivo.
—¿Está invisibilizada la violencia emocional por normalizar los rituales del amor romántico?
—Por el amor romántico, pero también hay una falta de educación emocional consciente, en México y en el mundo.
La educación emocional es algo a la par de la académica, es algo que se debe transmitir de manera consciente. Nadie nos enseña a sentir ni a comunicar lo que sentimos, eso es grave. El hecho de que la educación emocional no sea consciente no implica que no se esté dando. Si veo desde niña en todos lados, en las relaciones de mamá o papá, que hay ciertos patrones de violencia emocional, voy a replicar eso. Pero no es sólo un tema de casa, es algo que se replica en la escuela, en las narrativas que vemos en todos los medios, en las películas, libros, canciones.
Hay un punto en el que no hay una disonancia cognitiva cuando tú sientes que tu vida depende de la otra persona, y que sin ella no puedes hacer nada porque es tu todo, no hay un parámetro en tu cabeza que te diga “esa una señal de alarma”, porque escuchas que la nueva canción dice justamente eso que vives, o en una película describen cómo se va a morir sin su pareja.
Hay muchísimos reforzadores de patología emocional en toda la sociedad, en la realidad y en la ficción. Lo que debe pasar para que entiendas que estás en una situación anormal o violenta es que algo no te haga sentido de tu situación, que haya una disonancia interna en la que creas que hay algo que se puede o debe modificar.
—¿Qué recomiendas a alguien que sí logró esta disonancia cognitiva y reconoce al menos un poquito que hay violencia emocional, y quiere cambiarla pero no tiene las herramientas?
—Si no ha terminado con la relación de violencia emocional, que la termine lo antes posible. Tampoco es sencillo, hay gente que sabe que está en violencia y aún así sigue su relación. Es un tema de dependencia emocional y no es fácil salir de ahí. Si la puede terminar que la termine, si no la puede terminar o no quiere terminar, que busque ayuda, la terapia te salva de muchas cosas. Que busque terapeutas con perspectiva de género.
Si es mujer violentada emocionalmente, recomiendo acercarse a organizaciones como Sorece o Casa Gaviota, que busque tener un acompañamiento terapéutico constante, que haga redes con otras mujeres.
Si es hombre violentado, que corte la relación o vaya a un espacio terapéutico a donde le ayuden a formar las herramientas para poderla cortar eventualmente.
Si es hombre agresor, que se acerque a estos círculos de reeducación emocional en cuestión de masculinidades como Gendes o el Instituto de machos a hombres.
Si ya cortaron esa relación de violencia emocional, no implica que no vayas a ejercerla o que no regreses a una de ellas. Hay patrones afectivos que puedes repetir con todas las parejas, independientemente de quien sea la persona con la que te encules. No se empieza ninguna otra relación hasta que no se empiece un proceso terapéutico o guía emocional, hasta que puedas reconfigurar esos patrones.
La violencia no es un tema de con qué persona estoy sino de qué patrón sigo. Te pones en riesgo cada vez que lo reiteras, y no has trabajado en ese patrón.
La predisposición a ser víctima o agresora en un contexto de pareja la puedes ver desde antes de tener una relación. Hay gente que asegura no tener una relación violenta pero eso no quiere decir que no tengas el potencial de ser violento.
—¿Cuáles son los focos rojos?
—No me puedo responsabilizar de mis emociones; cuando me enojo, le echo la culpa a alguien más; en lugar de decir «me molesté porque interpreté otra cosa», me voy directo al “tú me hiciste enojar porque hiciste esto”.
La educación emocional se refleja en el lenguaje. Si yo uso un lenguaje en el que digo que la gente me hace enojar o me puso triste, probablemente tengo un tema que tratar en cuanto a responsabilidad emocional. Ahí hay una primera bandera roja porque si de por sí a nivel emocional es un problema, cuando entro a una relación siempre voy a tener al chivo expiatorio encima de mí.
Si aún no he trabajado el tema de responsabilidad afectiva, aunque no esté en una relación, es necesario ir a un proceso terapéutico o a un espacio donde pueda hacerme cargo de eso. La agresión que tienes hacia ti también es la agresión que vas a manifestar hacia los demás, por eso es importante trabajarlo.
Si tengo relaciones conflictivas que me quitan mucha energía, también es un foco rojo. Las relaciones que establecemos con amigos y familia nos espejean mucho, son de nosotros y nos dan una pauta de cómo podemos incurrir en violencia emocional con una pareja, o cómo podemos ser víctimas.
Es importante entender que la violencia emocional se cocina desde adentro, como víctima o como agresor y hay que estar pendientes todo el tiempo, hay que nutrir nuestro vínculos y verificar que nos aporten paz, seguridad y cariño. Más allá que si son de pareja.
—¿Cual es la recomendación a las personas cuando se reconocen en ambos?
—Con el hilo que hice en Twitter, mucha gente me respondía que no sabía que era violencia, no se daban cuenta, pasaron años y no sabían por qué se sentían tan mal. O también gente que lo reconoce y dice «yo lo hago, cómo lo puedo parar, no puedo».
El lado del agresor o agresora no es fácil, no es gente mala, son personas con patrones violentos, inestables y patológicos, pero finalmente son patrones que les sirven de supervivencia emocional en los contextos que crecieron. No es fácil y no es sólo decir “deja de ser violento”, lleva un trabajo profundo, por lo menos cuando generas una chispa de disonancia en la cabeza de la gente, que estando de un lado o del otro saben que algo está mal, ya con eso tienes para que digan “ahora sí busco ayuda”, o “me detengo”, “me hago para atrás”.
Es normal identificarse en ambas, tenemos construida una narrativa de víctimas y victimarios que nos hace polarizar mucho. Creemos que si eres víctima no puedes ser victimario, cuando para empezar, los victimarios empiezan por ser víctimas. Es un mecanismo de defensa emocional para ya no ser agredidos y empiezan a agredir. Desde ahí el papel es dual.
La víctima sí genera métodos de defensa psíquica, aunque no lo quiera, de manera inconsciente, incurre también en varias agresiones, puede que sean menores o menos visibles o evidentes que las de la persona que la está agrediendo, pero igual las puede tener.
Es normal, recomiendo a parte de ir a terapia, revisar mucho a qué necesidad responden las conductas de víctima o victimarias que ves en ti.
Si yo digo “de repente manipulo a mi pareja que no vaya con sus amigos”… ¿A qué necesidad responde eso?, preguntarnos qué siento cuando mi pareja lo hace; ¿cuál ha sido mi historia con la soledad?, tal vez me siento desprotegida, y es importante verbalizarlo.
No por identificarlas se va la angustia que generan o el patrón emocional que te hace llevarlas a cabo.
En cuanto detectes que estás a punto de hacer algo que no es emocionalmente sano para ti o para tu pareja, amigo, familiar, pero tienes el impulso de hacerlo por una necesidad, apoyo, cariño. Detente, evalúa la necesidad, trata de escribir lo que identificas en ti, para hacer un mapa mental para ver de de dónde vienen las emociones y los impulsos.
Si no hay herramientas, por lo menos verbalízalo con tu pareja, se vale decir, “sabes qué, en este momento que saludaste a tu amigo, me sentí incómodo y no sé por qué, es algo que tiene que ver conmigo no contigo”, verbalizar neutral explicando mi emoción sin responsabilizar a la otra persona de ella.
Las herramientas para dejar de sentir las cosas que sentimos y para cambiar los patrones funcionan poco a poco, pero en la inmediatez es necesario comunicarlo todo de manera transparente. Es importante que haya un interlocutor que esté dispuesto a escuchar y no juzgar, eso se trabaja en pareja. No hay que presionarnos, el crecimiento emocional es largo.
Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona