Viaje de jornaleros, una tortura

21 abril, 2022

Tatyi savi

Urge que los consumidores, las organizaciones sociales y los gobiernos locales de México diseñen una estrategia para documentar los abusos que sufren los jornaleros en las granjas de Estados Unidos, porque la comida justa debe de venir por un trabajo justo y digno

Twitter: @kausirenio

Cuando Mario Morales decidió regresar a su país después de ocho meses de cortar naranja en Arcadia, Florida, se enfrentó a varios problemas con la línea de transporte que lo regresaría a Chiapas. El retraso del autobús que lo llevaría a su comunidad de origen por fin llegó, pero el conductor no dejó que abordara el camión porque no estba en el registro de los pasajeros. Después de una llamada telefónica supo que lo registraron como María Mora. 
Cada seis meses, miles de mexicanos se insertan en el campo laboral de los Estados Unidos con la visa H2A para trabajar en la península de Florida como jornaleros. Los trabajadores agrícolas viajan de los estados de Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. 

Así las cosas. Los obreros agrícolas viajan de 30 o hasta 60 horas para llegar a su destino para emplearse en la pizca de jitomate, berenjena, cebolla, papa, chile, fresa, naranja y mandarina. Cuando termina la cosecha regresan a México con los pocos dólares que ahorraron durante el periodo de explotación. 

La tortura empieza desde que salen de su comunidad de origen, primero tienen que enfrentar al coyotaje que existe en los estados de la República mexicana. En algunas comunidades de Guerrero, los enganchadores llegan a pedir hasta dos mil dólares para proponerlos como candidatos a jornaleros con visa H2A, sin tener la certeza que el consulado de Estados Unidos en Monterrey les entregue dicho cartón para ir a trabajar en los campos agrícolas de aquel país. 

En esa travesía, los jornaleros indígenas se enfrentan con problemas como es contar con intérpretes de inglés a español o de lengua indígena a español, lo cual complica la interacción de los campesinos con empleadores en los campos agrícolas estadounidenses. 

En 2018, viajé a Immokale, Florida para documentar la lucha de los jornaleros agrícolas aglutinados en la Coalición de Trabajadores de Immokale, que habían conseguido que las cadenas de comida rápidas le firmaran el convenio de Código de conducta con los granjeros de la península para disminuir los abusos de los empleadores hacia los obreros agrícolas. 

En ese viaje me topé con varias dificultades para moverme de una ciudad a otra, sobre todo, las que se encuentran fuera de las ciudades turísticas, la falta de transporte y el abuso de los transportistas hacia los pasajeros es muy común. Mientras que los migrantes con visa H2A no denuncian porque los amenazan con no volverlos a contratar.  

A pesar de la diferencia cultural no todo está perdido, porque al recorrer la costa de Florida, la vida transcurre como en los campos agrícolas de México. Las lenguas indígenas y la gastronomía hacen que los migrantes se sientan como en casa. Por ejemplo, en los camiones, la conversación se torna en la vida de los surcos y el regreso al lugar de origen. 
-¿Ya se acabaron las naranjas? -arrojó la primera pregunta, Francisco, antes de saludar a los nuevos pasajeros del camión el Tornado. 
-Ya, ya se acabaron, ahora a regresar a México -contestó Mario. 

Así empieza la plática entre los paisanos que trabajaron durante ochos meses en los campos agrícolas de Florida. Cuando llegan a estos campos empiezan en el corte de jitomate, de ahí se van con la naranja y cuando termina retornan a México.

La violencia que viven los jornaleros agrícolas con visa H2A en los campos agrícolas de Estados Unidos es un tema pendiente que ni el gobierno mexicano ni los organismos internacionales han revisado para disminuir los abusos de los empleadores hacia los obreros agrícolas. 

Urge que los consumidores, las organizaciones sociales y los gobiernos locales de México diseñen una estrategia para documentar los abusos que sufren los jornaleros en las granjas de Estados Unidos, porque la comida justa debe de venir por un trabajo justo y digno. 

Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.