Las desapariciones de personas en Veracruz viven un repunte. El Puerto pasó de ser un paraje turístico a tierra de desapariciones entre septiembre de 2019 y agosto de 2020
Texto: Miguel Ángel León Carmona / E-consulta Veracruz
XALAPA, VERACRUZ.- “¿Y tú dónde estás?”: En Veracruz. Fue la última pregunta que respondió Ulises Landero a su madre, Magdalena, el 16 de julio de 2020. Ese mensaje también es la única pista del joven de 21 años de edad y de su amigo José Carlos Arreguín, de 28, antes de que desaparecieran.
Magdalena –mientras ve la conversación de su hijo en el celular– comparte la impotencia de que “nadie haya visto nada cuando se los llevaron”; de que no existan grabaciones en cámaras de seguridad, ni noticias de la camioneta donde Ulises y José Carlos viajaban, una Town Country color plateado.
Pero no es todo. La búsqueda de esta mujer, que no para desde hace 27 días, le ha mostrado una imagen que desconocía del Puerto de Veracruz. La brisa del mar y el silencio de las escolleras mutaron para ella en una especie de hoyo negro donde no hay noticias de su primogénito, ni de decenas de víctimas, de entre 17 y 55 años de edad.
De acuerdo con datos de la Comisión Estatal de Búsqueda, entre septiembre de 2019 y agosto de 2020 (11 meses) al menos 31 personas desaparecieron en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río; todos en contexto de violencia, confirmaron autoridades investigadoras.
La historia de Ulises Landero Sánchez y José Carlos Arreguín Castillo la cuentan sus madres, Magdalena y Elsa, quienes en común tienen el semblante desencajado. En sus rostros hay cansancio y desvelo. En sus estómagos “casi nada”. Las manos les tiemblan y sus voces se cortan.
“Ellos crecieron juntos. Años más tarde se hicieron compañeros de trabajo; repartían garrafones en una purificadora de agua”, cuentan las mujeres sobre los dos jóvenes que se criaron en un barrio del municipio de Coatepec, conurbado a Xalapa (capital de Veracruz).
La mañana del 16 de julio, José Carlos se despidió de Elsa cuando ella seguía acostada en su cama. Ulises no pudo hacerlo, porque Magdalena ya había salido a trabajar en una tienda de abarrotes que ella atiende. De ellos tampoco hay certeza sobre la forma en que vestían.
A las 12:39 horas, Magdalena escribió por WhatsApp a Ulises. Ella -al igual que Elsa- sabía que su hijo viajaría al puerto de Veracruz acompañado de una tía y de su amigo José Carlos. Entregarían algunos documentos y más tarde volverían.
– ¿Y tú dónde estás? (12:39)
– En Veracruz. (12:40)
– ¿Pero estás con tu tía? (12:44)
– No. Mi tía y ellos están en el hospital. (12:45)
– ¿Pero estás con alguien conocido de aquí? (12:47)
Pero ese último mensaje ya no tuvo respuesta. Desde entonces la comunicación con Ulises y José Carlos se perdió. En el caso de Elsa, cuenta que sobre su hijo tuvo información al día siguiente, cuando abrió Facebook en su celular y encontró en mensajes de ayuda para localizarlo a él y a su compañero de trabajo.
“De él hasta el otro día supe, por medio del Facebook, que estaba desaparecido. Lo último que me dijo fue ‘ya me voy, mami’. No me ha quedado de otra que esperar (…). Es morirse en vida, porque los hijos duelen mucho; hay veces pienso que no voy a soportar tanta angustia de no saber nada de mi muchacho”, dice Elsa, quien se gana la vida cortando el cabello y aplicado tintes en su estética.
Las desapariciones de Ulises y José Carlos fueron reportadas a la Comisión Estatal de Búsqueda de Veracruz (CEBV) y posteriormente denunciadas ante la Fiscalía General del Estado (FGE). Aunque la atención ha sido cordial, refieren Magdalena y Elsa, lo único que han obtenido sobre sus hijos es la confirmación, mediante un rastreo satelital, que la última ubicación de ambos fue en el puerto de Veracruz.
En un acto inesperado durante la entrevista, Elsa opta por referirse a los plagiarios de su hijo en vez de a las autoridades. “Quiero pedirles el favor que nos los devuelvan. Nosotros no queremos saber nada de nada, no queremos hacer nada de represalias, simplemente queremos a nuestros hijos vivos”, dice mientras sostiene una fotografía tamaño carta.
A esta petición se suma Magdalena. “Yo no quiero problemas, solo le pido a la gente que se los llevó que aparezcan vivos y sanos. Todo es raro porque me parece que hay mucha gente ahí y que ahí los hayan desaparecido y que nadie diga nada”.
Elsa y Magdalena son vecinas que apenas compartían el saludo cuando coincidían en la colonia. Sin embargo, desde la desaparición de sus familiares, juntas emprendieron una campaña en redes sociales donde comparten fichas informativas.
Ulises Landero mide 1.70 metros, sus ojos son café oscuro; tez morena clara, cabello lacio y corto. Además, tiene un tatuaje en el brazo derecho. Carlos Arreguín es un poco más alto, mide 1.75 metros, de tez morena clara y ojos café claro. Él tiene un tatuaje, pero en su brazo izquierdo.
A Ulises su madre lo refiere como un muchacho alegre, a quien le gusta bailar reggaetón y “compartir todo lo que él tenía con sus amigos en el trabajo”. Es el mayor de dos hermanos, estaba por concluir la prepa y tiene una novia que se unió a la búsqueda desde redes sociales.
De José Carlos, Elsa explica que, si bien no pudo verlo el día que desapareció, suele usar gorra, pantalón de mezclilla, playera blanca y cargaba a todos lados una mochila y unos audífonos. “Mi hijo es muy sociable, buena persona. No se metía en problemas, sí le gustaba salir a divertirse, pero siempre llegaba a casa”, agrega su madre.
Elsa y Magdalena comparten que hasta antes de sus casos, no sabían del fenómeno de las desapariciones en Veracruz. “Ahora nos enteramos de todo lo que está pasando. Nos sorprende bastante, desde niños hasta personas adultas están desaparecidas”, acotan.
Para Lucía Díaz Genao, fundadora del colectivo Solecito Veracruz, las desapariciones han repuntando en la zona conurbada como en otras regiones del estado.
“Es muy lamentable. Continúan las desapariciones de manera alarmante. Basta ver las publicaciones de la Comisión Estatal de Búsqueda Veracruz está repuntando en las desapariciones y necesita un modelo de búsqueda inmediata mucho más eficaz”, dijo la madre de Luis Guillermo Lagunes Díaz, desaparecido en Veracruz desde 2013.
Puerto de Veracruz: De paraje turístico a tierra de desapariciones
Los casos de Ulises y José Carlos no son aislados en el puerto de Veracruz y Boca del Río. Dos de los municipios con mayor atracción turística en el Estado también guardan historias de desapariciones ligadas a presuntos integrantes de la delincuencia organizada, particulares y policías, todos señalados como los perpetradores de estos crímenes.
Uno de los hechos más recientes ocurrió el pasado 10 de agosto y fue captado en cámaras de video. Familiares de Rafael Hernández López y Gustavo “N”, acusaron que ambos fueron privados de la libertad por elementos de la Fuerza Civil de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).
Los policías, considerados de élite en el Estado, fueron señalados del allanamiento de tres viviendas, durante la madrugada, en los fraccionamientos Lomas de Río Medio 1 y 3, en la zona norte de la ciudad de Veracruz.
El primer hecho fue reportado en la calle Río Mixteco. Elementos policiales habrían ingresado por la fuerza a una casa ubicada en el fraccionamiento Lomas de Río Medio 3.
Allí, una mujer de 27 años de edad, denunció que fue amenazada con armas largas, amarrada y sometida mientras los policías hurgaban entre sus pertenencias.
La víctima señaló que nunca le fue presentada una orden de cateo para el allanamiento de su domicilio, además de que los agentes se llevaron dinero y las llaves de dos motocicletas.
De manera simultánea y en allanamientos similares, Rafael Hernández y Gustavo “N” fueron sustraídos de sus domicilios y privados de la libertad en los fraccionamientos Río Medio 1 y 3, respectivamente.
En este hecho presuntamente participaron agentes policiacos a bordo de dos patrullas de la Fuerza Civil identificadas con los números 3534 y 2727, así como una camioneta Jeep blanca, de acuerdo con lo descrito por testigos.
En fotografías difundidas por vecinos de viviendas y negocios de los alrededores, fue registrado que las patrullas de la Fuerza Civil recorrieron en diversas ocasiones la zona, horas antes de los hechos.
Otra desaparición, de 31 registradas durante los últimos 11 meses, es la del empresario constructor Edgar Álvarez Flores, privado de su libertad el 25 de marzo de 2020, en Boca del Río, donde habría cobrado un pago de 2.5 millones de pesos.
Por este probable crimen fueron detenidos el pasado 21 de julio Armida “N”, exalcaldesa de Xalapa y colaboradora de la titular de la Conade, Ana Gabriela Guevara, así como los empresarios Jesús «N» y Rafael «N».
Familiares de Édgar Álvarez, de 40 años de edad, señalaron que él viajó de Poza Rica a Boca del Río para sostener una reunión con Jesús «N»., en sus oficinas ubicadas en el fraccionamiento Costa de Oro.
Al llegar a ese lugar, compartió su ubicación con Armida “N”, y habría referido “Estoy en el punto”. Después de ello desapareció.
La víctima presuntamente fue intermediario de Armida “N” y cobró un soborno de Jesús “N” y Rafael “N”, a cambio de la entrega de un contrato con la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) por 19.9 millones de pesos, en favor de la empresa CIMCSA.
Además de estos casos, otras 26 personas (todas del sexo masculino) desaparecieron durante los últimos 11 meses del gobierno representado por Cuitláhuac García Jiménez:
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