Al presidente no le gusta el periodismo que investiga, revela y pregunta. Parece querer su propia prensa aduladora, como la que se financió en los gobiernos anteriores. Un periodismo abyecto que no le sirve a la sociedad.
Por Ernesto Núñez Albarrán
Twitter: @chamanesco
En medio de una sesión de preguntas y respuestas sobre el espionaje militar practicado en este sexenio, el presidente Andrés Manuel López Obrador soltó una frase que define inequívocamente lo que para él son las conferencias de prensa mañaneras.
“Ustedes no van a poner la agenda”, le dijo a la reportera Nayeli Roldán, cuando ella le hizo ver que las conferencias de prensa celebradas en Palacio Nacional, organizadas y transmitidas con recursos públicos, deberían ser espacios de rendición de cuentas en favor de la ciudadanía.
El presidente aprovechó la conferencia de prensa del viernes -la número mil 57 desde que comenzó su gobierno- para hacer una nueva descalificación de los medios de comunicación que considera contrarios a su “proyecto de transformación”.
Ese día le tocó a Animal Político, Aristegui Noticias y Proceso, los medios que -junto con la Red 3D y Artículo 19- publicamos una reciente investigación que demuestra, por segunda vez, que en el gobierno actual el Ejército espía a civiles utilizando la herramienta Pegasus.
Evidentemente, no le gustó al presidente que esa realidad fuera expuesta en dichos medios y mucho menos que dos reporteras (Nayeli Roldán de Animal Político y Dalila Escobar de Proceso) llevaran el tema a su programa matutino de televisión, en donde él suele decidir de qué se habla y en qué tono se habla.
“El periodismo de ustedes no está cerca del pueblo, está al servicio del poder, de la oligarquía, de los que se sentían dueños de México y quieren regresar por sus fueros… ustedes son pieza clave de ese grupo conservador, corrupto, que le hizo mucho daño al pueblo y a la nación”, dijo López Obrador como parte de una larga declaración plagada de insultos y mentiras. Quizás una de las más enconadas que ha hecho en más de mil conferencias de prensa mañaneras.
Es curioso que López Obrador diga que los medios en cuestión nunca criticaron a Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto, lo cual es absolutamente falso y que, en cambio, solape y permita que se sigan financiando con recursos públicos a medios como TV Azteca, los que realmente nunca cuestionaron ni el foxismo, ni el calderonismo ni el peñismo.
Precisamente la reportera que lo cuestionaba en la mañanera es integrante del equipo que entre 2016 y 2017 reveló el caso de la Estafa Maestra, un mecanismo de corrupción utilizado por dependencias y funcionarios para desviar miles de millones de pesos en el sexenio de Peña Nieto.
Aunque la Estafa Maestra sí fue usada por el lopezobradorismo para condenar -con razón- la corrupción que imperaba en el sexenio de Peña Nieto, lo cierto es que el gobierno de López Obrador ha actuado con ineptitud en las investigaciones. Aprehendió a Rosario Robles en 2019, y usó políticamente esa detención, pero recientemente un juez exoneró a la ex secretaria sin que siquiera se haya investigado a fondo el caso Estafa Maestra.
De eso, por cierto, tampoco se habla en las mañaneras.
El viernes, el presidente usó su tribuna para tratar de desprestigiar a los medios, y en particular a Animal Político, por haber “recibido dinero” del gobierno anterior. Basó su dicho en las partidas de publicidad oficial que, si puede usar, es porque los diez millones de pesos de los que habló formaron parte de un contrato formal y legal, como los que se establecían -y continúan firmándose- entre los medios y los gobiernos federal y estatales.
Esos diez millones, por cierto, representan una cantidad mínima en la bolsa de más de 60 mil millones de pesos ejercidos en publicidad oficial durante el sexenio de Peña Nieto. Es una milésima parte de los más de 10 mil millones de pesos que se gastaban anualmente en esa administración, y una porción insignificante frente a los contratos de las televisoras que, por cierto, siguen siendo las principales beneficiarias de la publicidad gubernamental en el sexenio de López Obrador.
Pero, sobre todo, no hay una sola evidencia de que esos 10 millones de pesos hayan servido para “suavizar” la línea editorial de Animal Político respecto al peñismo.
Lo que realmente quedó exhibido el viernes en la conferencia de prensa mañanera fue la nula tolerancia del presidente hacia sus críticos, su muy particular visión del periodismo que según él le sirve a la sociedad (el que respalda acríticamente a la “cuarta transformación”) y su negativa a aclarar aquellos temas que resultan sensibles, como es el del empoderamiento de las Fuerzas Armadas durante este sexenio.
No es casual que el presidente haya perdido la compostura justo cuando la reportera le preguntó si era posible que el general Audomaro Martínez Zapata, director del Centro Nacional de Inteligencia, fuera a la conferencia mañanera a responder sobre los documentos que demuestran que Pegasus se sigue usando para espiar a periodistas y defensores de derechos humanos.
Al presidente le molesta que el periodismo escudriñe el poder militar, que se le exijan cuentas y que se cuestione la narrativa del ejército benefactor y “pueblo uniformado” que él ha creado desde las conferencias mañaneras.
A López Obrador no le gusta el periodismo que pregunta; le gusta el “periodismo” que lo felicita por llevar a cabo ese ejercicio que es un “diálogo circular”, el “periodismo” tarjeteado por Jesús Ramírez Cuevas, el “periodismo” de la adulación y la propaganda.
El “periodismo” que, por supuesto, existió en los gobiernos anteriores, bajo el amparo y patrocinio multimillonario del poder. El “periodismo” abyecto que, ni antes ni ahora, le sirve a la sociedad.
Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.
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