Las 35 casas restantes de la comunidad de El Bosque, en Centla, Tabasco, dieron paso a las olas del mar que, embravecido y alimentado por un frente frío, cubrió con sus aguas el estrecho de tierra en el que se levantó un pueblo de pescadores. Cientos piden un refugio seguro mientras su proceso de reubicación sigue
Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Nuestro Futuro
CIUDAD DE MÉXICO.- “Ya está destruido en su totalidad, la marea se abrió paso y ya entró al río. Esto fue el primero de noviembre y el día dos fue que estuvo lo más crítico que pudimos haber tenido durante todo este tiempo. Y apenas recién están empezando los nortes”, cuenta Guadalupe Cobos, habitante de El Bosque en una llamada telefónica.
El Bosque, en el municipio de Centla en Tabasco se encontraba en el delta creado por el Grijalva en su salida al Golfo de México. Desde el 2019 sus habitantes se percataron del inusitado aumento del nivel del mar. “Por la noche la marea subía, pero ya no bajaba”, cuentan. A mediados de 2022 su crecimiento se aceleró y se llevó una línea de casas frente al mar; en diciembre, la segunda. El primero de noviembre de 2023 entró a las 35 casas que quedaban de pie.
“Siendo las 17:30 de la tarde salimos de nuestras casas con desesperación, bajo la lluvia, con nuestros niños y ancianos, caminamos hacia la entrada de la comunidad y esperamos los carros para la evacuación”, cuenta la comunidad en un comunicado lanzado la tarde del dos de noviembre.
“Lo que quedaba de la comunidad tuvo que ser evacuada por la subida del mar, que entró con todas sus fuerzas en la noche y se unió con el río Grijalva”, cuenta Guadalupe Cobos.
“Los de protección civil tardaron en llegar, tuvieron a la gente ahí bajo la lluvia como dos horas y tuvieron que caminar entre las olas para llegar a lo seco de la carretera y ya ahí los recogieron».
En ese momento, a una parte de la comunidad se le llevó al Colegio de Bachilleres de la ciudad de Frontera, que tuvieron que dejar antes del lunes, cuando el plantel retomó sus actividades escolares. Autoridades del ayuntamiento intentaron pedirles que regresaran a sus casas, lo que es imposible, por lo que les trasladaron a un centro social y recreativo del ayuntamiento, donde reciben alimentos proporcionados por Protección Civil.
En El Bosque se perdieron 35, algunos refugios de lámina que tenían quienes ya habían perdido sus casas, dos postes de luz y el abastecimiento de energía en toda la comunidad así como sus pozos de agua, que se salaron después de quedar cubiertos por el mar.
La noche en que se trasladó a la mayor parte de los habitantes de El Bosque a un refugio, Guadalupe Cobos, junto con otras siete personas se resguardaron como pudieron en los edificios que quedaron en pie en la comunidad. Quisieron permanecer en el pueblo para disuadir la rapiña que sabían llegaría al siguiente día.
“Todo lo que vi, todo lo que he vivido ya pasó a otro mundo. Ya el mar se lo tragó. Oír los estruendos de las casas cuando las olas destrozaban sus recámaras, el poste que se va. Uno presiente la muerte, de escuchar cómo cantaban las gallinas y de cómo los perros y los gatos no dejaban de aullar. Mucha gente perdió todo, las últimas casas quedaron hasta la mitad de la arena. Queríamos reconstruir, pero no creo que se pueda, ya para vivir ya no, tal vez solo la cooperativa (de pesca) pero quedó tapizada de arena, ya quedó bajita, al raz del piso”. cuenta Guadalupe sobre esa noche.
A pesar de la guardia que montaron Guadalupe y sus vecinos, sus pocos ojos no fueron suficientes para detener a los ladrones que el 3 de noviembre se llevaron los cables de cobre caídos de las torres de electricidad. Ella logró resguardar su motorcito, dos cayucos y las redes que usa su familia para pescar, también un rotoplas y una tina con cerca de 400 pejelagartos que su hija intenta criar.
“No vamos a sobrevivir aquí, nosotros seguimos aquí, me quedé como siempre me quedo, pero para este último norte que va a venir no me voy a quedar. Al mar no se le enfrenta, se le tiene que respetar”, agrega Guadalupe por el teléfono.
Los pobladores de El Bosque sobreviven sin saber qué hacer. Algunos, los que tienen más oportunidad, están rentando pequeños cuartos que les ha ayudado a encontrar el ayuntamiento, sin embargo, no todos tienen esa fortuna.
La mayoría de las familias del bosque vive al día, disfrutando de los productos del mar, sin embargo, con la llegada de la temporada de frentes fríos, o nortes como los llaman aquí, las olas se remueven como si hubiera un huracán y la pesca es pobre.
En enero de 2023 el presidente López Obrador ordenó dar atención a los pobladores de El Bosque y pidió a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, diseñar un plan de reubicación. El plan está listo, sin embargo, el espacio para llevar a cabo la reubicación no.
El terreno, que según las autoridades del ayuntamiento se encuentra a 12 kilómetros de la ubicación de El Bosque, está en proceso de ser donado por el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales al Ayuntamiento de Centla. Sin embargo, el proceso parece atorado por la burocracia. Tampoco existe claridad para las más de 60 familias de El Bosque, pues creen que el plan de reubicación solo contemplará a 50 familias, sin embargo, no saben cuáles; no hay un padrón o una lista que se les haya hecho llegar.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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