Las mujeres trans somos mujeres, tengamos o no intervenciones exógenas en nuestros cuerpos. El tenerlas o no, es una decisión que debe ser respetada. Esta es una invitación a la reflexión, y, sobre todo, al respeto hacia las mujeres trans
Tw: @EvoletAceves
Hay una falsa creencia, incluso al interior de la población trans, que consiste en darle una mayor legitimidad a las personas trans que atraviesan por tratamientos hormonales o intervenciones quirúrgicas. Lo he repetido en varias ocasiones: yo no sé si algún día efectuaré algún cambio de ese tipo en mi cuerpo. No sé si quiera hacerlo porque me gusta mi cuerpo, y tal vez me hubiera gustado nacer con el cuerpo de una mujer cis, sin embargo, no fue así.
Nunca es tarde para una transición, y no me refiero necesariamente a las intervenciones arriba mencionadas, sino a acatar la plena conciencia de la identidad de género, y quizá hacer adecuaciones en el arreglo personal y, naturalmente, en la cosmovisión, en el desarraigamiento de la opresión sexista que sobreviene al estar inmersos en una sociedad machista.
A estas alturas de mi vida, tener intervenciones no sería del todo de mi agrado, no sé si me sentiría yo misma. Y, sobre todo, no sé si me beneficiaría.
En el último año que he vivido sola en Estados Unidos, me he percatado de las diferencias de ser trans en México y serlo en Estados Unidos. A pesar de que vivo en Albuquerque, una ciudad que no es enteramente cosmopolita como Los Ángeles o Manhattan, el centro de Nueva York, por mencionar dos de las ciudades con mayor concentración económica en el país vecino, la vivencia como una persona trans aquí me ha resultado sumamente satisfactoria en muchos sentidos, escenarios en los que en México fácilmente podría correr peligro.
Pero también esta vivencia independiente me ha otorgado mucho tiempo, acaso involuntario, de reflexión, de una inmersión introspectiva en mi razonamiento, en mi pensar, al grado incluso de no considerarme una mujer trans. Con esto no quiero decir que soy un hombre cis, quiero aclarar; más bien, el acercamiento, acaso espiritual, con mi propio ser, con mi propia esencia.
Esto me ha llevado a alejarme de las etiquetas, en ocasiones me he llegado a considerar una mujer agénero, en diálogo con la circunstancia de una mujer trans y, al mismo tiempo, con el de una mujer no binaria. Siempre está presente en mi identidad el género femenino, sin duda, pero a veces las etiquetas son molestas.
Simplemente prefiero considerarme a mí misma como una mujer que fluye en los géneros, que no cabe en las etiquetas. Quizá lo más cercano a mi identidad —si se trata de encajonar en un término— sea una mujer trans no binaria, pero, repito, las etiquetas con frecuencia me incomodan.
Es necesario dejar de jerarquizar a las mujeres trans con base en el cuerpo, en las corporalidades, en las apariencias. No se trata de competencias, a ver quién es más trans.
Tomar la decisión de pasar por un tratamiento o cirugía para reafirmar el género es una decisión muy íntima y respetable, pero también la es el decidir no hacerlo. Esta decisión no debe ser razón de rechazo, ni de mayor o menor legitimidad.
La historia de la diversidad sexual ha ido avanzando. La Psicología, la Sociología, la Antropología y la Filosofía son ciencias que se vuelven herramientas para comprender dicha evolución. Lo mismo con la Biología, de la cual grupos políticos, religiosos y fascistoides, e individuos transfóbicos, a base de teorías conspiratorias, discriminatorias y esencialistas, se han agarrado para denigrar y esparcir demagógicamente un odio generalizado en contra de las personas trans.
Por esto considero sumamente pertinente aclarar ciertas mitologías al interior de la errónea jerarquización binaria, patriarcal y machista, polarizante, que se da en torno a las mujeres trans.
*Una mujer trans con senos no es más ni menos que una mujer trans sin ellos
*Una mujer trans con vaginoplastia no es más ni menos que una mujer trans sin ella
*Una mujer trans sin vello no es más ni menos que una mujer trans con vello
Y la decisión de hacerse o no una intervención de cualquier tipo, insisto, es una decisión que debe respetarse, porque cada persona trans vive una experiencia muy particular, muy distinta.
Las personas trans atravesamos un autodescubrimiento psíquico, corporal y social, muy distinto que el de las personas cis, quienes cuentan con todo el respaldo de la sociedad y de las instituciones que la componen; las personas trans no.
Afortunadamente, hay asociaciones, ONGs y activistas que han sido una luz en el camino pedroso y oscuro que muchas personas trans afrontamos, sobre todo cuando no se tiene el apoyo de la familia, ya sea por conservadurismo o por ignorancia, o por ambas. Estas asociaciones han ido en aumento.
Las juventudes también tienen una percepción distinta, son las nuevas generaciones quienes están haciendo un cambio cada vez más notorio en la sociedad. Las disidencias sexogenéricas viven una realidad mucho más libre que la que se vivía décadas atrás, aún en este siglo. Hoy ya no es lo mismo que hace diez años.
Siento un compromiso, al ser una de las contadas mujeres trans que tienen la oportunidad de escribir una columna de opinión en México, el segundo país con mayor tasa de transfeminicidios impulsada por la ignorancia, el machismo y la violencia sistemática, de abordar este tema.
Las mujeres trans somos mujeres, tengamos o no intervenciones exógenas en nuestros cuerpos. El tenerlas o no, es una decisión que debe ser respetada. Esta es una invitación a la reflexión, y, sobre todo, al respeto hacia las mujeres trans.
Twitter: @EvoletAceves
Instagram: @evolet.aceves
everaceves5@gmail.com
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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