Una leyenda palestina

4 noviembre, 2023

Una historia antigua, una de las leyendas de esas tierras palestinas que solían escucharse alrededor de alguna fogata o una mesa de cocina, donde niños escuchaban asombro historias de genios y demonios del desierto.  

Por Lydiette Carrión / @lydicar

A veces lo único que una persona puede hacer frente al horror es rescatar la memoria. 

Es poco lo que hallo sobre tradiciones de los pueblos musulmanes que han habitado el territorio palestino. Me encuentro con el libro “Speak bird, Speak again” (habla pajarillo, habla de nuevo”), escrito por Ibrahim Muhawi y  Sharif Kanaana. Se trata de una colección de leyendas populares palestinas, recopiladas en campo, como narran sus autores, entre 1978 y 1980 en varias partes de Palestina, la Galilee (que desde 1948 fue ocupada por el  Estado de Israel), el West Bank y la Franja de Gaza.

El criterio de elección que tomaron los autores fue que se tratara de historias populares en la población. Que documentaran no una sino varias versiones de una misma historia. El propio libro explica un par de cosas: estas leyendas populares están vinculadas con el lenguaje femenino, con la forma de narrar y de ver el mundo femenino en aquella –para nosotros– lejana parte del mundo. 

El libro tiene su propia historia: ha sido demonizado y quemado en Palestina por el grupo Hamas, para este grupo que algunos Estados de Occidente catalogado de extremista o terrorista,  el narrar o mostrar hacia afuera la sabiduría popular es una afrenta. Un dato más de cómo la población palestina, sus historias, sus leyendas, su historia, su tierra, todo aquello que le da identidad, ha estado bajo fuego cruzado hace mucho.  Aunque eso sí, esos fuegos cruzados no son equiparables. Una violencia tal que destruye el espíritu, mata a sus niños y bebés, infancias cuyo derecho arrebatado, entre muchos más derechos arrebatados, es escuchar estas historias alrededor de alguna fogata o una mesa de cocina, riéndose y asustándose frente a los monstruos del desierto. 

Doy un vistazo al libro, encuentro mucha liberalidad para hablar de excremento, de flatulencias. Leo un cuento sobre una mujer que deja escapar una de ellas, y avergonzada viaja al mundo de los espíritus, donde su pedo la premia por la vergüenza que la ha hecho pasar… Historia de cabritas, una muy, pero muy parecida a un cuento popular que hasta el día de hoy yo pensaba que era eslavo… , en las historias hay también los  valores del islam: Cada cuento empieza con el estribillo, no hay dios más que dios. Sólo Alá es dios… 

En esta ocasión no pido permiso. Hago una traducción libre de uno de los cuentos narrados. La historia de una pequeña familia –un esposo, la esposa y una hija casadera–que salen de su pueblo en busca de un lugar mejor, viajan, cruzan el río Jordán y llegan  a lo que hoy es Jordania, una costumbre común entre los antiguos pueblos palestinos, seminómadas, que cruzaban aquel río cada cierto tiempo, en busca de pastos para sus rebaños. 

Es ahí donde encuentran un pueblo entero en ruinas. Entran a una de las casas abandonadas,  y deciden meterse ahí a pasar la noche. Poco después llega una mujer y le dice al hombre: “Bienvenido, sobrino. Esperaba tu regreso”. 

El hombre trató de explicar que su padre jamás le habló de que tuviera hermanas, y le explicó que habían llegado por casualidad. Pero la casa estaba llena de comida, así que decidieron aceptar la hospitalidad. La pequeña familia se quedó en esa casa y la tía vivía en otra casa en aquel mismo pueblo en ruinas,  a cierta distancia de ahí. Una noche la hija le llevó a la tía una cena, pero al asomarse por la ventana vio a la mujer convertida en una ghouleh (suerte de genio, demonio, ánima) que devoraba a un hombre joven con trenza. La muchacha se alejó y llamó desde la distancia. 

Tía, le gritó, le traigo su cena. 

Entonces la ghouleh dejó de devorar su “verdadera cena”,adoptó su forma humana y se acercó a la muchacha, quien estaba aterrorizada: “Allah te proteja, sobrina, dijo la pretendida tía. 

Ella explicó que estaba asustada porque vio una sombra. Entonces la tía tomó la cesta de comida y le dijo: no te preocupes, te veré desde aquí hasta que entres a tu casa.

La muchacha fue enseguida con su mamá, se dio cuenta, sin embargo, de que la ghouleh la había seguido. Cuando su madre le preguntó: “¿Cómo está tu tía?”, ella respondió: Muy bien, la encontré sentada tranquilamente con su cabeza sobre su regazo”.

La ghouleh entonces se fue, a terminar de devorar al joven. Sólo entonces la muchacha dijo: “mamá, resulta que nuestra tía es una ghouleh”

–¿Cómo sabes que es una ghouleh?

–La vi comiéndose a un muchacho con caireles como los de una muchacha. 

Entonces la madre despertó al esposo, que se encontraba en otra habitación: ¡Despierta! Resulta que nuestra tía es una ghouleh!

Pero el esposo, en vez de creerle, le respondió: ¡tú eres la ghouleh!

“Está bien”, respondió la esposa. “Sí, estábamos jugando. Vuelve a dormir”. 

Inmediatamente se quedó dormido de nuevo. Entonces la esposa tomó un costal de harina y una lata llena de aceite de oliva, así como una bestia de carga. Cargaron las provisiones en el animal y partieron de inmediato, mientras rezaban. 

El esposo, en cambio, despertó hasta la mañana, y sólo entonces se percató de que ni su mujer ni su hija estaban. Oh, pensó, parece que lo que dijeron es verdad. Así que se escondió detrás de un depósito de harina. Poco después la ghouleh llegó y al no hallar a nadie en casa, comenzó a bailar y a lamentarse de que no hubiera nadie. 

El hombre se asustó tanto que soltó un pedo, el cual provocó que la harina volara.

Ahí estás, dijo la ghouleh. ¿Qué quieres que te devore primero?  

–Come primero mi mano, que no escuchó a mi hijita.

Después de devorarla, la mujer le preguntó que le devoraría ahora. 

–Come mi barba, que no escuchó a mi mujer.

Y así ocurrió hasta que lo devoró por completo. 

*** 

Mientras tanto, la mujer y la hija habían llegado de nuevo a casa. La madre explicó: «Ella está obligada a perseguirnos y a transformarse en una perra. Ella rasguñará la puerta de la casa. Voy a hervir un cazo lleno de aceite de oliva, tú abrirás la puerta y cuando ella entre, vertiré el aceite. 

Y como explicó la madre, ocurrió. Un tiempo después el demonio llegó convertido en perra. La muchacha abrió la puerta y su madre vertió el aceite. Y la ghouleh fue muerta. 

Entonces madre e hija avisaron a los vecinos sobre el pueblo, cruzando el río Jordán, que estaba lleno de alimento ya que estaba resguardado por una ghouleh. Pero ahora podían tomarlo.

Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).