La Matlalcuéyatl, La Malinche, es el hogar de cientos de especies de hongos, muchos de los cuales se comen desde hace al menos ocho generaciones en San Miguel Canoa; un grupo de habitantes está luchando por preservar la cultura del consumo y preservación de los hongos de la región. Son saludables y su presencia significa la salud del bosque
Texto Aranzazú Ayala Martínez
Fotos: Olga Valeria Hernández/Lado B
PUEBLA, Pue.- Cuando Miguel era un niño y tenía apenas 11 años, su abuela pasaba por él y su hermano Jorge para llevarlos al campo durante las vacaciones, a las faldas de La Malinche, e internarse en el bosque para recolectar hongos comestibles. Para Miguel, años después, estas caminatas serían la semilla de donde brotó la idea de hacer la Feria del Hongo en su natal San Miguel Canoa, para recuperar la cultura de los hongos y hacer conciencia sobre la importancia del rescate y preservación del bosque de la montaña.
La feria termina este fin de semana, por lo que LADO B se reunió con sus fundadores para aprender más del reino fungi y su importante papel en nuestro ecosistema.
Miguel Ángel Reyes nació en San Miguel Canoa, junta auxiliar del municipio de Puebla y la entrada a La Malinche (conocida como Matlalcuéyatl) del lado poblano. Al igual que su hermano Jorge, es chef de profesión y ambos pasaron años viajando y trabajando fuera del estado; pero Miguel quería hacer algo por su comunidad y esperaba el momento de poder regresar.
“Queríamos ya llegar a nuestro territorio fresco, vivir la montaña, caminar. Llegamos un día por la mañana y nos encontramos con un panorama totalmente desolador, ya que se estaba incendiando esa parte de la montaña”, dice Miguel sentado sobre el cofre de su coche, a orilla de la carretera, mientras señala hacia el horizonte cubierto de nubes negras que rodean la cima de la Matlalcuéyatl.
“Era de terror, la película era de terror”; el chef cuenta cómo, aunque se logró apagar el incendio, las afectaciones fueron muy grandes. En ese momento supieron que tenían que hacer algo para cuidar la montaña.
Miguel le platicó a su hermano la idea de hacer una feria del hongo con la intención de recordar la tradición familiar, que viene de ocho generaciones atrás, de recolectar y comer los hongos que hay en el bosque y, también, de cuidar la Malinche por ser fuente de alimento y un lugar sagrado.
Entonces los hermanos se juntaron con Édgar Acatitla, su amigo y biólogo de confianza, especialista en hongos, y hablaron con algunas autoridades locales e hicieron la primera feria del hongo en 2019.
La iniciativa incluye, además de un día de pláticas, talleres y exposiciones, una serie de recorridos micoturísticos (esto es, turismo micológico, para conocer y explorar el reino fungi) por el bosque. Las actividades están directamente relacionadas con la preservación del bosque de La Malinche, pues aunque en Puebla también hay organización social para rescatar la montaña, casi todas las comunidades que están haciendo jornadas de vigilancia, reforestación y educación ambiental están en Tlaxcala.
Los recorridos duran entre seis y ocho horas, saliendo del centro de Canoa y llegando hasta dentro de la montaña. El domingo 29 de agosto se reunieron cerca de 40 personas, después de partir en caravana desde San Miguel Canoa se sube un trayecto en coche de 30 minutos hasta llegar a una zona más adentro de la Malinche.
En ese punto todavía no empieza el bosque: se ven aún muchos llanos y pocos árboles, señal de la deforestación. El grupo se estaciona en un pequeño claro donde hay caminos a ambos lados de la carretera que sigue subiendo por la montaña.
La expedición se divide en cuatro grupos, encabezados cada uno por Édgar, Miguel, por Don Nico, un honguero experto de Canoa y por el profesor Eloy Herrera, investigador experto en hongos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
En el recorrido hay personas de varias edades, algunas vienen de fuera de Puebla, y una buena parte son biólogas. Las reglas son sencillas y muy claras: nadie deja basura, nadie perturba el bosque, si se va a cortar un hongo se le pregunta a los expertos para saber si es comestible y no es venenoso, y nunca se juntan hongos tóxicos con comestibles en la misma canasta. De ser posible, al ver basura que hayan dejado otras personas, hay que recogerla.
El profe Eloy, don Nico y Édgar son como enciclopedias andantes. Los biólogos saben los nombres científicos de los hongos y dan algunas explicaciones; la primera es que los hongos que son completamente blancos son venenosos.
Se puede decir que sin bosque no hay hongos: en la zona deforestada, donde no hay árboles grandes y hay apenas algunos matorrales, casi no hay ninguno.
Al adentrarse a la zona boscosa, llena de humedad, es como si se llegara a otro universo. El verde brota por todos lados, desde las copas de los árboles, los troncos, las piedras y los suelos. Los colores son brillantes y en cualquier paso se encuentra un tipo diferente de hongo: amanitas rojas, venenosas, parecidas a las casa de los Pitufos; también hay algunos que salen de los troncos de los árboles, otros muy pequeños, algunos con el sombrero muy grande que tienen sabor a avellana, otros que parecen corales, color rojo oscuro, conocidos como Tlapitza, los más comunes en la dieta de Canoa.
Mientras más se sube por La Malinche, más espeso es el bosque y más se perfila el increíble santuario de hongos, que peligra por la tala clandestina y los incendios forestales, todo eso de la mano de la falta de atención de las autoridades y la corrupción para preservar el Área Natural Protegida (ANP).
Al finalizar el recorrido se hace una comida: Miguel y Jorge enseñan cómo con el Tlapitza preparan mole de hongos que comparten con todo el grupo. Este platillo es parte de su cultura que también buscan preservar con las actividades de la Feria del Hongo. Miguel resalta que todo se ha hecho gracias a la organización entre ellos: el apoyo del gobierno brilla por su ausencia.
Integrar los hongos a la dieta diaria es recomendable. El Doctor Daniel Martínez Carrera, investigador del Colegio de Postgraduados de Puebla y especialista en Sistemas Agroalimentarios, explicó durante una conferencia en la 3a Feria del Hongo que el producir hongos es mucho más amigable para el medio ambiente que otras cosas.
Para producir 1 kilo de carne de res se necesitan cien mil litros de agua; para uno de maíz mil 500 y para un kilo de setas, dijo, apenas 28 litros de agua. Esto, hablando de la producción controlada, no los silvestres.
Si bien los hongos no tienen el mismo valor nutrimental que la carne o el maíz, Martínez Carrera señaló que los hongos tienen grandes beneficios en la prevención de enfermedades, pues ayudan a fortalecer el sistema inmune y tienen un efecto probiótico en el intestino.
Los hongos son, además, un indicador de que el bosque está sano: donde hay árboles y humedad, y el suelo no está erosionado, hay hongos. Donde el bosque está perturbado y el suelo erosionado, no hay hongos. Todas las pláticas y talleres de la tercera feria del hongo, dice Miguel, son también para crear conciencia del impacto ambiental, conocer la riqueza y cultura del hongo y cuidar todo el ecosistema.
Si quieres conocer más de la iniciativa da clic aquí.
Este trabajo fue realizado por Lado B, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar el original https://www.ladobe.com.mx/2021/09/una-feria-para-preservar-los-hongosde-la-malinche/
Periodista en constante formación, interesada en cobertura de Derechos Humanos y movimientos sociales. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona