22 noviembre, 2023
Desde su casa en Misantla, Veracruz, la familia de Arturo Zacarías viven lo increíble: observar a nivel mundial el secuestro de su hijo, uno de los ingenieros navales que viajaban en el Galaxy Leader, el buque que los rebeldes hutíes tomaron en el Mar Rojo en protesta por el genocidio en Palestina
Texto: Iván Sánchez
Fotos: Félix Márquez
VERACRUZ. – “Familia” se lee en el antebrazo de un hombre de edad avanzada y con un problema de audición que vive en Misantla, al norte del estado de Veracruz.
“Familia” se lee en la piel de un joven a varios miles de kilómetros, en un barco secuestrado en el Mar Rojo.
Familia es lo que son, padre e hijo, unidos por la sangre, la tinta y el nombre, Arturo Zacarías; uno profesor jubilado, el otro marino mercante.
A Don Arturo, como llamaremos al padre para distinguirlo de su hijo, lo acompañan María y José de Jesús, madre y hermano de Arturo respectivamente. Juntos esperan noticias del buque carguero Galaxy Leader que está secuestrado por rebeldes hutíes de Yemen.
Los hutíes han emitido fuertes acusaciones contra Israel, alegando que el país está llevando a cabo un «genocidio» en Gaza y han dejado claro que no se quedarán de brazos cruzados.
En videos difundidos en redes sociales se puede ver a hombre encapuchados gritando amenazas y mostrando las armas largas que llevan consigo.
La noticia del ataque llegó a sus oídos por diferentes canales, llamadas, mensajes de texto, preguntas de conocidos y familiares, las primeras horas sin información concreta, hasta que llegó la confirmación.
“A mí me avisó un primo, porque un tío que también es náutico intentó avisarme, pero la verdad no pudo; yo mediante otros amigos, me empecé a mover, que también son náuticos, a preguntarles si sabían algo y ya me dieron la triste noticia de que el barco lo habían secuestrado”
relata José de Jesús sentado en un sillón un poco viejo de color beige y verde.
Mientras, al fondo de la casa, recargada en la barra de la cocina, María desliza una y otra vez su dedo sobre la pantalla del celular, ve noticias, lee mensajes de aliento y revisa las fotos de su hijo que guarda en el dispositivo.
Cuenta que desde que recibieron la noticia, familiares y amigos se volcaron para apoyarlos y darles palabras de aliento. Les han acompañado en rezos y a la espera de buenas noticias que no llegan.
La mujer que padece diabetes hace todo lo posible por mantenerse estable, no desea que su enfermedad sea una preocupación más para su familia en estos momentos. Se intenta mantener fuerte, pero cuando halla algún rincón solitario en la casa, las lágrimas escurren por su rostro.
Entre sollozos, recuerda el amor de Arturo por el mar, su gusto por el agua desde pequeño, a pesar de vivir a varias horas del puerto más cercano, y cómo todo ello lo convirtió en un plan de vida.
“Mi hijo es súper activo, no lo tengo quieto ni un solo momento, le gusta la música, le gustan las motos, le gusta el béisbol, le gusta el mar, (…) desde chiquito, él creció en el agua y él siempre decía que quería conocer el mundo a través del mar”, cuenta.
Don Arturo, por su parte, acaricia su tatuaje, le hace sentir cerca de su hijo y recuerda cómo esas letras le dan fuerzas para mantenerse en pie. “Donde la vida comienza y el amor nunca termina” son palabras que recorren la piel en estilo cursivo.
En la casa de paredes rosas en Misantla, la familia de Arturo le imagina encerrado en su camarote, esperan que esté bien físicamente y que pronto sea liberado para poder abrazarlo y adornar juntos el árbol de Navidad, como era su plan hasta hace unos días.
Años con año, la familia Zacarías viaja junta para comprar el pino y adornos navideños, ese era el plan para el regreso de Arturo. También, juntos, como familia, despidieron a Arturo poco antes de embarcarse; todos fueron a un restaurante a celebrar el cumpleaños del patriarca.
“Nos comentan que están bien, que los tienen encerrados en sus camarotes, que no les han hecho nada”, indica José de Jesús cuando se le cuestiona qué información ha recibido.
“Pedimos sus oraciones para que todo este problema se resuelva lo más pronto posible y que, no nada más mi hijo, sino que todas las personas de la tripulación de este barco estén a salvo pronto y en sus casas”, añade María.
En la cabeza de la mujer sexagenaria, poco espacio hay para entramados geopolíticos y guerras en Medio Oriente. Como muchas personas en México, poco puede decir de la complejidad de la relación entre Israel y Palestina.
Para José de Jesús todo parece irreal, las imágenes del helicóptero de hombres armados llegando al barco le recuerdan a una película, y la relación del secuestro con la Franja de Gaza lo sabe por las noticias.
“Ellos no tienen nada que ver con el conflicto que está sucediendo, ellos no tienen la culpa de estar en esa situación, ellos están luchando por su vida, (les pido) que se tienda en el corazón y que ya no los entreguen, por favor”
ruega María.
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