Una década de resistencia magisterial en Guerrero contra la reforma educativa 

1 febrero, 2023

Tatyi savi

Con la derrota electoral del gobierno de Peña Nieto y la ala conservadora en en el Congreso, la mal llamada reforma educativa se derogó y quedó en la memoria colectiva del magisterial

Twitter: @kausirenio

Una maestra va caminando. Entre tantos. Camina con sus pasos lentos, con su cara surcada de cansancio. Con su voz ronca grita: 

—¡No a la reforma educativa! 

Miles de maestros gritan: 

—¡Porque el color de la sangre jamás se olvida, los masacrados serán vengados! 

—¿Y quién los vengará? 

—¡El pueblo organizado!

—¿Y cómo?

—¡Luchandooo! 
—¿Entonces? 
—¡Lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar por una educación científica y popular! 

Menudita, la profesora bajó de la montaña —dice— para protestar contra la reforma educativa; además, para no morir de la miseria, de las enfermedades, así como muchos de los indígenas que bajan con su rastrojo de pobreza.

Los cerca de 30 mil maestros se congregaron en Chilpancingo aquel 5 de febrero de 2013 coincidían en el rechazo a las reformas laboral y educativa, aprobadas, la primera, todavía en el sexenio de Felipe Calderón, y, la segunda, ya con Enrique Peña Nieto en la presidencia de la República.

Era el inicio de la alianza de los partidos políticos: Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD), el 2 de diciembre de 2012 firmaron el Pacto por México, y mira, ahí siguen juntos como hace más de una década.

La resistencia magisterial en contra de la reforma educativa en Guerrero, que inició hace diez años visibilizó el talante autoritaria de los gobiernos federal y estatal, con el asesinato de líderes de organizaciones sociales, normalistas y la desaparición forzada por el Estado mexicano de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. 

Los normalistas de Ayotzinapa y de las otras ocho normales públicas marcharon codo a codo con los maestros en contra de la reforma educativa y laboral del gobierno federal porque atenta contra los derechos de los trabajadores de la educación al poner en riesgo su permanencia en sus trabajos. 

—La reforma educativa es la más dañina para el pueblo; nunca antes se había hecho una de esta magnitud —dice Julio Hernández Aldama.

Hernández Aldama marchó con los maestros de Acapulco, Región Norte y Región Centro. Su contingente salió del  lado Sur de Chilpancingo. Viajó de la comunidad de Tlaxcalistlahuaca, municipio de San Luis Acatlán.

“La reforma educativa es puro disimulo, que la hagan rollito y… duro, duro, duro”, fustigan los maestros. 

A la movilización llegaron miles de maestros y estudiantes normalistas. Los periódicos de la capital dicen que se concentraron unos 25 mil mentores; el gobierno estatal, por su parte, minimiza la cifra; los organizadores refutan el cálculo tanto de periodistas como del gobierno.

—Es una marcha histórica— dice el entonces dirigente de la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de Educación de Guerrero (CETEG), Gonzalo Juárez Ocampo, mientras encabeza la marcha—. Aquí participaron maestros de bases disidentes e institucionales del SNTE y del SUSPEG, lo que antes no se había visto.

Los inconformes acusaron a los legisladores de traidores por aprobar la reforma educativa en periodo vacacional, sin consultar a la base magisterial. El 20 de diciembre, el Congreso de la Unión aprobó en lo general la reforma educativa. 

La reforma estableció en el artículo tercero de la Constitución Política que la educación en México será de calidad. “La educación que imparta el Estado mexicano será gratuita, laica y de calidad”; además, hace una serie de adecuaciones a la ley general de educación.

Con los votos de los diputados del PRI, PAN y una fracción de los diputados del PRD, se aprobó en lo particular al día siguiente. Expertos señalan que la reforma educativa pretendió privatizar la educación y dejar en estado de indefensión a los maestros y a los hijos de la gente de bajos ingresos.

La cita para la marcha fue a las diez de la mañana, pero empezó media hora después. Del lado sur salió el  contingente de las regiones de Acapulco, Costa Chica y Costa Grande, se concentró frente al hotel Parador del Marqués; de ahí caminaron sobre la autopista hasta llegar a Ciudad Universitaria, y doblaron hacia la calle Trébol Sur, que rodea el Congreso de Guerrero. 

Por el libramiento a Tixtla, llegaron los maestros de la Montaña, alta y baja, así como los de Tixtla. Caminaron por el Libramiento; después enfilaron hacia el barrio de San Mateo y cruzaron el centro de la ciudad por Madero hasta tomar el encauzamiento del Río Huacapa, donde se unieron con la marcha que venía del lado norte. A la altura del crucero de Chichihualco vino otro contingente, con más de 10 mil maestros. Las tres columnas de maestros se concentraron en el Congreso, donde realizaron su primer mitin.

Ese martes 5 de febrero de 2013, el calor de las 12:30 era tan intenso como si fuera mayo. Los pasos de los maestros se fueron alentando; se veían cansados, sudorosos. Pero el ánimo no decaía. Las consignas contra el gobierno del estado y los diputados locales no cesaron. 

— Los derechos no se mendigan, se exigen —sentenció un grupo de maestros de la Costa Chica. 
—¡Aguirre Rivero, te quedó grande Guerrero! —se oía del otro extremo del congreso. 

Un profesor animaba a sus compañeros. “Compañeros, la lucha es dolorosa, pesada, riesgosa, pero cuando se hace por el bien, todo deja de ser tormentoso y se puede resistir hasta donde sea necesario”. 

La impotencia de los manifestantes revivió de nuevo las consignas. “Diputados y senadores, del pueblo son traidores”, corean los maestros de la montaña. “Ésos son, ésos son, los que chingan la nación”, repiten los de Tierra Caliente.  Mientras que los maestros de Acapulco arrecían en contra de los políticos “Diputados inconscientes, se olvidaron de su gente”. Muy atrás los normalistas del Frente Unido de Normales Pública del Estado de Guerrero (FUMPEG) entonan, “educación primero, al hijo del obrero; educación después, al hijo del burgués”. 

En el punto final del recorrido, el Palacio de Gobierno, el entonces dirigente de la CETEG, Gonzalo Juárez Ocampo advirtió: “Hoy iniciamos una serie de movilizaciones porque estamos indignados por las reformas que se aprobaron —primero la laboral, luego remataban con la educativa—, pero dispuestos a luchar por lo que consideramos que es una conquista laboral; este círculo vicioso de la historia se repite, pero los pueblos son los que la mueven para su bien. Y ésta es una muestra de lo que el magisterio de Guerrero puede hacer. 

Proseguía: “Que lo oigan muy bien, Aguirre Rivero y los ridículos diputados y el gobierno de Peña Nieto: el magisterio de Guerrero, los maestros, nos vamos a reorganizar para detener la política del despojo, de miseria, de hambre y entreguista al extranjero”. 

Más aún: “El plan de acción que se espera sea aprobado por el magisterio, prevé para el 11 de febrero asambleas de información a los padres de familia; el 18 de febrero, un paro de 24 horas; el 4 y el 5 de marzo, paro de 48 horas; la semana siguiente de marzo, paro de 72 horas, y el 15 de abril, estallar el paro por tiempo indefinido”. 

En la explanada del palacio, Gonzalo Juárez se dirigió a los miles de maestros que tapizaban los dos sentidos del encauzamiento del Río Huacapa, desde la esquina de Soriana hasta el Tecnológico de Chilpancingo e incluso el Museo La Avispa. 

En uno de los extremos de la escalinata de acceso al palacio, el maestro de San Luis Acatlán, Julio Hernández accedió a platicar.

—¿Entonces eres de la CETEG? —pregunté. 

—Sí… bueno, nunca me había interesado en la movilización, pero después de ver tantas traiciones no me queda de otra que unirme con los maestros que luchan. Y es que hay experiencia de traiciones. Ahí está la ley del ISSSTE. La dirigencia del SNTE guardó silencio, y la consecuencia la estamos pagando todos.

—Seguimos caminando, reclamando, haciéndonos parte del movimiento magisterial, pues estamos plenamente conscientes de la problemática de los maestros, la entendemos y sabemos que sus demandas son de todos nosotros y demás trabajadores —dijo Hernández Aldama.

La primera marcha del magisterio guerrerense empezaba a florecer y se extendió hasta la primavera, época en que maestros y normalistas fueron reprimidos en la Autopista del Sol en Chilpancingo y de ahí la semilla de resistencia germinó en Oaxaca con la sección 22, Michoacán con la 18 y culminó con el desalojo del Zócalo cuando la Policía Federal Preventiva uso de helicóptero para retirar el campamento magisterial. 

—Exigiendo una mayor inversión hacia la educación pública, que estamos hartos de políticas nefastas por parte de la burguesía que no dejan que el hijo del obrero, del campesino obtengan una educación gratuita, científica y popular —cuestionó el profesor guerrerense en la última conversación para recordar el movimiento magisterial.

Con la derrota electoral del gobierno de Peña Nieto y la ala conservadora en la cámara de Senado y Diputados, la mal llamada reforma educativa se derogó y quedó en la memoria colectiva del magisterial. 

Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.