Como ocurre desde una década atrás, este 10 de mayo madres de todo el territorio mexicano salieron a las calles para recordar que faltan -ahora- más de 80 mil personas que fueron desaparecidas en este país, entre ellas sus hijas e hijos. Piden una audiencia con el presidente López obrador
CIUDAD DE MÉXICO y VERACRUZ.- Hoy no fue un día de festejo, cientos de familias de diversas partes de la república volvieron a cargar desde el Ángel de la Independencia no solo pancartas, sino también con el dolor, la rabia por la impunidad, la corrupción, la injusticia e incluso con la indiferencia de la sociedad, «¿en qué momento van a ser empáticos con nosotros?», preguntó una madre al arrancar la marcha.
La caminata la iniciaron las madres del Norte hace 10 años y se han ido sumando cada año, más colectivas y más madres de varias partes del país. Cada año, una historia de dolor, de desespero y de angustia, se une al calvario de las madres que en este 10 de mayo no tuvieron nada que festejar.
Durante la marcha de la Dignidad Nacional para exigir justicia, colectivos de familiares desaparecidas pidieron a las autoridades federales respuesta a 7 demandas que han solicitado año con año, desde aquel 2012 cuando salieron por primera vez:
Atención integral de los casos con un programa urgente de búsqueda en lo inmediato; censo de todos los reportes de desaparición con cédula de reporte para cada caso; creación de una subprocuraduría especial para personas desaparecidas a nivel federal; protocolo de investigación homologado a todo el país; programa federal de atención a los familiares de las personas desaparecidas; aceptar todas las recomendaciones en el informe del grupo de trabajo de la ONU para desapariciones forzadas.
Una madre indicó que en el reporte del pasado 7 de abril el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, dio a conocer que hasta ese día habían 85 mil 53 reportes de personas desaparecidas, es decir, casi 7 veces más que en el 2012.
La tragedia de las desapariciones sigue golpeando todo el territorio mexicano Por ello muchas madres durante su intervención exigieron audiencia y respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Usted dijo que nos iba a ayudar a buscar a nuestros hijos, le suplico que nos ayude”, dijo una madre de Tamaulipas.
Otra manifestante, Patricia Manzanares, externó que la comisión de búsqueda simplemente no funciona porque no está sirviendo para lo que fue creada: para buscar a sus hijos.
“¿Cómo desaparece una persona?, es imposible que desaparezca una persona de la faz de la tierra”, cuestiona Miriam Cabrera.
Otra mujer reclama que las buscadoras mueren sin respuesta, relata que una de sus compañeras murió después de buscar a su hijo durante 16 años.
“Es nuestro derecho buscarles, exigir, solo queremos encontrarles, que ya no sigan desapareciendo más”, dice una habitante de Matamoros que busca a su nieto Waldo desde 4 años atrás.
Con lágrimas en los ojos Roberto Martinez Osorio y su esposa Felipa Castillo Ramos, procedentes de Tamaulipas, hablan sobre la desaparición de su hija Zully de 18 años ocurrida el día 8 de septiembre del 2019. Como muchos otros padres denuncian que las autoridades no han hecho nada por buscarla. Incluso después de dos años, en noviembre, el señor Martñinez cuenta que fue a ver al fiscal para que le mostrara el expediente y le respondió que no habían hecho nada porque pensaban que su hija se había ido con el novio.
Testimonios de profundo dolor pero de una enorme dignidad se compartieron en la explanada del monumento a la revolución con un solo propósito, ser visibles ante las autoridades y la sociedad para ser ayudados a encontrar a sus desaparecidos y desaparecidas. Porque lo único que no muere, es la esperanza de encontrarles, aunque la vida se les vaya en buscarles.
El Colectivo Madres en Búsqueda Coatzacoalcos se manifestó en un recorrido por esa ciudad desde la Plaza de la Paz al Parque Independencia. Junto a las organizaciones Técnicas Rudas y la Deutsche Welle Akademie, montaron una exposición artística sobre la desaparición.
“Hay mamás que están llorando un regreso de sus hijos, un regreso de sus esposos. Hoy como todos los días para nosotras nuestras angustias siguen. No es una fecha más, hoy más que nunca nos refugiamos en nuestra convicción de seguir adelante, de seguir hasta el final. En el camino llevamos a cuestas el dolor que puede sentir el ser humano de no saber de sus seres queridos”, compartió Lenit Enriquez Orozco, representante del colectivo.
En 2015, un día después del 10 de mayo, Roberto Gallegos Osorio, Jhonit Enriquez Orozco, Héctor Manuel Facundo Ramos y Elliaquim Alvarado fueron privados de su libertad y desaparecidos. A unos minutos de comenzar el 12 de mayo, a las 00:30 horas, desaparecieron a José Manuel Cruz Pérez. Este 11 de mayo sus familias cumplen seis años buscándolos.
Para Leticia Orozco el Día de las madres es doblemente doloroso. Cuenta que cda año, desde el 1 de mayo comienza a sentirse mal, por la falta que le hace su hijo:
“A mí me entristece mucho este diez de mayo. El 10 de mayo de hace seis años cayó en domingo, estábamos limpiando porque la visita llegaba. Bajamos, sacamos, casi todo de la recámara. Y vamos a limpiar, de techo a piso limpiando ese día, para el día 11 temprano nos levantamos a limpiar el patio, el piso, retoque de lo que nos hizo falta el 10 de mayo. La visita llegaba a las 5 de la tarde, él salió a comprar un refresco y a las 4 de la tarde me avisaron que se lo había llevado un grupo de hombres armados. A mí me duele porque el último recuerdo que tuve fue estar todo el día con mi hijo, él haciendo todo lo posible porque yo no trabajara tanto, él conmigo era el que más estaba, mi mano derecha para todo era él, para mi este 10 es lo más triste, cuando veo que otras madres están celebrando, reciben flores… yo ese día recibí su atención. No recibí flores ni nada pero recibí su atención. Por eso me duele mucho este día”
Carmela Pérez, Carmen, como le dicen sus compañeras del colectivo, recuerda cómo eran sus 10 de mayo antes de que desaparecieran a su hijo José Manuel Cruz Pérez:
“Siempre fue detallista conmigo y con su esposa. El diez de mayo siempre llegaba, si no tenía dinero aunque sea una flor compraba y una flor me llegaba a dejar. Cuando él tenía dinero me llevaba un ramo y cuando no tenía dinero me llevaba una rosa y me decía ‘mamita, te traigo una rosa porque no me alcanzó para más pero nunca dejaba pasar esta fecha y para mí es muy triste no tenerlo en esta fecha”
Dos años después de la desaparición de su hijo José Manuel, Carmela perdió a su otro hijo debido a una leucemia. “La justicia no me lo quiere reconocer pero él enfermó por la desaparición de su hermano y al final me quitaron a los dos”.
Raquel Hernández May es esposa de José Manuel y actualmente no solo cuida a su hija, también es uno de los pilares del colectivo Madres en Búsqueda Coatzacoalcos. A su corta edad, 28 años, se hace cargo de la crianza de su pequeña hija, del sustento económico y de una gran parte de la organización del colectivo, junto a Lenit Enriquez.
La marcha también estuvo llena de infancias, niñas y niños que portaban playeras donde se podía leer: “busco a mi papá”. Esta es otra de las caras de la maternidad atravesada por la desaparición, en la que miles de mujeres se han vuelto el todo en sus familias, además de buscadoras sin tregua de sus esposos. Una enorme carga, una necesidad y un acto de amor. En el que, en el mejor de los casos, la crianza se vuelve compartida junto al resto de su familia, abuelas, hermanas, tías, primas, en apoyo debido a la desaparición.
Sara Rivera busca a su esposo Nahum Lázaro:
“Ha sido muy difícil, he retomado el rol de todo. De salir a trabajar para poder atender a mis hijas y ha sido muy duro. Pero tenemos que seguir, esperando y pidiéndole a Dios que donde quiera que esté, esté con bien. Que lo queremos de regreso”.
A unas horas del 10 de mayo algunas de las integrantes del Colectivo Madres en Búsqueda Coatzacoalcos se reúnen en el Parque Independencia, frente al palacio municipal. Junto a la organización Técnicas rudas afinan los detalles de la exposición Narrativas y Memorias, una apuesta por narrar la desaparición desde distintas artes.
Entre ellas está Virginia Peña, madre de Rosendo Vázquez Peña. La señora Vicky, como le dicen de cariño, nunca falta a ninguna de las actividades del colectivo. Esta vez se dedicó a pegar con mucha dedicación y engrudo los carteles en serigrafía que realizó la artista Jan Calvario del colectivo Vandalismo Cultural.
Al terminar la manifestación las madres buscadoras llegaron a la exposición en Parque Independencia, a la que las personas podían acceder de manera gratuita.
Ésta consistió en una serie fotográfica por Arturo Lara Flama en la que retrata a las familias frente al malecón de Coatzacoalcos. Lo que logró milagros como reunir a una familia completa, la de Angel Jaret Ramos Mayo.
María del Pilar Ramos cuenta que ni en navidad logran reunirse todos, su madre, sus hermanos, su hijo. Los integrantes viajaron desde diversos puntos del estado para ser parte del retrato. Doña Pilar les pidió de favor que estuvieran, como un acto de amor por su hijo: para que cuando aparezca Ángel sepa que lo buscaron.
En la exposición también se mostró una serie de muñecas hechas por las familias buscadoras, en las que varios de sus accesorios fueron realizados con prendas u objetos de sus desaparecidos. La curaduría estuvo a cargo de ERROR, un laboratorio de vinculación y experimentación artística representado por Rubén Olvera y Diana Veloz.
Rubén Olvera terminó el día agradecido de ser parte de la exposición, que lo llevó a reflexiones sobre su propio contexto y a reconocer la importancia de la empatía entre los colectivos de buscadoras: “la solidaridad de personas que se aferran a una lucha y a una búsqueda que nunca termina, que tiene una cuestión colectiva, que aunque encuentres a tu familiar sigues buscando a otra personas”, resaltó.
Otro de los momentos que rescata fue cuando las mamás intervinieron la obra colocando los retratos de sus desaparecidos en la estructura que sostenía a las muñecas.
Para su compañera Diana Veloz la exposición y la manifestación la llevaron a un estado de sensibilidad al total por ciento:
“A lo natural del cuerpo y del sentir al momento de escuchar, ver y sentir a todas esas familias a las que les han arrebatado un ser querido. ¿En dónde están? ¿Quién se los llevó? ¿Por qué ya no están? Estas preguntas que siempre suenan en los pensamientos de las familias, hoy me invadieron, con toda esa fuerza, coraje y/o tristeza que invaden a los familiares”, recuerda.
Durante la tarde Arturo Muñoz Carcará musicalizó la exposición con canciones compuestas por las familias buscadoras.
“Logramos un encuentro a pesar de que parecía imposible por las ondas pandémicas. Se logró a través de talleres, arte, de la búsqueda y de los procesos de las familias. Nos encontramos en esta exposición del diez de mayo donde nada se tiene que celebrar pero todo se tiene por luchar y no solo fue poner una estructura, unas fotografías… fue poner el arte por encima de la omisión y poner la lucha de las familias en un escenario, con unas bocinas, que se escucharon por todos lados” comparte.
Para Itzel de Técnicas Rudas la exposición fue una señal de esperanza: “Creo que el arte, la ternura y el amor son transformadores. Hay un poema de Nicanor Parra que dice que hay que pavimentar todo de violetas y creo que es eso: ante tanta tristeza, tanto dolor, no nos queda más que pavimentar todo de violetas. O sea, de arte”.
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