El mitin y el mensaje de los cien días tenían destinatarios domésticos, pero la idea principal era mostrarle a Donald Trump que Claudia Sheinbaum no es Justin Trudeau; que goza de respaldo popular y un capital político capaz de llenar la plaza más grande del país
Por Ernesto Núñez Albarrán / X: @chamanesco
Casi al final del mitin por sus primeros cien días de gobierno, Claudia Sheinbaum hizo una pausa, tomó aire, y leyó la parte más importante del discurso que preparó durante toda la semana.
“Siempre tendremos la frente en alto. México es un país libre, independiente y soberano. Y como lo he dicho, nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos”, dijo para deleite de la plaza, que estalló en vivas, aplausos y arengas.
La frase, diseñada para llenar titulares de prensa, fue la parte culminante de un mitin preparado con esmero por el gobierno y los operadores políticos de Morena, cuya misión era llenar el Zócalo y, desde ahí, mostrar el músculo del “segundo piso de la cuarta transformación”.
Los mensajes del mitin de los cien días tuvieron, desde luego, destinatarios domésticos; como cuando la presidenta cuestionó, sonriente, por qué sus opositores pensaban que tenía que romper con Andrés Manuel López Obrador.
O cuando advirtió a los suyos que los funcionarios de primer nivel no tendrán aumento salarial durante todo el sexenio.
O cuando anunció que seguirán los apoyos sociales y que en 2025 la inversión en derechos sociales para el bienestar será de 835 mil millones de pesos.
Pero el mensaje, el mitin, la movilización, parecían diseñadas para un interlocutor externo. Y así lo llegó a comentar la presidenta con quienes la visitaron la semana pasada en Palacio Nacional, a quienes explicó que el mitin de los cien días, una costumbre heredada de López Obrador -una más-, se hacía necesario no tanto por las condiciones políticas internas, en donde la oposición se ha vuelto irrelevante, sino por la coyuntura marcada por la segunda victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos.
La idea era mostrarle a Donald Trump que la presidenta no está sola; que Sheinbaum goza de una popularidad que se refleja en un Zócalo lleno o en una aprobación del 70, o hasta del 80 por ciento, según la encuesta que se vea; que no está contra las cuerdas y que negociar con ella no va a ser lidiar con un cadáver político.
El Zócalo de este domingo de alguna manera decía: Claudia Sheinbaum no es Justin Trudeau, obligado a dimitir la semana pasada, sino una jefa de Estado con respaldo popular y un capital político capaz de llenar la plaza más grande del país… y que se prepara para lidiar con Trump leyendo el libro de memorias de la excanciller alemana Angela Merkel.
Ya había leído 11 páginas, con cifras, nombres de programas sociales, tramos carreteros, datos de educación salud y empleo, y una breve descripción de las 13 reformas constitucionales y 16 legales aprobadas por su coalición legislativa, cuando Claudia Sheinbaum anunció al Zócalo, lleno como acostumbra Morena: “dije que iba a ser breve y voy a ser breve”.
Y entonces hizo una defensa de los migrantes mexicanos que trabajan en Estados Unidos, les reconoció por haber enviado a México cerca de 65 mil millones de dólares en 2024, y arengó: “que se escuche bien y que se escuche fuerte, contribuyen más con la economía de Estados Unidos, pues lo que envían a México es tan solo el 20 por ciento de lo que dejan allá en consumo, ahorro y en impuestos”.
Sheinbaum entró de lleno al tema en la página 13 del discurso, con frases hechas a la medida de la circunstancia política: “las y los trabajadores mexicanos trabajan como ninguno en los Estados Unidos”.
La estrategia eta clara: cuando falta una semana para la toma de protesta del republicano Donald Trump como presidente, Sheinbaum decidió dedicarle a él el mitin de los cien días.
Reconoció que entre los dos países ha habido momentos dolorosos, pero sacó de los libros de historia momentos luminosos, como la relación entre Bento Juárez y Abraham Lincoln, en el siglo XIX, y de Lázaro Cárdenas con Franklin D. Roosevelt, en el siglo XX.
Luego forzó la retórica, y comparó aquellos momentos históricos con la “buena relación de respeto y colaboración” entre Andrés Manuel López Obrador y Trump, entre 2018 y 2020.
Cn el T-MEC (firmado en aquellos años) como divisa, Sheinbaum aseguró que la relación seguirá siendo buena, de respeto y con diálogo.
“Nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos”, dijo, y estalló el grito de “México-México-México”, mezclado con el de “presidenta, presidenta-presidenta”.
Más de 350 mil personas colmaban el Zócalo, según el gobierno capitalino.
Entre los contingentes, había oaxaqueños, chiapanecos, guerrerenses, michoacanos y mexiquenses. Maestros detrás de grandes mantas de la SNTE, electricistas del SME, campesinos de diversas organizaciones y gremios abanderados por la CATEM de Pedro Haces, aspirante morenista a ser la reencarnación de Fidel Velázquez.
La plaza, sin AMLO, no era la misma, aunque el sentimiento anti-Trump hizo lo suyo para animar a los asistentes con arrebatos nacionalistas.
En la despedida del evento, al tradicional “viva México”, Sheinbaum sumó un improvisado: “que vivan nuestros hermanos migrantes en Estados Unidos”.
El mitin concluyó, primero con el Himno Nacional y la despedida formal a los símbolos patrios.
Cuando la presidenta se despedía, y los asistentes vaciaban el Zócalo, en el sonido se escuchó a todo volumen el “himno migrante”, pieza musical del colectivo Legado de Grandeza, que fue presentada en diciembre en una conferencia mañanera, y ahora será el canto de batalla anti-Trump entre los fieles de la 4-T.
Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona