La mina La Herradura es propiedad de la minera Penmont, que a su vez es parte del grupo Fresnillo, principal productor de plata del mundo y el segundo productor de oro en México
Texto y fotos: Heriberto Paredes
SONORA.- De Hermosillo a Caborca se hacen cerca de 3 horas en auto, de ahí el recorrido hasta la mina dura 1 hora y media. Es el desierto pedregoso y sepia lo que uno ve por la ventanilla. Biznagas y mezquites son parte de una flora ancestral que atrae la mirada. Ya en el tramo final rumbo a las instalaciones de La Herradura hay algunas poblaciones con nombres como La Y griega (oficialmente conocida como Plutarco Elías Calles) o El último esfuerzo, en donde restos de una bonanza vitícola se pelean el paisaje con cultivos de espárragos. Sí, espárragos en medio del desierto.
Platicando con nuestro amable conductor, del cual no diré el nombre para no comprometerlo, escuchamos que se dice que las instalaciones abandonadas de empresas dedicadas a producir vino eran propiedad de Rafael Caro Quintero, quien desde la cárcel controlaba la economía de esta región en un pasado más reluciente que el que vemos a través de los cristales de la suburban blanca que nos lleva hasta la mina de oro más grande del país.
Algunos habitantes de Caborca nos cuentan que Caro Quintero está oculto por aquí y que está defendiendo su plaza de los ataques e intentos de control por parte de la facción del cártel de Sinaloa que responde al Chapito, Iván Archivaldo Guzmán Salazar. En la cancha local, el que mueve la pelota es Rodrigo Páez Quintero junto a su delantero estrella Rafael Pavlovich, sobrino de la gobernadora.
Bajo esta lógica, estos dos grupos armados –más que carteles– se disputan varios negocios relacionados al paso de migrantes por el desierto, extorsiones, cobro de cuotas, trasiego de droga. Sin embargo, pensar el contexto de esta forma no explica nada y deja afuera a otros elementos fundamentales, como la presencia de la mina La Herradura, propiedad de la minera Penmont, que a su vez es parte del grupo Fresnillo—el productor primario de plata más grande del mundo y el segundo productor de oro en México—, siendo el principal accionista el capitalino Alberto Baillères, quien es presidente del grupo BAL, un conjunto de empresas relacionadas con la metalurgia, la minería y el comercio al cual pertenece esta y otras empresas mineras.
Desde la perspectiva de enfrentamientos entre dos grupos criminales, reproducida en medios como El Sol de Caborca o Proyecto Puente, se pueden explicar los cuerpos dejados a las puertas del palacio municipal de Caborca, o los enfrentamientos que dejan personas muertas al azar, los asesinatos selectivos, toques de queda y una presencia considerable de ejército y Guardia Nacional en la zona. Incluso eso explica que el centro de esta pequeña ciudad desértica esté vacío y la mayoría de las tiendas cerradas.
La situación se complejiza cuando es posible constatar que a pesar de la pandemia y la violencia regional las operaciones de la mina continúan, ahora con la presencia de un cuerpo policiaco de mando federal, popularmente conocido como policía minera.
A él regresaré más adelante, por el momento es preciso subrayar que pese a los asesinatos registrados en todo 2020, que según el portal Infobae, ascendieron a 71 homicidios dolosos, entre enero y septiembre, lo que representa cerca del 208% más que en el mismo periodo de 2019, más los asesinatos que, particularmente en el mes de octubre y noviembre, se han denunciado, así como los reportes de robos de mineral extraído y procesado en La Herradura, este cuerpo policial hasta ahora no queda claro si patrullará o no el traslado de valores y no resguarda el traslado de personal.
Según cifras otorgadas por la propia empresa minera, el 8 de noviembre de 2019 y el 23 de marzo de 2020 se reportaron ante las autoridades municipales el robo de vehículos de traslado de valores sin especificar el monto total de los robos. Como antecedente, hay que mencionar que el 11 de agosto de 2015 tres vehículos robaron un auto de carga con 4 kilos de oro y 100 onzas de plata en bruto con un valor, en aquel momento, de más de 4.3 millones de pesos. Ante tal evento en ese momento no se creó un cuerpo de seguridad que resguardara las actividades mineras. ¿Qué pasó entre 2015 y 2020 que, pese a los robos millonarios y a la violencia criminal la mina no contrató cuerpos de seguridad?
La antropóloga y ensayista mexicana Natalia Mendoza, quien ha estudiado los detalles de muchos procesos sociales y políticos en la región de Altar y Caborca, así como en toda Sonora, afirma en un texto publicado el 1 de agosto de 2020, que sobre los robos hay una posible explicación que no se ha documentado: «Lo que la prensa no ha mencionado es que a los sicarios de Caborca, liderados por el Cara de Cochi, se les atribuyen dos asaltos grandes a camiones que transportaban oro de la mina La Herradura. Los grupos de Altar y la costa entraron a Caborca a hacer limpia, aduciendo que el acuerdo regional es que no haya extorsión a empresarios ni robos a la minera. Visto de esta forma, las decenas de muertos que vimos recientemente en Caborca no serían sólo el resultado de una guerra “entre narcos”, sino también el costo de proteger una mina».
«Todo está tranquilo, nuestros trabajadores van y vienen en el transporte de personal sin mayor problema, todos viven en Caborca o en poblados cercanos» me comenta un ingeniero de la mina que trata de explicarme el contexto de seguridad. «Nunca hemos visto nada, ni hemos tenido problema, es bien tranquilo por acá».
Punto de entrada y salida de personal de la mina con vigilancia de la policía minera.
Algo no encaja. ¿Será que Penmont pactó una protección eficaz con el grupo criminal más fuerte o que la policía minera –en un despliegue de audacia dentro de las instalaciones– ha conseguido alejar y desanimar a los perpetradores de robos y extorsiones sin patrullar ni resguardar vehículos de traslado de valores?
Llegamos a las instalaciones de La Herradura, voy acompañado de algunos colegas periodistas, somos recibidos y se nos pide un registro en una caseta de vigilancia, pasamos por un detector de metales y rayos X. Gel antibacterial y toma de temperatura por supuesto, dado el contexto de la pandemia de covid-19. Quien nos recibe es la encargada de comunicación de la empresa y nos pide que por favor la acompañemos, nos va a mostrar los dormitorios en donde podemos dejar nuestras cosas, escoger una habitación y de ahí dirigirnos a la sección de oficinas para comenzar con la reunión de bienvenida y algunas explicaciones sobre el funcionamiento de la minería a cielo abierto.
Todas las personas que nos reciben son muy amables y muestran una disposición para resolver las dudas que tengamos a lo largo de nuestra visita. Constantemente nos preguntan si tenemos preguntas y destinaron a un grupo de al menos cinco personas especializadas en distintas áreas para explicarnos el funcionamiento interno. En la sala de juntas vemos un video de explicación breve de la mina (inductivo le llamaron) en donde básicamente se expone que estas instalaciones cuentan con dos mecanismos de separación del oro de la piedra: los patios de lixiviación de oro y lixiviación dinámica (realizada en dos plantas con las que cuenta esta unidad minera). Se habla de que La Herradura es la primera empresa de este tipo en contratar mujeres, que cuenta con 4,500 trabajadores y que genera cerca de 12 mil empleos indirectos.
Tras este primer video, vino un segundo video sobre seguridad y algunas acciones pertinentes en caso de una emergencia. Luego de diversas exposiciones, dos me parecen sintomáticas en tanto que abordan dos de los rostros más complejos de esta actividad minera: la utilización de químicos tóxicos para obtener el oro y la relación de la empresa con las comunidades y poblaciones en donde se encuentra instalada.
La Herradura ha sido reconocida como industria limpia, como empresa socialmente responsable, entre sus diplomas se habla de excelencia ambiental y buen desempeño ambiental, cuenta con el Código de Cianuro, una auditoría voluntaria avalada por instancias nacionales y con estrictos lineamientos en el manejo de esta sustancia, posiblemente la certificación más importante en este ámbito. Distintos gobiernos federales y estatales, así como organismos internacionales avalan este nivel de calidad.
De esta manera entramos en el manejo del cianuro de sodio, como si estuviéramos hablando de un fertilizante o de un pesticida. En los contenedores en los que se traslada este químico, anteriormente se trasladaba la sustancia pura, sin embargo hoy «hay briquetas de cianuro con sosa cáustica para evitar que se forme el ácido cianhídrico cuando se hace la disolución» explica la persona encargada de esta parte. La presentación en briqueta se asemeja a una pastilla de gran tamaño y es de tan fácil acceso, a tal punto que pueden comprarse bolsas de 1 kg en Mercado Libre.
Este elemento químico es sumamente letal, sea ingerido o inalado, aunque en pequeñas cantidades causa vómitos, cefaleas, vértigo, descenso de la presión arterial e inconciencia. En lo general es bastante mortífero ya que causa convulsiones y la muerte en no más de 15 minutos, tal y como lo refiere la doctora en toxicología por la Universidad de San Sebastián, Pamela Cámpora. Es un químico incoloro y con olor a almendras amargas.
Para la empresa minera, el mayor riesgo radica en un mal manejo del cianuro o una emergencia mientras se utiliza en las diversas fases del proceso de separación del mineral. Sin embargo, los patios de lixiviación en donde se instala un sistema de riego para rociar una solución de agua mezclada con el cianuro preparado son, en sí mismos, un riesgo latente de contaminación; dicho proceso dura hasta 120 días y una vez abandonado el patio, la tierra ha absorbido la solución tóxica además de que mangueras de PVC permanecen ahí, como residuos. «Estas mangueras que se quedan terminan por deshacerse, son biodegradables» nos confiaron en un recorrido por un patio abandonado.
Respecto a la relación con las comunidades y la población de la región, se nos explicó que la mina cuenta con un plan de cierre y que en específico, el tajo de la unidad Noche Buena (ubicada muy cerca de La Herradura) empezará a operar su plan de cierre en 1 año y medio aproximadamente, por lo que las y los trabajadores serán recontratados en la unidad en donde fuimos recibidos, ya que tienen un plan de ampliación de las excavaciones a por lo menos 20 años más.
«Contamos con una Manifestación de Impacto Ambiental [MIA], eso nos lo exige el gobierno federal para ver los impactos que vamos a tener y a partir de ahí tenemos condicionantes que debemos cumplir» me dice el responsable de esta reunión, le escucho atento pero no dejo de pensar en el contexto nacional de gobiernos anteriores y del actual, en donde la MIA y otros requerimientos han sido presentados a destiempo, o simplemente las autoridades han favorecido a empresas mineras, hidroeléctricas, o constructoras por encima de poblaciones y expertos opositores.
Sin embargo, según el informe Casino del Extractivismo, elaborado por el Centro de Derecho Ambiental Internacional, Alerta Minera Canadá y el Instituto de Estudios de Políticas, publicado en junio de 2019, «el agotamiento de los yacimientos de minerales conocidos ha llevado a la exploración de áreas que jamás habían sido minadas, interfiriendo así en ecosistemas frágiles, fuentes vitales de agua, las tierras y territorios de comunidades indígenas y de subsistencia, e incluso áreas urbanas […] La extracción de tan sólo una onza de oro implica unas 79 toneladas de residuos mineros que quedan en la tierra, lo que significa una fuente potencial de contaminación importante por décadas e incluso siglos».
Desde que inició operaciones La Herradura, en 1997, la empresa cuenta –según nos explican–con un estudio en caso de una posible fuga de la solución de cianuro utilizada en los patios de lixiviación. «Antes de la construcción de un patio se hace un pozo de monitoreo para detectar los parámetros de agua y determinar el nivel de agua natural […] se ha determinado que en caso de haber una fuga, tardaría unos 50 años en llegar esta solución al manto acuífero y esa solución llegaría ya degradada, ya no como solución de cianuro, llegaría como cianato, inerte» afirma el mismo ingeniero que mencionó la MIA, es decir, una forma del cianuro que, aparentemente, no es tóxica ni para el medio ambiente ni para los humanos.
Los riesgos en torno al manejo de substancias tóxicas relacionadas con la minería en la región son patentes. El 6 de agosto de 2014, esta ocasión en Cananea, Sonora, la mina Buenavista del Cobre tardó al menos 2 días en reportar el derrame de 40 mil metros cúbicos de ácido de sulfato de cobre en el río Bacánuchi. Debido a una falla en una válvula de salida en la pila de lixiviados (el último lugar en donde reposan los desechos de la actividad minera) esta solución tóxica recorrió el río hasta llegar a la presa El Molinito, «dañó ganado y afectaron la salud de las personas que comenzaron a presentar síntomas de intoxicación de manera inmediata. Pero la contingencia duró poco, después de un par de semanas se anunció que se había hecho análisis del agua, que los niveles de metales pesados estaban dentro de la norma nacional y se volvieron a abrir los pozos» relata Mendoza en un texto publicado en agosto de 2019.
No es tan fácil borrar la actividad minera y desandar su destrucción. Walter White, el profesor de química que opta por la creación de metanfetamina para darle un nuevo vuelco a su vida en la serie televisiva Breaking Bad, pasó buena parte de la primera temporada tratando de justificarse a sí mismo: «Todo es química» se repetía ante sus dudas, sin embargo, cada paso dado era irreversible, y el daño hecho no podía deshacerse. Recurro a este momento de la serie de ficción mientras escucho la explicación aparentemente lógica –y científica– que asegura que los desechos tóxicos de esta mina se guardarán en una inmensa caja sellada, enterrada y que sobre ella se colocará toda la tierra (tepetate) previamente removida, para replantar flora y reconstruir lo que la química humana destruyó.
Aparentemente, sobre este nuevo cerro de corazón metálico y tóxico, se reforestará y vivirán las especies endémicas como si nada hubiera pasado.
La empresa nos proporcionó equipo de protección: botas de seguridad, casco, chalecos, guantes. Nos colocamos todo como aquellos astronautas que se preparan para salir a una superficie desconocida, agreste, inimaginada. Nos trasladan de un lugar a otro, entramos a una suerte de edificio, al fondo unas puertas de cristal que se anuncian como Mirador. Las cruzamos y de pronto ahí está frente a nuestros ojos la magnitud de lo absurdo.
Tengo problemas para describir el tajo de esta excavación, pienso en un estadio deportivo de enormes dimensiones, pero también pienso en el sistema de terrazas que los antiguos incas desarrollaron para sembrar en las montañas andinas. Describir el fantasma de una montaña y ver sus entrañas. Es como si un volcán estuviera volteado al revés.
La tierra es pedregosa, sepia como su entorno desértico, aunque en el fondo es rojiza, como lava en polvo. Se escuchan los gruñidos de las máquinas excavadoras gigantes, un ejército de vehículos que pueden cargar entre 70 y 220 toneladas de peso, parecen escarabajos buscando la riqueza debajo de la tierra.
Es absurdo que por cada tonelada de tierra removida se consigan tan sólo 1.5 gramos de oro, que cada día se muelan 16 mil toneladas de tierra y que al año se procesen 6.5 millones de toneladas. Nuestro guía en esta parte del recorrido es muy eficaz en reafirmar los logros de la empresa: «Esta es la empresa mexicana que logra cotizar en la Bolsa de Valores de Londres, es a partir del precio del oro en el mercado que decidimos si es conveniente expandir o no, pero por el momento sí vale la pena».
En nuestro recorrido está contemplado que podamos descender al tajo y acercarnos a los vehículos de carga que son del tamaño de una casa grande de dos pisos. La sensación es atroz, el ruido de taladros aumenta, al llegar al fondo somos ya insignificantes hormigas que no conseguimos comunicarnos entre nosotros por el ruido. De pronto, de uno de estos monstruosos vehículos gigantes, desciende una chica de 23 años, luce un casco rosa y tiene el cabello lacio negro. «Un día vine a una visita y me impresionó mucho esta mina, dejé la escuela y decidí volverme operadora de estos vehículos, me gusta mucho, es muy emocionante y espero seguir avanzando en este trabajo».
Siento haber entrado en un laberinto del cual es difícil salir, el argumento de miles de trabajos generados a partir de un negocio acaba con las montañas y la vida de una comunidad como era concebida, que afirma que vale la pena destruir una región completa para encontrar oro, el cual se llevará a otra unidad para crear los lingotes y luego estos serán trasladados hasta las bóvedas de algunos bancos centrales donde permanecerán guardados —enterrados de nuevo, en muchos casos— durante largo tiempo. O bien, el oro extraído será usado para crear partes minúsculas de ciertas tecnologías.
Al menos la chica que opera este vehículo de carga tiene salario y se ve que hace algo que le gusta; al menos deberíamos pensar en cómo frenar la ambición de oro y de más y más desarrollo; al menos deberíamos considerar la conservación del medio ambiente para vivir en una relación saludable con él. Al menos este encuentro con el infierno debería servir para poner un punto y a parte.
Nos tomamos una foto a la sombra de la llanta más grande que hemos visto en nuestras vidas, nos acomodamos el casco y abordamos de nuevo la camioneta que nos trajo al fondo de este enorme agujero y que ahora nos llevará de regreso, al comedor.
–¿Los elementos policiacos que están aquí acompañan o resguardan los autobuses de transporte de personal?
–No, no hacen esas labores.
–¿Acompañan a los vehículos que transportan el mineral que resulta de la mina?
–Aún no, pero en breve ya se acompañarán estos traslados del doré.
Según el artículo 3 del Reglamento de Protección Federal esta institución tiene las facultades para «el resguardo de instalaciones estratégicas […] y prestar servicios a personas físicas o morales cuando se requiera preservar la seguridad de bienes nacionales, de actividades concesionadas o permisionadas por el Estado […]». En este sentido, la policía minera, es un cuerpo de seguridad especialmente creado a petición de la empresa Fresnillo. Luego de la graduación de los primeros 120 elementos el 28 de septiembre de 2020, arrancó actividades el domingo 17 de octubre del mismo año en las instalaciones de la unidad minera La Herradura,
A principios de diciembre de 2020, los 120 elementos de la policía minera, creada por la sección de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSCP) conocida como Servicio de Protección Federal (SPF), están plenamente instalados al interior de la mina La Herradura. Tienen su propio campamento diferenciado del que ocupan ingenieros y personal de la empresa, y todavía no realizan todas las tareas para las que fueron designados, es decir, dar protección a empresarios mineros, trabajadores, a las instalaciones y a la minera como actividad estratégica del país.
A pesar de que uno de los objetivos principales de esta visita a las instalaciones de La Herradura era conocer más sobre esta policía minera, no tuvimos autorización para realizar entrevistas a ningún elemento y sólo tuvimos interacción con el mando en turno, el oficial Yuriel Carrasco, quien nos pidió un poco de tiempo para reunir a los elementos de su unidad y así poder hacer un recorrido por algunos puntos en donde suelen ubicarse.
Nuestro breve encuentro con la SPF estuvo centrado en ir –en vehículos separados– a los 3 lugares asignados para tomar fotografías. A mi pregunta sobre la asignación de una policía similar en otras instalaciones mineras del país, el mando Carrasco dijo escuetamente que «se están cerrando acuerdos y pronto estaremos en Guerrero».
Según información otorgada por la empresa minera en un documento enviado por correo electrónico, de estos 120 elementos policiales «se tiene la expectativa de que surjan los mandos que van a coordinar las células de seguridad minera en otras regiones del país, será semillero de mandos para los demás grupos».
Por su parte, Manuel Espino, ex panista y actual comisionado del SPF, afirmó en un boletín oficial que se hizo una evaluación para seleccionar a los mejores elementos y se les dio capacitación en protección de instalaciones mineras. Desafortunadamente, a pesar del contexto violento en el municipio de Caborca y en los municipios aledaños, los 120 elementos aún no dan protección en la parte más vulnerable del proceso minero: el traslado de sustancias químicas como el cianuro, el transporte del personal y el traslado de valores.
Puede ser por el poco tiempo de existencia que tiene este cuerpo policiaco, pero sostener que fueron los dos robos a transporte de valores los que desataron la instalación del SPF en La Herradura y encontrar que aún no están realizando todas las tareas para las que fueron asignados los elementos no cuadra.
En su columna del Sol de Hermosillo, “Conversatorios mineros”, Gustavo Álvarez, sostiene que este servicio gubernamental está cobrando bien los servicios para los que fue asignado, sin embargo, no existe un mecanismo para verificar que, en efecto, se lleven a cabo estas tareas. Álvarez da un ejemplo de los salarios de esta nueva policía de acuerdo a la autorización que dio la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para el cobro de tarifas de esta dependencia, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de julio de 2019 y que contempla montos específicos para las tareas asignadas a este cuerpo de seguridad, como protección personal, traslado de bienes y criterios como el factor de riesgo para la custodia y la vigilancia, la cuota variable de la zona y la cuota fija diaria. Haciendo cálculos y sin descontar impuestos, el elemento de menor rango gana 4,689 pesos diarios y 140 mil 670 pesos mensuales. El personal de mayor rango tiene un sueldo de 11,380 por día y un total de 341 mil 400 pesos al mes.
Tras una larga jornada regresamos nuevamente al campamento para personal de la empresa, donde pasamos la noche en uno de los trailas dentro de los cuales se reproduce un departamento de clase media, cómodo, limpio, silencioso y muy impersonal. El refrigerador estaba lleno de refrescos, agua embotellada, bebidas energetizantes.
Comienza a oscurecer y los colores morados y tornasoles del desierto cubren las láminas de toda la infraestructura. El color sepia de la tierra resaltaba. De vez en cuando una torreta de patrulla interrumpe este momento de fugaz distanciamiento.
Tras la cena, acabamos el día compartiendo impresiones del recorrido por la mina, al preguntarme qué pienso les pregunto a mis compañeros periodistas si recordaban aquel episodio de la temporada cinco de Breaking Bad (sí, otra vez con esta serie) en donde Walter White trabajaba ya en un laboratorio muy sofisticado, bajo las órdenes de un empresario encubierto que estaba involucrado en muchos negocios y en la beneficiencia local, y justo tras un día de trabajo acumulado, una mosca volaba por todo el interior del lugar hasta sacarlo de quicio. «Sí lo recordamos, Mr. White acaba lástimándose tratando de matar esa mosca y no lo consigue».
Recuerdo que a pesar de la pulcritud y todas las certificaciones que la empresa minera pueda mostrar, a pesar de todos los buenos deseos de que la minería sea sustentable, una mosca volando en la oficina de juntas será el recordatorio de que en algún lugar se está pudriendo algo.
Fotógrafo y periodista independiente residente en México con conexiones en Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Cuba, Brasil, Haití y Estados Unidos.
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