Un Grupo Interdisciplinario de Expertas/os Independientes para periodistas sostendría la esperanza que imprime el lema matando periodistas no se mata la verdad al que nos aferramos inexplicablemente
Por Jade Ramírez / Perimetral
El crimen del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero contra los normalistas de Ayotzinapa era tan inverosímil como la cascada de datos sueltos, falsos o sin estructura -a propósito- por la presidencia de Enrique Peña Nieto.
En el intento de resolver mal y velozmente el ataque llevó a un largo duelo a la sociedad mexicana y un enredo en los medios.
Difícilmente se podía contar en tres minutos quiénes y para qué los desaparecieron, los daños colectivos a 43 familias, no era una nota sencilla de contar.
Fue hasta que se creó un Grupo Interdisciplinario de Especialistas Independientes que comenzó a tomar sentido todo.
De ese tamaño es el galimatías para resolver, reparar los efectos que provoca la agresión a una periodista, a un reportero o trabajador de los medios.
En el 2014 mientras en las calles la indignación se sostenía con marchas y amplias concentraciones, las autoridades no respondían sobre su participación o inacción en la desaparición forzada de 43 normalistas.
En poco tiempo el GIEI Ayotzinapa fue destapando la colusión de gobiernos con la delincuencia organizada, antes del 26 de septiembre, durante y días después.
Exactamente así están los enredos -como cableado de la calles- las agresiones contra periodistas y la violencia que compromete la libertad de expresión.
Hay debates inacabados, puntas que echan chispas y larguísimos tendidos que no llevan a nada.
Quienes ejercen el periodismo más digno en México, como el genuino derecho a investigar, analizar, editorializar, traducir, no son de un único tipo. Debemos iniciar por ello.
La identidad del periodista, la perspectiva de género, la latitud, el tipo de medio, la plataforma, su economía, y sobre todo su politización, hacen que cada caso de agresión y asesinato, requiera un trabajo quirúrgico.
Nos erizamos al escuchar 146 nombres en las concentraciones tras cada nuevo asesinato, pero si escucháramos el estimado de 12 mil nombres y causas de quienes pusimos una, dos o hasta tres denuncias en la Fiscalía Especializada de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión en la FGR, sería una liturgia de lamentos que duraría más de un fin de semana.
Si nombramos todos los colegas que han tenido que huir o quienes en silencio han abandonado el oficio, por múltiples razones además de agresiones físicas, también lloraríamos mucho.
Si las organizaciones civiles que reciben millonarios apoyos para la libertad de expresión y el periodismo, las embajadas e instancias internacionales donarán 100 dólares por cada Averiguación Previa de 2010 a la fecha, tendríamos una bolsa de 27 millones de pesos para gastos operativos de un GIEI para periodistas.
Podríamos convocar a abogados penalistas, defensoras de derechos humanos, litigantes expertos en amparo Civil y Administrativo con especialidad en derecho internacional; editoras, fotógrafas, expertos en análisis forense digital; trabajadoras sociales, psicólogas, peritos.
Se trataría de organizar El Caso, que no significan 146 muertes, sino llegar a la quincena con 150 pesos…
1.- Huyendo
2.- Pidiendo prestado
3.- Solicitando a organismos internacionales Medidas Cautelares
4.- Recibiendo euros para equipar oficinas y proteger casas evitando otro atentado
5.- Iniciando y abandonado terapia individual
6.- Cursando el sexto taller de seguridad
7.- Aprendiendo primeros auxilios
8.- Habilitando técnicas para contener el llanto y poder escuchar al colega o encontrarle salidas.
9.- Probando con geranio, CBD, sedalmerck, mezcal o meditación…
Y sin saber qué hacer con las coberturas de riesgo cada vez más convulsas o cómo acomodar los pasajes tristísimos de estar frente a la fosa donde encontraron al compañero que no conociste, pero del que te hablaron con todo el cariño (Goyo).
Ni hablar de lo que implica a nivel personal poner en pausa un proyecto de periodismo independiente tras 10 años sosteniéndolo como espacio ético, confiable, revelador, generador de empleos.
Menos si lo creaste para combatir la precarización salarial, censura y hostigamiento en la empresa donde reporteabas.
Un Grupo Interdisciplinario de Expertas/os Independientes nos ayudaría a entender y dimensionar en su primer informe -me lo imagino- quiénes con nombre y apellido han sido los servidores públicos ineficientes en la apertura de las AV en la FGR.
Quienes ignoraron observaciones y solicitudes muy concretas en el Mecanismo de Protección y por qué.
El segundo informe contaría el subejercicio que obstaculiza la justicia y desempeño de juzgadores ante casos de asesinato por razones de la labor periodística.
Así como los tropiezos de los ministerios públicos al incorporar las investigaciones.
Un tercer informe con el mapa de funcionarios por militancia y jerarquía, responsable de agresiones, y el rizoma de responsables por inacción.
Hasta se antoja un apéndice con la lista de los políticos que se vieron beneficiados por silenciar con agresiones o censura, a redactores y periodistas.
Y un cuarto informe sobre cómo y por qué los dueños y directivos de los medios en México, violan derechos laborales.
Cómo ejercen violencia económica, anímica, moral, creativa y de dignidad.
Cada informe llevaría sus recomendaciones y sería la apuesta más concreta para empezar a frenar la violencia.
Eso ya lo hicimos en 2014. Y desde luego el fallo del Tribunal Permanente de los Pueblos abrazó las denuncias que expusimos y culpó al Estado mexicano.
Hace años lo primero que hacíamos tras el ataque o asesinato de un periodista, era calcular el tiempo que pasaría para ir por un segundo ataque, por la carga política que implica ser señalado.
Eso dejó de importarles desde hace 6 años y se agotó el guión “ahorita le costaría mucho políticamente otro ataque a la prensa”.
La sociedad y las audiencias así como normalizaron la violencia cotidiana, también se han acostumbrado a vernos gritar de vez en vez.
A los titulares de noticieros producidos desde la Ciudad de México con un GIEI no les quedaría de otra más que esperar. Ya ocuparon mucho el escaparate y prendieron mucha pirotecnia en las últimas semanas.
No hay vidas ni trayectorias de primera o segunda, hay urgencias y realidades que se acrecentar en condiciones de mucha Vulnerabilidad x Riesgos / Capacidades.
Es incomparable vivir en la ciudad de México con chofer y analistas de información, que agarrar camión para ir hacer la nota.
Quizá una de las recomendaciones más esperadas sería la creación del Mecanismo Autónomo de Protección, con fecha de expiración porque cambiaron las condiciones.
Porque ya no serían los mismos cambiando de color, quienes toman las riendas en las regiones, todas, ya peligrosas para el oficio.
Habría acceso a la justicia para las 12 mil denuncias, no prescribirían los delitos.
Un Grupo Interdisciplinario de Expertas/os Independientes sostendrían la esperanza que imprime el lema matando periodistas no se mata la verdad al que nos aferramos inexplicablemente.
*Este artículo fue publicado en PERIMETRAL, medio aliado de la Red de Periodistas de A Pie. Aquí puedes leer el original.
Enfocada a la cobertura de temáticas sobre derechos humanos, conflictos socio-
ambientales y cultura. Ha sido premiada por la Bienal Internacional de Radio en la
categoría de Radioarte, Radio Indigenista, Mesa de Análisis y Debate; finalista del Premio Fundación Nuevo Periodismo en 2007 y 2009. Obtuvo el Premio Internacional de Periodismo Rey de España por el reportaje “La Discriminación vuela por Avianca”, también en 2009. Actualmente escribe para medios digitales y realiza reportajes para la radio y televisión universitaria en Jalisco.
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