El estado mexicano aprovechó la conmemoración para premiar a lo que, en voz de la Secretaria de Gobernación, son “los héroes y heroínas del siglo 21”: médicas y enfermeros que ha enfrentado la crisis sanitaria “más grande y retadora en la historia reciente de la humanidad”
Texto: Daniela Pastrana, María Ruiz y José Ignacio De Alba
Fotos: María Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO.- En el año de la pandemia de covid-19, el desfile militar pasó a segundo plano. Los héroes y heroínas de este 16 de septiembre no estaban uniformados de verde oliva sino de batas blancas. El Estado mexicano aprovechó la conmemoración de la Independencia para recordar a las personas fallecidas durante la crisis sanitaria y homenajear al personal médico que durante meses ha estado en la primera línea de batalla contra el virus que, hasta hoy, ha matado a más de 71 mil personas en México.
“Las y los condecorados en Grado Collar son, sin duda, héroes y heroínas del siglo 21 en esta crisis sanitaria, la más grande y la más retadora en la historia reciente de la humanidad”, dijo, a nombre del gobierno federal, Olga Sánchez Cordero.
La Secretaria de Gobernación fue la única oradora en el evento que, por primera vez, no concentró a miles de mexicanos en las calles del centro de la capital.
En un mensaje de 8 cuartillas, Sánchez Cordero dijo que la decisión de premiar méritos, eminentes, conductas o trayectorias vitales ejemplares, relevantes servicios o actos heroicos prestados a la patria o a la humanidad, sólo es un pequeño símbolo del gran reconocimiento que merecen.
“Celebramos su heroísmo, su solidaridad y valentía, su sentido del deber como profesionales de la salud, su actitud en la última línea de combate contra esta nueva enfermedad. Y digo la última, porque la prevención debería ser la primera; es decir, premiamos su intervención, su trabajo en la atención diaria a pacientes que sufren las consecuencias de la enfermedad en hospitales y centros de salud”, dijo la funcionaria.
Destacó también el espíritu solidario del pueblo de México, que “nos ha rescatado de las mayores desgracias de nuestra historia”.
Ahora, dijo, “hemos perdido vidas, es cierto, pero también lo es que gracias a estas mujeres y hombres valientes se han logrado rescatar muchas, muchas otras”.
“No hay héroe en soledad -insistió-. Sólo el esfuerzo común genera actos heroicos, por eso no me queda más que agradecer de nuevo su presencia”.
Hasta el 3 de septiembre, el sistema de vigilancia epidemiológica de la Secretaría de Salud reportaba el fallecimiento de mil 410 personas, del universo de 104 mil 590 trabajadores de la salud contagiados. Casi la mitad de los fallecidos eran médicos y un 18 por ciento enfermeras.
Ellos han sido la primera línea de una batalla que ha implicado un «esfuerzo titánico» de reconversión hospitalaria y colaboración institucional, que planteó hace unos días en su informe la gobernadora de la la Ciudad de México, que ha sido el epicentro de la epidemia en el país. Luego de 6 meses, México ha superado los peores pronósticos de mortalidad.
Por eso, quizá, el mensaje final de la Secretaria de Gobernación, antes de pasar a un minuto de silencio que se convirtió en un largo y emotivo aplauso:
“El futuro es siempre incierto, pero estoy convencida de que si ese futuro está en las manos de los profesionales, como los condecorados de hoy, entonces es un futuro por el que vale la pena luchar, porque es uno lleno de valores, de fraternidad, de honorabilidad y de una sociedad civil solidaria”.
Un total de 58 personas que trabajan en el sector salud del gobierno federal recibieron la condecoración Miguel Hidalgo, que es la máxima distinción que otorga el Estado mexicano a sus nacionales.
La selección de los condecorados fue realizada a propuesta y postulación de pacientes dados de alta de esta enfermedad, así como del personal de salud de diversas instituciones federales: el IMSS, el ISSSTE, Insabi, Sedena, Semar y Pemex.
El Consejo de Premiación determinó otorgar la condecoración póstuma al teniente de fragata del Servicio de Sanidad Naval, médico cirujano especialista en medicina familiar Luis Rey Calderón Leal, quien prestó sus servicios en el hospital naval en el puerto de Veracruz y falleció el 2 de julio.
“Perdió la vida luchando contra el covid y cuidando de sus pacientes hasta el último día”, dijo la moderadora. La condecoración fue recibida por su esposa, Zaira Ixchel Hernández Salazar.
Hace un año, en el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Orador, el desfile duró varias horas y participaron 12 mil 111 personas. Fue la presentación en sociedad de la Guardia Nacional, que tuvo el contingente más grande, y destacó por la participación de las mujeres, que por primera vez encabezaron el desfile militar. Pero más que una demostración bélica, lo que ese día desfiló fue la visión de país de López Obrador, quien al final del evento recibió una improvisada serenata popular.
Ahora, el ingreso al primer cuadro del Centro Histórico está restringido a un pequeño grupo de invitados. Todas las calles aledañas tiene filtros policíacos que sólo pueden cruzarse con autorización del Ejército.
A las 9 de la mañana, empleadas de la tienda de telas Parisina recorren varias calles enseñando sus credenciales para que las dejen pasar a su trabajo. “Pásele antes de que me arrepienta”, dice una policía a una de ellas.
Una botarga se pasea por la plancha del Zócalo con boina, cubrebocas y uniforme militar que tiene el cintillo amarillo del plan “DNIII” (para tragedias).
Algunos integrantes del gabinete llegan temprano. Zoé Robledo, el director del IMSS que este año ha sobrevivido a covid y a un accidente carretero, espera entre las sillas vacías. A su lado, el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma, se toma selfies con el Zócalo vacío de fondo.
A las 11, el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador sale del Palacio Nacional directo al asta bandera. Cuando llega, una voz anónima y lejana rompe el silencio con un grito que concita los miles que esta vez no están para darle la serenata: “¡te amo, AMLO!”.
El toque de trompetas marca la salida de la ceremonia, y una voz que parece sacada de una narración de hace medio siglo cuenta la historia que llevó a este inédito festejo:
“En diciembre de 2019 el mundo tuvo conocimiento de una nueva enfermedad provocada por un nuevo coronavirus: covid-19, que surgió por primera vez en Wuhan, una ciudad de la provincia de Hubei, en China. Una de las principales características de esta enfermedad es su rápida propagación a escala comunitaria. México no ha sido ajeno a los efectos de esta nueva enfermedad por lo que, ante la situación pandémica, el Estado mexicano, como un todo, adoptó medidas urgentes y extraordinarias para hacer frente a este desafío”.
La celebración dura una hora, la mitad dedicada a los héroes y heroínas de bata blanca. Hay un minuto de silencio para los 71 mil muertos por la pandemia. El aire pesa mientras la trompeta alarga un tono tristísimo. Luego, un largo aplauso estremece el templete.
Al mediodía, en la esquina de Izazaga y 20 de Noviembre (a un kilómetro del Zócalo), un grupo de personas con cubrebocas de bandera mexicana, trenzas y listones, sigue forzando la vista en busca del desfile que terminó hace rato.
A falta de desfile militar, decenas de familias se subieron a las azoteas de sus casas para contemplar el paso de aeronaves militares que se dirigían al Zócalo. Desde los techos de edificios y casas se vivió una improvisada fiesta patria.
En la colonia del Valle, por ejemplo, muchos niños, aún en pijama, saludaban el paso de helicópteros y aviones.
En otros años, miles de personas pasaban la noche, para apartar lugares de primera fila en Paseo de la Reforma y ver el desfile militar. Ahora, la gente quedó confinada a sus televisores y a fuerza del confinamiento tuvo que aguantar a los comentaristas para ver el desfile de vehículos, aviones, cadetes y caballos.
Pero la ficción fue suplantada y el sonido de aviones provocó que muchas familias de la Ciudad de México pasaran salieran a balcones y azoteas a ver el espectáculo aéreo. Las televisiones quedaron solitarios por un momento.
Médicas: América Campos León. Alejandro Rivera Mora. Ernesto Castellanos Flores, Nora Hilda Vega Camacho. María Isabel Carmona Zúñiga. Luis Alberto Delgadillo Pliego. Omar Calderón Pale. Patricia Alejandra Meza Meneses. Jorge Luis Ruiz Toledo. Héctor Gonzalo Casanova Pacheco. José Efraín Ramos Martínez,
Enfermeras: Verónica Rosas Hernández. Ángel Israel Galván Muñoz. Brasilia del Rosario Valle Quevedo. Gonzalo Martínez Mariano. Pedro Pablo Bojórquez Cobo. Steffany del Carmen Tec Tabasco. Israel Quiroz Guerra. Jesús Ulises Hernández Zacarías. Junue David Martínez Gutiérrez, Karla Daniela Ramos Sandoval. Victoria Shantal Meza Cortés. Yulet Erenia Ceseña Leal.
Enfermeras: Silvia Gabriela Aldecoa Ríos. María Teresa Vázquez Herrera (soldado auxiliar asistente de enfermería).
Médicos y médicos cirujanos: Alfonso Rodríguez Jaramillo. Mayor Aldo Radamés Garza Sánchez. Mayor Alejandro Salgado Sánchez. Médico. Mayor Eva Lorena Martínez Hernández. Mayor José Antonio Gallegos Vargas.
Enfermera: Tania Concepción Sánchez Sánchez.
Médicas: Erick Alberto Gómez Lara, Alejandro Arreola Morales.
Médicas: Alberto Rosas Herrera. Beatriz Alejandra de la Garza Cepeda. Esther Azucena Fernández Hernández. Ana Luisa Martínez Pérez. Aldo Ariel Ponce de León Romo. Juan Alejandro Arrendo Pacheco. José Roberto Chávez Cruz. Jhovana Ivonne Ruiz Cruz. Jorge Alejandro Morales Treviño. Jesús Manuel Armenta Velderrain. Rubén Isaí Montaño Islas. Luis Humberto Barrón García. Roberto Ibarra Infante. Noé Raíz Laurent
Enfermeras: Christian Barrientos Ramírez. Elizabeth Bustamante Rodríguez. Jaime Leura Hernández. José Iván Campos Moreno. Karina del Carmen Castillo Hernández. Norma Estela Colunga Mares. Rebeca Raíz Hernández, María del Rosario Juárez Olivares.
Médicas: Sergio Jonathan García Mortera. Miriam Lyzzete Heredia González.
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