Las candidatas a la presidencia de México deben preparar desde ahora una estrategia para la eventualidad de enfrentar a Donald Trump como jefe de la Casa Blanca
Por Alberto Nájar / X: @anajarnajar
Desagradables. Es el adjetivo más suave que utiliza Donald Trump para hablar de las mujeres.
Lo dijo en varias ocasiones durante su primera campaña por la casa Blanca, especialmente en contra de su rival, Hillary Clinton.
Lo repitió durante su mandato contra Kamala Harris, Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca, Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes y Meghan Markle, duquesa de Sussex, entre otras muchas.
Lo hace de nuevo ahora, que quiere reelegirse. A Nikki Haley, quien fue su rival en las elecciones primarias del Partido Republicano, la llamó “impostora” y “cerebro de pájaro”.
Trump es misógino y violentador de mujeres. Su historia personal y política está llena de esos temas.
A pesar de ello fue elegido presidente de Estados Unidos, por razones todavía no se han explicado por completo. Pero el daño de llevar a la posición política más importante del mundo occidental, todavía se siente.
Lo recuerda Kara Alaimo, quien fue portavoz de Asuntos Internacionales en el Departamento del Tesoro durante el gobierno de Barack Obama.
En un artículo para CNN la especialista advirtió que la lucha de varias décadas por los avances feministas, “la creencia de que las mujeres existen para satisfacer los egos y deseos delos hombres estaba a punto de desaparecer… Hasta que Trump lo revivió”.
Un ejemplo es la decisión de la Corte Suprema para cancelar el derecho a la interrupción legal del embarazo, que desde 1973 era un derecho constitucional.
Varios de los jueces que integran actualmente la Corte fueron designados por el expresidente.
La violencia de Trump contra las mujeres cobra relevancia este 2024, no sólo porque las encuestas advierten una alta probabilidad de su reelección, sino por la certeza de que México será gobernado por una mujer.
No es cualquier cosa. A pesar del respeto y simpatía que tuvo el magnate con Andrés Manuel López Obrador cuando eran presidentes, la relación binacional fue complicada.
Hay que recordar la amenaza de cancelar el Tratado de Libre Comercio, en 2018, o la advertencia el año siguiente de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas si no se frenaba la creciente ola migratoria que llegaba a suelo estadounidense.
López Obrador logró contener los improperios y acciones del magnate. Pero no existe la seguridad de que tenga la misma reacción con la presidenta de México.
Lo único cierto es que Donald Trump sería igualmente agresivo, grosero y violento con Xóchitl Gálvez o con Claudia Sheinbaum. No es un tema de ideología o perfil político, sino de su retorcida personalidad.
Kara Alaimo advierte que el magnate es misógino, lo cual “implica castigar a las mujeres que no actúan como los hombres quieren”.
Es algo en Trump se profundiza cuando enfrenta a mujeres que lo desafían, o que le superan en algún aspecto.
Es el caso de las ahora candidatas a la Presidencia de México, quienes son superiores al magnate por sus valores personales y su capacidad intelectual.
Hoy el panorama no es bueno para el país, y lo más lamentable es que poco puede hacerse para mejorarlo.
Si Trump gana las elecciones de noviembre, la relación con Estados Unidos será complicada en extremo, no sólo porque el ahora candidato puede cumplir sus ofertas de campaña, sino por la necesidad de mantener la soberanía del país.
Y eso incluye el respeto personal. El misógino personaje debe entender que sus psicopatías y miserias debe guardarlas en el escritorio donde esconde sus hamburguesas antes de hablar con la presidenta de México.
Lamentablemente eso depende de los votantes estadounidenses. La historia enseña que los intentos de intromisión mexicana resultan contraproducentes.
Mientras llega la decisión, es importante que las candidatas preparen desde ahora una estrategia para la eventualidad de enfrentar a la bestia.
No hay otra forma de definirlo…
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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