A pesar de sus líos judiciales Donald Trump se mantiene a la cabeza de las encuestas electorales. El Partido Republicano enfrenta un dilema serio: permitir que se imponga el magnate en la nominación presidencial, o arriesgarse a perder de nuevo la Casa Blanca con otro candidato
Por Alberto Nájar X: @anajarnajar
Este 6 de enero se cumplieron tres años del asalto de miles de seguidores de Donald Trump al Capitolio.
Es el evento más grave en la historia política reciente de Estados Unidos, un fallido intento de golpe de estado para perpetuar al magnate en la presidencia de ese país.
Tres años después el tema sigue presente sobre todo en este 2024 que se elige al próximo ocupante de la Casa Blanca.
El expresidente está acusado de instigar la rebelión, además de otros cargos por robar documentos confidenciales y obtener recursos para sus empresas durante su mandato.
Donald Trump quiere reelegirse y según las encuestas tiene posibilidades de volver al poder, no sólo por la crisis de popularidad que enfrenta el presiente Joe Biden sino, paradójicamente, por las consecuencias del asalto a la Cámara de Representantes
Una de ellas es que el magnate reivindicó la imagen que vendió en la campaña de 2016:
El personaje antisistema que rompería con la desigualdad en su país y que afecta sobre todo a obreros desempleados, campesinos sin futuro y jóvenes con poca educación condenados a la miseria por la crisis económica.
Para ellos la situación no ha cambiado, y por eso -entre otras razones- se mantienen como el voto duro de Trump. Un respaldo que crece en la medida que el magnate se escabulle de la justicia.
Según las leyes estadounidenses el controvertido personaje podría ser elegido presidente inclusive si estuviera en prisión.
De hecho, la fotografía del magnate cuando fue fichado como delincuente en agosto pasado por la policía en el condado de Fulton, Georgia, se incorporó rápidamente a su propaganda electoral.
Ha funcionado. Algunas encuestas advierten que el 46 por ciento de los estadounidenses no creen que Donald Trump haya tenido participación en el asalto al Capitolio.
Y un porcentaje similar está convencido que la justicia estadounidense ha sido demasiado dura con los atacantes que han sido encarcelados.
Una de las formas como los tribunales podrían impedir la participación del magnate en la contienda presidencial es que se acusado de insurrección.
Pero hasta ahora ni el Departamento de Justicia, ni las fiscalías estatales que le persiguen han logrado concretar esa acusación.
Esto juega en contra del gobierno de Biden y fortalece la imagen del magnate entre sus seguidores, que lo ven como el héroe que desafía al sistema que repudian.
Datos que podrían pavimentar el camino a la nominación presidencial del empresario, aunque la ruta aún es larga.
Según varios analistas difícilmente la cúpula del Partido Republicano aceptaría postular a un candidato encarcelado o envuelto en líos con la justicia.
Esto sentaría un grave precedente para la imagen de pureza y ética que tanto presumen los republicanos.
Pero al mismo tiempo, se enfrentan con la paradoja de que, según las encuestas, Trump es su mejor apuesta para volver a la Casa Blanca pues se encuentra muy por encima del resto de precandidatos a la nominación presidencial.
En los sondeos previos a las elecciones primarias del partido, el magnate cuenta con el 37 por ciento de respaldo. Le sigue la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley con 16 puntos y después el supremacista Ron De Santis, gobernador de Florida, con 9 por ciento.
Joe Biden, con todo y su crisis de popularidad, mantiene un 39 por ciento de respaldo según la encuesta más reciente de Gallup.
Así, el Partido Republicano enfrenta el dilema al que lo metió Donald Trump:
Permitir que el magnate se imponga en la nominación presidencial y con ello contender seriamente en las elecciones de noviembre próximo, implicaría dejar el partido en manos de los grupos ultraconservadores y supremacistas que han ganado terreno en los últimos años.
Por el contrario, cerrar la puerta a la participación de Trump es arriesgarse a perder de nuevo la Casa Blanca, aunque ello beneficie al sistema democrático estadounidense.
¿Qué intereses atenderán los republicanos? No está claro. Pero cualquier decisión no cambiará el futuro que se ha trazado el magnate, quien seguirá en el cultivo de su base social sin importar el costo social.
Impedir su crecimiento es tarea fundamental. Trump, pues, es el mayor desafío para Estados Unidos este 2024.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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