En este parteaguas simbólico que es el final de una década sabemos lo que está mal: ahora hay que corregirlo si no queremos que los más pobres sucumban al alza del nivel del mar, a los fenómenos climáticos extremos y a la pérdida de los servicios ambientales que nos brinda la biodiversidad
Twitter: @eugeniofv
Más que de soluciones, la década que termina esta noche nos llenó de retos. Los avances que se habían logrado en materia de cambio climático hace unos pocos años quedaron en agua de borrajas. El sector privado, que anunció con bombo y platillo su Declaración de Nueva York y sus compromisos en materia de conservación y restauración forestal, se quedó muy corto de lograr lo que nos había prometido. Las extinciones de animales mantienen un ritmo enormemente preocupante. En este parteaguas simbólico, sabemos lo que está mal: ahora hay que corregirlo si no queremos que los más pobres de entre nosotros, por todo el planeta, sucumban al alza del nivel del mar, a los fenómenos climáticos extremos y a la pérdida de los servicios ambientales que nos brinda la biodiversidad.
La primera oportunidad de acción está a la vuelta de la esquina. Este verano tendrá lugar en China la conferencia de las partes de la Convención sobre Diversidad Biológica, en la que se trazará la agenda en materia de conservación para los próximos años. Para tener una convención robusta que guíe acciones fuertes y sostenidas hará falta mucha voluntad y muchos recursos, pero sobre todo un arduo esfuerzo de construcción de capacidades, acuerdos y marcos legales- para el rescate y conservación de la diversidad biológica del planeta.
México puede aportar mucho en ese tema. Siendo un país megadiverso, la conservación de los bosques, las selvas y los litorales mexicanos, así como de sus aguas profundas, es crucial a nivel mundial. Hasta ahora, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas ha hecho milagros con muy poco. Aumentar aunque fuera unos cientos de millones de pesos -una nadería, si se piensa que la refinería de Dos Bocas costará 180 mil millones de pesos- podría tener un enorme impacto para todos en el país y en el mundo.
Aunque a un plazo un poco más largo, también se abren grandes oportunidades para enmendar el rumbo en materia de energía y cambio climático, y en la diplomacia vinculada a ellos. Hasta ahora no es solamente que no haya presupuesto para la instalación de mayor capacidad de producir energía renovable: pareciera que hay una abierta animadversión hacia el tema. Una apuesta en forma por la sustitución gradual de los combustibles fósiles -como, por lo demás, había anunciado el titular de Semarnat, Víctor Toledo-, lanzaría una señal importante al mundo y contribuiría a mejorar la salud y calidad de vida de esas dos terceras partes de los mexicanos que viven en las ciudades.
En materia de cambio climático, sin embargo, por fortuna no todo depende de la Secretaría de Energía. Municipios, estados y otras dependencias tienen mucho que aportar: solucionar el problema de la basura y dar mayores capacidades a los municipios para gestionar sus residuos tendría un gran impacto -de en torno al 15 por ciento de las emisiones. Apoyar a los municipios y a los gobiernos estatales en la construcción de redes urbanas e interurbanas de transporte público también sería muy positivo.
En materia de política forestal, los últimos veinte años han mostrado lo inútil que es el modelo neoliberal, pues la Comisión Nacional Forestal no sólo no ha logrado que crezcan la conservación y el aprovechamiento de nuestros bosques y selvas: éstos se mueven cinco o seis veces menor que el resto de la economía del país. Al frente de Conafor hay un equipo capaz, con la legitimidad y los conocimientos necesarios para darle la vuelta a la institución, sacarla al terreno y dejar de tirar el dinero a la basura, pero necesitan el apoyo de la Secretaría de Hacienda y el de la Secretaría de la Función para construir una nueva estructura. Hacerlo, además, multiplicaría los impactos positivos del programa Sembrando Vida.
Son tres pasos grandes que pueden darse poco a poco, pero que urgen. Tenemos que empezar ya porque la nueva década se nos viene encima.
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Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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