Textos: Lydiette Carrión
Imágenes: Archivo / Pepe Jiménez
En esta entidad, las autoridades se lavan las manos por los casos de feminicidio. La legislación local no está homologada con la federal, por lo cual hay casos que no son contabilizados. Además, el delito de trata sigue vigente incluso con riñas entre bandas pero no siempre es evidente. Esto lo denuncia el Colectivo Mujeres y Utopía en entrevista
TLAXCALA.- No se confundan, alerta Edith Méndez Ahuactzin, del Colectivo Mujeres y Utopía. En esta entidad, el peor problema no es Tenancingo en cuanto a violencia de género y feminicidio. La fama mundial del epicentro de la trata que tiene este municipio oscurece todo lo demás.
Tlaxcala navega con un par de banderas aparentemente contradictorias. Por un lado, el municipio de Tenancingo es considerado la capital de la trata en México. Sin embargo, las autoridades reviran: la tasa de feminicidios estatal es de las más bajas en el país, entonces, “no hay violencia”, dicen.
En efecto, según las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) del 2018, los estados con menos casos de feminicidios fueron Baja California Sur, con cero; Tlaxcala y Querétaro con tres, así como Nayarit, Durango y Aguascalientes, con 4 cada una. Esto ha sido uno de los argumentos contra la solicitud de que se active la Alerta de Género en el estado.
Sin embargo, las estadísticas no son lo que parecen, explica Edith.
–Acá se tipificó el delito de feminicidio en 2012, derivado de una acción que hicimos nosotras contra el Congreso de Tlaxcala. Y de 2012 a la fecha, sólo hay seis casos tipificados como feminicidio. Pero en esos 7 años, nosotras llevamos contabilizados 119 casos.
Es decir, no es que no haya feminicidios, sólo no se clasifican como tales.
–¿Por qué no se clasifican?
–Es lo que nos preguntamos, porque hay casos que hemos registrado que tienen las características contempladas en la ley. Además, la ley tiene deficiencias. De 2012 a la fecha, la ley ha sufrido tres reformas, ninguna quedaba realmente armonizada con la tipificación federal. Sólo hasta la tercera ocasión comenzó a tener armonización.
Edith continúa la explicación:
–Por eso exigimos una comparecencia con el procurador en turno, para que nos explique por qué elige algunos casos como tal y otros no, a pesar de que cumplen con las características de feminicidio. Hay casos evidentes de ser delito de feminicidio, pero es su misoginia y no hay nada de voluntad política. Además, no contamos con un protocolo de investigación. Así que estos casos que se investigan como feminicidio, no sabemos cómo los están investigando.
Aunque hay relativa calma en los municipios más asolados por la trata de personas, Edith es contundente:
–También hay códigos. Hay muchos acuerdos entre las bandas… los códigos han llevado a que haya cierta aparente calma, en algunos municipios centrales a la trata. Los tratantes de una banda no se meten con las mujeres de otra banda. Pero, aunque hay calma en la zona central, en la periferia y otros municipios, sí.
Hay otro punto escabroso: en Tlaxcala se da el fenómeno de feminicidios de mujeres de otros estados: mujeres raptadas en Veracruz, Estado de México o Puebla, cuyos cuerpos aparecen en tierra tlaxcalteca. La respuesta de las autoridades es lavarse las manos, porque alegan que la mujer no habría muerto en el estado, sino “sólo” arrojada ahí.
Sobre mujeres halladas sin vida, provenientes de otros estados, Edith describe:
–Al menos yo recuerdo seis. Al principio se habló de un caso en 2011, en el que una mujer de Hidalgo que apareció en una fosa atrás del hotel de Ahuetzía. Fue el primero en despertar interés público.
Per hay casos más recientes, que Edith denuncia:
–Hace dos o tres semanas: una mujer asesinada en Calpulalpan, ella era de Texcoco. El otro fue una chica a la que encendieron fuego, viva. Todavía alcanzó a llegar al hospital, pero perdió la vida un par de días después. Se supo que era una chica desaparecida en Veracruz. Alcanzó a explicar que la sacaron de Veracruz, la violaron y le prendieron fuego viva.
Con todo, los gobiernos se lavan las manos, de acuerdo con Edith:
–Las autoridades entonces dicen que no les corresponde investigar. Que no son mujeres de acá y que no las mataron acá, que sólo las vienen a echar aquí. Y es que en muchos casos, las colocan en el mero límite con Texmelucan, Puebla, en el mero límite.
–Estos casos, ¿son clasificados como feminicidios?
–La mayoría no.
Un aspecto que preocupa a los contados colectivos feministas en Tlaxcala es que la trata y el feminicidio se extiende por el estado, pero los ojos sólo se encuentran en la zona sur.
–Tenancingo no es el gran problema. Es algo que nos preocupa: al hablar únicamente de Tenancingo se invisibiliza los demás municipios. En un principio hablamos de la región Sur, de 15 municipios, luego de 20 municipios. Pero luego está el centro y los municipios del norte. Pero, al mirar todos a Tenancingo, se borra el panorama completo.
De nuevo, aunque la región sí ha dado pasos, al menos en reconocer que la trata de personas, particularmente mujeres, es una realidad, las medidas se quedan cortas.
–El programa para atender y prevenir la trata, nosotras participamos en el proyecto, pero se implementó hasta el último año de las administración, aunque estaba listo antes. Ahí es cuando te das cuenta de que hay muy poca voluntad política… y esto tiene que ver con que ciertos políticos o funcionarios son parte de estas redes. Hemos tenidos presidentes municipales, legisladores, que forman parte de esto. Es también una cuestión… no quiero decir cultural, pero sí se instala en esta construcción social. Por ejemplo están los tratantes que aportan a la iglesia, que dan dinero para mejorar algún espacio público… ellos han sabido cómo instalarse de manera permanente.
–¿Qué hay de los colectivos de mujeres? ¿Cuántos hay?
–Somos pocas organizaciones. Puedo identificar el Centro Fray Julián Garcés, todo lo demás son activistas o políticas, y a raíz del caso Karla Romero Tezmol, hay un colectivo de familias que se formó en San Pablo del Monte, que trata de ser la respuesta a las mujeres que pierden a sus hijas, pero de momento no hay más. Pero en realidad somos pocas las que nos encontramos en redes.
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