Texto: Daliri Oropeza y Al-Dabi Olvera
Imágenes: Fernanda Quiroz
Éste es un retrato de San Martín Texmelucan a 9 años de la explosión provocada por la fuga del poliducto que atraviesa la ciudad. Casi una década después, con el crecimiento exponencial del robo de combustible en el municipio, mayor que en cualquier otro en México, el riesgo de que se repita la tragedia se mantiene latente
San Martín Texmelucan, Puebla.- La tierra estaba caliente.
Las imágenes, las cifras, los testimonios de Tlahuelilpan sacudieron recientemente a México y al mundo. Pero ésta no es la primera vez que un accidente con combustible enluta al país. Fernanda recuerda las escenas de la explosión de un ducto de Petróleos Mexicanos en San Martín Texmelucan, Puebla, durante la madrugada del 19 de diciembre de 2010.
“Sentía en mis pies la temperatura del piso. Caminaba sobre una alfombra negra cuando tomé las fotos. Todo estaba quemado”.
…”ese semáforo estaba derretido”.
Como fotógrafa, recuerda las imágenes que documentó hace casi una década.
“Aquí cuidan vacas”.
Contrasta: el día de la explosión las vacas estaban carbonizadas, la gente levantaba escombros y en toda la calle había filas de camiones de bomberos.
Entonces toma la cámara.
“Se ve muy diferente”.
Al caminar de nuevo por la Zona Cero, como fue nombrada la calle de la explosión, una vecina pregunta:
“¿Son periodistas?”.
“Sí, hacemos un trabajo sobre la explosión hace 10 años. ¿Nos quiere dar su testimonio?”, pregunta Fernanda.
“Sí, pero vámonos a la sombra”.
Treinta personas murieron; 12 de ellos niños o adolescente; 52 personas hospitalizadas; más de 200 perdieron sus viviendas. Cincuenta kilómetros del Atoyac fueron contaminados: el río ardía.
“El humo no te dejaba respirar. Era sofocante, como una nata”, recuerda Tomasa Cruz, “mis vecinos murieron; quedó totalmente destruido”.
A nueve años, los motivos que causaron aquella explosión siguen vigentes y la emergencia no ha pasado.
Mientras caminan, Tomasa alerta: “Todos ellos son huachicoleros, son halcones”.
Se escuchan radios de trabajadores de talachas y de la refaccionaria.
“Van a pensar que quiero hablar sobre el huachicol. Y sí, pero vámonos de esta calle”.
Cruz, cuyo nombre fue cambiado por seguridad, revela que la lección por la tragedia que arrebató la vida a sus vecinos no fue aprendida.
“No hay un cambio (después de la explosión). Hay muchísimo más ‘huachicol’”. Lamenta Tomasa, a pesar de que las últimas investigaciones revelaron que el accidente no ocurrió por robo de combustible…
En este municipio antes conocido por sus bajas temperaturas, es calificado como una “zona caliente”, donde es necesario resguardarse del sol y ocultarse de las miradas.
Cruz calcula que el robo ilegal de combustible se incrementó en el municipio: “lo que robaban en ese entonces es como el 10% de lo que ha sido el delito en estos años”.
Por San Martín atraviesan el Poliducto Minatitlán-México, el oleoducto Teapa-Tula-Salamanca, los Gasoductos LPG-Guadalajara y Ciudad Pemex-Guadalajara L.1 Pemex. La paraestatal comenzó a contabilizar tomas clandestinas en Texmelucan desde el año 2006, donde registró una toma.
Después de 2006, Pemex no tiene registro de robo de combustible en San Martín sino hasta el 2011: dos tomas. En 2010, año de la explosión, no existe oficial. En 2012 las autoridades contabilizaron tres tomas. En 2013 el número subió a ocho. En 2014 contabilizaron 10. En 2015 creció a 22. En 2016 casi se triplica el número a 75. En 2017 hubo 303 tomas. Hasta julio de 2018 Pemex contabilizó 318 tomas clandestinas.
Para octubre de 2018, Puebla ocupaba el primer lugar en entidades con tomas clandestinas de combustible y San Martín se convirtió en el municipio con más tomas clandestinas del país, según dijo Carlos Treviño, el entonces director de Pemex, en la Cámara de Diputados.
En entrevista, el ingeniero petrolero jubilado Juan Evaristo Vilchis Correa denuncia que lo ocurrido en 2010 marca una responsabilidad de las autoridades: Pemex supo desde antes de la fuga el día de la explosión, y debió haber cerrado la presión del oleoducto.
No sucedió así.
Vilchis Correa asesora a las personas que fueron víctimas de la explosión. Fueron indemnizados por una aseguradora de la paraestatal, pero a través de un amparo lograron evidenciar que la empresa no cubrió el pago conforme a la ley.
Algunas personas son víctimas dos veces: en 2014, Vice publicó videos titulados “Drogas y petróleo”. Ahí hablaron con familiares de víctimas como Jaime Mendel, quien perdió a 10 personas.
“Después de recibir el dinero de Pemex para reconstruir su hogar, los cárteles lo secuestraron, le apuntaron con una pistola en la cabeza y no lo dejaron hasta que les entregó el dinero”, cuenta el host del documental Suroosh Alvi.
En este 2019, al intentar buscar a otros familiares que aparecen en la cinta, la respuesta es: “ahora no, gracias”.
El ingeniero Vilchis Correa coincide en el aumento del robo de combustible en Texmelucan y asegura que las rutinas se han modificado por el “huachicol” hasta llegar al grado de que, en 2018, el municipio llegó a la ciudad con más tomas clandestinas en el país.
¡Shhht!
“Se hicieron súper prepotentes, se adueñaron de nuestro municipio”, describe Tomasa Cruz mientras camina con Fernanda.
Recuerda que los halcones del huachicol comenzaron a involucrar a jóvenes de San Martín en la ordeña de los ductos. Varios vecinos huyeron después de la explosión, cuando las unidades habitacionales fueron ocupadas por la mafia del combustible.
“A tal grado de que en la Unidad San Juan, de la colonia Purisima, los soldados llegaban a hacer cateos y los vecinos defendían y escondían a los huachicoleros”.
La vecina ve un punto crítico del crimen en su municipio durante el gobierno de Rafael Moreno Valle. Al hoy difunto gobernador panista le tocó recorrer la zona como gobernador electo junto con Felipe Calderón como presidente y el priista exgobernador Mario Marín.
“Con Moreno Valle se potencializó mucho el crimen, después de que el gobierno de Puebla tomara la seguridad del municipio”.
Cruz cuenta que los vecinos se distribuyeron horarios para contar los camiones que desfilaban para acarrear el robo de combustible.
“Contamos más de 1400 camiones por un día entre todos, casi uno por minuto que llegaban a cargar gasolina ilegal, de a mil litros cada tráiler, ¡calcule cuánto tenía!”.
De enero a octubre del 2018, de las 9 mil 394 denuncias presentadas por delitos relacionados con robo de hidrocarburos en todo el país, solo han sido detenidas mil 600 personas y solo han dictado prisión preventiva a 189.
Hasta 20 diciembre de 2018, llegaron 200 elementos de la Marina al Complejo Petroquímico Independencia en Texmelucan para resguardar las instalaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex) y se sumaron a los trabajos que ya estaba realizando personal del Ejército después de una orden presidencial.
“Cuando llegó la Marina pudimos dormir”.
A la mitad de la entrevista, dos motocicletas de modelo Italika pasan raudo al lado del módulo de policía municipal. Cada motocicleta lleva dos jóvenes. Uno de ellos truena sus labios en tono amenazante.
“¡Shhht!”
El sonar constante de las motocicletas calienta los oídos, “aquí estamos rodeados”, dice Cruz.
Después pasa un camión de la Marina.
Las víctimas mortales de Texmelucan fueron en su mayoría personas que estaban cerca del lugar de la fuga. A las 5:30 horas que se registró la explosión, estaban dormidas.
Pemex no registra tomas clandestinas en Texmelucan en el año 2010, sin embargo, después de la explosión quedó el estigma del robo de combustible por la versión publicada en los medios de comunicación de lo que informó el entonces director de la paraestatal, Juan José Suárez Coppel.
Sin embargo, en marzo del 2011, la Comisión Especial de Seguimiento de Pemex en el caso de la explosión del oleoducto de Texmelucan, detalló que fue una ruptura dúctil y “se observan indicaciones de la acción de fuerzas externas”, de acuerdo con el análisis del doctor Jorge Luis González, del Grupo de Análisis de Integridad de Ductos del IPN. Vilchis Correa explica que se refiere a temblores, movimientos de la tierra y ese tipo de factores. Nunca dijo “robo o toma clandestina”.
Vilchis Correa describe que saber que podría haber una desgracia lo llevó a asesorar a las víctimas de la explosión del 2010.
Y denuncia:
“La desgracia fue una irresponsabilidad de quien dio la instrucción de rebombeo. Siguieron aumentando la presión pese a que sabían de la fuga. Si hubiesen cerrado las válvulas, no explota”,
El ingeniero asegura que en Pemex están capacitados para emergencias y alertas. Por ello, para él, la reciente explosión de Tlahuelilpan se pudo haber evitado.
“Yo no vi nunca ningún personal de Pemex, personal de seguridad en los videos publicados de Hidalgo. No veo personal de mantenimiento de Pemex tratando de sellar esa toma clandestina. La presión la mantuvieron a pesar de que había reventado”.
En San Martín es inevitable preguntarse: ¿es esto parte del estigma que ahora cubre San Martín? ¿La mafia del robo de combustible tiene oídos en todo el municipio?
Shht.
Pero Tomasa insiste en contar su historia y hace una comparación entre el actual Texmelucan y Tlahuelilpan: “cuando vi los videos, haz de cuenta que veía lo que hacen aquí cuando hay fuga: hacen un llamado. Van varios a las tomas. Vacían los ductos. La mafia los pone como carne de cañón para que los polis no los atrapen”.
Tomasa tiene los ojos rojos. “Aquí hemos estado a punto de que pase lo que pasó en Hidalgo. Pudo haber pasado aquí, no una vez, muchas veces, es menudo. Ya hasta le perdieron el miedo”, advierte.
Insiste en que en esta crónica quede constancia: “necesitamos ayuda con lo de la seguridad”.
A casi 10 años de la explosión, San Martín no puede estar más caliente.
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