Para hacer frente a la crisis de vivienda que vivimos es necesario guiarnos por un horizonte utópico de vivienda para las ciudades. En la tertuliana de este mes imaginamos cómo plantear esos horizontes
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos : Alexis Rojas
CIUDAD DE MÉXICO.- Malé es la capital de Maldivas y la ciudad más densamente poblada del mundo. Una isla en la que más del 80 por ciento de las familias comparte su casa con otra familia. ¿Ese es el destino que le tocó porque es una isla? La abogada Carla Escoffie piensa que no. «Todas las ciudades son una isla”, dice.
«Puedes extender una ciudad pero va a llegar un momento en que sea insostenible. Eso requiere que pensemos en una gestión del suelo y por lo tanto de la vivienda, y por lo tanto de entender que es algo común que no tiene que pasar por una cuestión meritocrática de la acumulación, sino que lo prioritario es que todas las personas tengamos un espacio para vivir».
En la tertuliana de este mes hablamos de la crisis de vivienda y de cómo trazar un horizonte común donde el derecho a la vivienda de toda la población esté asegurado
Carla Escoffie, abogada especializada en temas de vivienda; junto con María Silvia Emanuelli, directora de la Coalición Internacional del Hábitat y Federico Taboada, arquitecto y urbanista, hablan sobre el origen de la crisis de vivienda, el papel del estado ante los cárteles inmobiliarios y las opciones que tenemos para que a nadie le falte una vivienda.
“Cuando hablamos del derecho a la vivienda hay que comprender que necesitamos espacios para habitar. Que es algo tan esencial como eso”, apunta Escoffie. Sin embargo, pareciera que en las ciudades del país solo hay dos formas de habitar en ellas: poseer una propiedad o rentarla.
Hoy más del 60 por ciento de las personas que rentan no tienen la posibilidad de encontrar un préstamos o una herramienta para dejar de hacerlo.
Al respecto, el urbanista Federico Taboada apuntó:
“Es un síntoma de algo más crítico de algo que ha existido desde hace mucho, algo que se puede rastrear a los 70 cuando el Estado se retira de la política de vivienda y la deja en manos del mercado”.
Para retratarlo, cuenta una experiencia familiar. Pasado 1949 su abuela comenzó a vivir en el Multifamiliar Benito Juárez con un trato que pareciera irreal para la Ciudad de México de hoy. Por un departamento de tres cuartos y 120 metros cuadrados su abuela destinaba 120 pesos de renta, el 10 por ciento de su ingreso.
Hoy los precios de la ciudad obligan a más de 100 mil personas a salir de ella, pues a pesar de que pareciera que los desarrollos inmobiliarios no paran, para dotar de viviendas necesarias, se deberían construir 75 mil al año, sin embargo solo se construyen 4 mil, lo que significa que hay 12 familias peleando por una sola casa, y son las más acaudaladas las que se quedan con ellos.
Como respuesta, las políticas de desarrollo de vivienda se centraron en construir millones de viviendas en las periferias de las ciudades, sin embargo, por ser construidas bajo un modelo financiero que garantizaba las ganancias de los desarrolladores, por lo que no se cuidó que estas casas fueran espacios habitables con los servicios mínimos.
De 2001 a 2014, señala el urbanista, en México se construyeron miles de condominios que repitieron los mismos modelos de casa en millones de construcciones. Las mismas casas de 33 metros cuadrados a dos horas de las ciudades, en páramos desolados a donde no llega el agua, la luz, o el transporte público. El resultado era de esperarse, de los 11 millones de casas que se construyeron, 7 millones están abandonadas.
“Cuando hablamos de estas casitas de Auschwitz, estamos hablando de la primera parte de la financiarización de la vivienda”, explica sobre un modelo que ha encarecido el precio de la vivienda nueva en el país, María Silvia Emanuelli, directora de la Coalición Internacional del Hábitat para América Latina, una organización internacional que defiende el derecho a la vivienda en el mundo.
“Leilani Farah, relatora de vivienda de la ONU explicó en un artículo, que en México no hay gentrificación, dice que más bien hay un fenómeno de financiarización y que lo primero se ha conformado a partir de lo segundo”.
Este proceso de financiarización significa que las casas dejan de ser un bien habitable y se vuelve en una forma segura de inversión.
“Hay muchas construcciones que son casas que se construyen nada más por hacerse, y no importa que en ellas viva gente, porque el negocio no es la venta, sino la construcción”.
Hoy este tipo de inversiones dejó atrás el modelo de construcción de casas de interés social alejadas de los centros urbanos para empezar a apoderarse de espacios urbanos con una alta plusvalía en la que invierten a pastor de FIBRAS, Fideicomisos de Infraestructura y Bienes Raíces, que han permitido la construcción de grandes proyectos como Mítikah, en la Ciudad de México, o muchos otros grandes desarrollos de lujo.
Si bien cada vez es más difícil conseguir una casa, las tres especialistas coincidieron en que no se había llamado crisis a esta situación hasta que tocó a las clases medias. “Si hay que hablar de una crisis de la gentrificación, es porque está atacando a la clase media. Incluso el término viene de un origen burgués”, añade Emanuelli.
A pesar de que no todos los fenómenos que implican desplazamiento de la ciudad son sinónimo de gentrificación, quienes asistieron a la mesa de la tertuliana admitieron que el concepto tiene cierta utilidad para por lo menos prender las alertas de los cambios en el barrio. Ahora, en la defensa del derecho de la vivienda se está haciendo un esfuerzo para relacionar la expulsión de las ciudades y la crisis de vivienda con fenómenos de colonialismo, raza y género.
Para Carla Escoffie, la respuesta al laberinto de la vivienda necesariamente los movimientos urbanos necesitan iniciar diálogos con movimientos campesinos e indígenas, que les enseñen sobre defensa del territorio.
«No hay soluciones, lo que hacemos es tener horizontes de lucha para buscarnos y encontrar Si el arte imita a la realidad tenemos que tratar que la realidad imite a la utopía”, dice.
Emanuelli, por su parte, habla de la urgencia de la formación política de los ciudadanos.
“¿Qué hacemos?, no tengo la receta. Pero, y sueno como setentera al decirlo, creo que hemos perdido la formación política, sí hace falta esa capacidad de entender la realidad desde una formación colectiva”.
“Ver qué hacemos, cómo nos organizamos. Vayamos a informar, a enterarnos qué pasa con la política, juntémonos y creamos que podemos cambiar las cosas”.
Si quieres ver la tertuliana completa puedes hacerlo en nuestro canal de Youtube.
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