En un país cruzado por múltiples violencias, verbalizar los daños y las formas de afrontarlos es una tarea urgente. Pero hay que empezar por reconocerlas. En la tertuliana mensual de Pie de Página las periodistas Daniela Rea, Daniela Pastrana, Marcela Turati, Alberto Nájar y Alejandro Almazán hablan sobre sus experiencias en estos años de guerra
Texto: Redacción Pie de Página
Fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- ¿Cuánto pesan las historias en un país roto por la violencia? La pregunta permeó la tertuliana mensual de Pie de Página, donde las periodistas Daniela Rea, Daniela Pastrana, Marcela Turati, Alberto Nájar y Alejandro Almazán aventuraron algunas respuestas, a partir de sus experiencias cubriendo las violencias en México.
Alberto Nájar hizo un recorrido histórico sobre el narcotráfico en México y sus nexos con el poder: México, tierra de narcos, ¿cómo comenzó esta percepción del país a nivel internacional?
Nájar ubicó a la audiencia en la historia de Rafael Caro Quintero, en el asesinato de Enrique Camarena Salazar y la intervención de la DEA:
Esto desató la mirada internacional hacia México por la participación de bandas de narcotráfico con autoridades. La DEA inventó el término cártel, que no existía en México. La primera vez que se cerró la frontera fue en 1985, porque estaban buscando a Camarena carro por carro y desde entonces México obtuvo ese SanBenito de Tierra de Narcos. En parte por lo que ya existía, en parte por la mirada de Estados Unidos y en parte por la fascinación por la violencia que había en México, la cual se fue multiplicando y multiplicando. Así empezó la mitificación de los narcos”, recordó el periodista, quien desde los 17 años comenzó a reportear este tema en su natal Jalisco.
Nada de lo que vivimos es por generación espontánea, insistió, y que lo que ocurre actualmente tienen un origen, el cual tiene que ver con autoridades y con la profunda desigualdad que se vive en el país.
“Lo que vemos ahora empezó hace mucho tiempo y cuando los periodistas nos dimos cuenta ya era demasiado tarde porque había sociedades enteras cooptadas que trabajan y conviven con estos grupos”..
En un afán de situar el debate en sus proporciones, dio una ruta para analizar la violencia: es la desigualdad, la pobreza, el hambre y la falta de oportunidades los problemas estructural que devienen en violencia. Y esto, muchas de las veces, queda afuera en nuestros análisis, pues reconocer estas condiciones implicaría hacer una labor de autocrítica hacia nosotras y nosotros mismos ¿Qué estamos haciendo para no replicar la violencia?.
“Están los que escriben de los narcos y estamos quienes ponemos la mirada en otro lado” expresó Marcela Turati. Ella habló de los aprendizajes que ha tenido al contar la misma historia, la del narcotráfico y sus consecuencias, pero desde las víctimas.
“Mi objetivo siempre ha sido encontrar cómo cuento esto que ya lo conté una, diez, doce veces, para que la gente no lo sienta normal, porque esa siempre ha sido la lucha: contra la normalización. Para que la gente no lo sienta normal. Cada vez ese era el reto. ¿Cómo hacer que la gente se indigne, que sienta que es importante?… Y eso también es un reto narrativo” compartió Turati.
También compartió su visión sobre la nota roja y cómo ha cambiado a lo largo del tiempo. Al principio no la leía, ahora encuentra en ella una enorme labor de documentación de la violencia.
La nota roja nos da las claves para entender, la nota policíaca nos dará en el futuro para saber quiénes faltan. Se necesita gente que haga ese registro. Y además a ellos los están matando” expresó.
¿El periodismo es suficiente para contar la violencia? Frente a la pregunta de la moderadora, Daniela Rea habló de la importancia de acercarnos a otros formatos y a especialistas fuera del periodismo que puedan acompañar la labor informativa con otras formas de narrativa.
En mi experiencia lo que sentía era cómo se va acabando el lenguaje, como ya no sabemos cómo contar o de tanto usarse se va vaciando lo que significa. Llega a ser tan fuerte y tan grave cómo se va vaciando el lenguaje que tenemos, que constantemente nos cuestionamos ¿Ahora qué queremos decir con esto? En mi caso, lo que yo he sentido cuando he buscado otros lenguajes, como el documental o el podcast, es que los formatos te dan libertad para ciertas preguntas que a mi en lo particular me cuestan desde el periodismo” compartió.
Respecto a esto, Alejandro Almazan habló de las nuevas narrativas para contar la violencia dentro de plataformas como Netflix. Entre ellas mencionó la serie Somos, la cual en una serie de docuficción narra la Masacre de Allende. También habló de la documentalista Tatiana Huezo, quien en su primera ficción, Noche de Fuego, narra la historia del impacto del narcotráfico y la minería en la Montaña de Guerrero. Esto, desde la historia de un grupo de amigas que crecen en este contexto.
En cuestiones de ficción, la serie de Somos (Netflix) si hubieran hecho un documental sobre la masacre de Allende no sé si la gente la hubiera visto, pero sí vieron la serie de Somos porque fue desde otra perspectiva. Las películas de Tatiana Huezo, estas grandes directoras que están haciendo películas chingonas donde no nos muestran el horror, pero sin embargo lo estamos viendo, dices claro, estas cosas hay que hacerlas”.
También habló de la importancia de incluir a las víctimas en las ficciones y recomendó ver el capítulo 8 de la serie de El Chapo, donde más allá de la historia del narcotraficante, se voltea a ver a las víctimas.
Daniela Pastrana puso sobre la mesa una pregunta eje en el trabajo de las periodistas de la Red. Una que desde hace años se hacen y que está presente en varios de sus grandes reportajes: ¿Es posible sanar?
“A veces pienso que el daño es tan grande que no vamos a sanar. No hay forma de reparar el daño que está hecho. A lo mucho que podemos aspirar es a sobrevivir, a intentar seguir buscando un sentido. No hay manera de reparar el daño” compartió Rea.
Luego matizo:
Cuando lo hemos preguntado en distintas coberturas no siempre hay una respuesta, es difícil. No solo viene desde quienes han sufrido esa violencia, sino desde quienes han ejercido esa violencia y la imaginación no nos daba para eso (pero) la pregunta ‘¿qué te sanaría a ti?’ , más que darnos la respuesta concreta de lo que se necesita para que una persona sane, creo que puede servir como un detonante de imaginación. Esa pregunta nos puede ayudar a imaginar de qué maneras podemos sanar, y que podríamos hacer para sanar el daño que hemos hecho”.
Sin embargo, aclaró, es una pregunta que debe hacerse con cuidado para evitar que los victimarios tomen el papel de víctimas y que las conversaciones sobre el tema se cierren ahí.
En esa misma línea, Turati contó la experiencia de un taller sobre memoria con la periodista colombiana Patricia Nieto, en la que descubrieron todas las afectaciones de las propias periodistas y, sobre todo,la necesidad que tenían de hablar del horror que estaban viviendo.
Durante la sesión de preguntas de entre el público un militar retirado, que estuvo asignado en Guerrero y Michoacán, pidió la palabra y cuestionó por qué no darles también voz a los soldados.
Nájar respondió que es importante entender los contextos:
“El tema del ejército es muy complicado. La respuesta muy sencilla es tratar de escucharnos todos. Es cierto que existen atrocidades cometidas por este ejército. Me cuesta trabajo plantear a los soldados como víctimas o victimarios porque hay una cantidad de grises. Hay quienes terminan en una fosa clandestina o hay soldados con historias de corrupción”, dijo.
Almazán y Turati fueron más enfáticos en aclarar que desconfían de los soldados. «Son máquinas de guerra», dijo Almazán, mientras que Turati reconoció que tiene miedo de las implicaciones de la Guardia Nacional. Sin embargo, también destacó la importancia de que estuviera presente.
Daniela Rea, coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado, agradeció la participación y dijo que es importante escuchar a los soldados y no sólo a los mandos militares. Al final, las periodistas le tomaron la palabra, pues en esas historias también puede haber pistas de lo posible.
Una de las huellas del periodismo de quienes fundaron la Red de Periodistas de a Pie es el del periodismo que devuelve la esperanza y que muestra lo posible. Es decir: lo que se está haciendo para solucionar, sanear o exigir. Sobre esto, Marcela Turati dio una fórmula, aprendida en sus viajes por Colombia y el intercambio de ideas entre quienes han cubierto estos temas: no se trata de buscar historias rosas, se trata de evidenciar que ya hay gente buscando soluciones para así denunciar que quienes deberían darlas no lo están haciendo.
“Es mucho más difícil cubrir historias de lo posible y no siempre se puede. De repente se crea esto del periodismo de soluciones y ‘todo hay que verlo así’. No. Tienes que hablar de los impactos y tienes que contar esos impactos. Si entrevistas a un perpetrador, a un sicario, hay que confrontarlo con lo que hizo, con las víctimas, que a la gente no se le olvide lo que hizo. Buscar el impacto, contar qué fue, cómo fue, cómo dolió y ahí ver las grietas de esperanza. Ver por dónde se cuela la luz. En cada nota tenemos que buscar dónde se cuela esa poquita luz”.
Y al final, la colectividad. Un tema que atraviesa todos los intentos de cambio. Y para esto Daniela Rea puso las alertas:
“Creo que hemos sido muy irresponsables en romantizar la colectividad. Y por no poner sobre la mesa lo que es lo colectivo. Por romantizar hemos tenido problemas, y también por eso mismo, resolver los problemas nos ha parecido tan difícil… tan doloroso. Y ahí, hay que cuestionarnos para qué queremos trabajar en colectivo. Hay que hacerse esa pregunta. Luego hay cosas que nos compramos y ya todo tiene que ser así, ya todo es “colectivo”, ya todo es “coautoral” pero, ¿qué implica eso? ¿Qué implica decir que vamos a ser coautores con las comunidades que estamos contando? Y si no vamos a ser capaces de cumplir esos compromisos, asumamos. De pronto son tan interesantes estos conceptos, los necesitamos, pero no hemos pensado en ellos. Creyendo que la colectividad se sostiene por sí misma”, señaló.
La tertuliana se extendió más de dos horas. Fue una jornada intensa, catártica, que enmarcó una semana de muchas emociones en torno a las investigaciones del caso Ayotzinapa, y cuestionamientos a medios públicos y medios independientes de violencia de género.
Daniela Pastrana cerró la mesa con una invitación a reflexionar sobre las distintas violencias que ejercemos cada día.
«Hay victimas que quieren hablar y contar su historia de sobrevivencia y hay gente que ha hecho daño que también necesita contarlo. Eso me habla de un país que está muy adolorido. Todas estas violencias que nos cruzan nos han marcado y solo al nombrarlas y verbalizarlas podremos empezar a cambiar esta realidad. Es válido el derecho a la reivindicación, no es válido sostener sistemas de opresión y hay que entender estructuras y ver como las rompemos, pero l desastre es tan grande, que necesitamos el concurso de toda la sociedad».
Si quieres ver la conversación completa puedes hacerlo en nuestra transmisión en vivo por Facebook, o en nuestro canal de Youtube:
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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