Frente a un escenario global muy adverso, quizá la discusión más importante no es si dejar o no dejar la red social X
Por Lydiette Carrión / X: @lydicar
Tras la victoria avasalladora y contundente de Trump en Estados Unidos, desde el partido demócrata en Estados Unidos y desde otros espacios cercanos a la democracia liberal en todo el primer mundo han existido, entre muchos otros análisis, la idea de boicotear a la red social “X”, por el papel que su dueño, el empresario Elon Musk, tuvo en los resultados.
Musk no sólo es el hombre más rico del mundo para 2024. No sólo es el dueño de Tesla (autos eléctricos) y SpaceX (tecnología espacial), entre otros conglomerados. Hace unos años compró la red social Twitter y la renombró “X”. Ha jugado un papel preponderante en promover discursos supremacistas blancos y se dedicó a impulsar la campaña de Donald Trump. Por supuesto formará parte del gabinete de Trump, como “co-chair» del recién creado Departamento de Eficiencia Tecnológica.
Actualmente existe el llamado a abandonar la red social de “X”, para dejar de legitimar a este individuo y para dejar también de engrosar su bolsillo de alguna forma. Sin embargo, como algunos expertos en tecnología han advertido, ¿qué red no forma parte de este entramado económico?
X antes Twitter es –o era– la plataforma favorita de los periodistas. Aquí entre nos, según los datos de los medios digitales, en realidad el público suele enterarse más e interactuar mejor con contenidos con otras redes, pero por alguna razón los periodistas, los políticos, los líderes de opinión, nos encanta Tw.
Esto le dio una palanca de poder a Musk.
Quienes consideramos que otro mundo es posible y urgentemente necesario, un mundo en el que quepan muchos mundos, muchas formas de ver la vida y de vivirla, de construir, de producir, de disfrutar, claro que vemos con preocupación el ascenso de Trump y claro que buscamos formas de resistir.
Pero igual que Eugenio Tiselli, considero que toda red digital en este sistema económico, y este sistema social global, profundamente desigual y enloquecido, está en vías de ser capturada o ya lo está.
Más aún, me pregunto, dado lo complejo del sistema mundial actual, el grado de violencia y violación de derechos humanos –el genocidio que continúa impune en Palestina–, la crisis climática inminentemente peligrosa, el ascenso de ultraderechas no sólo en Estados Unidos, sino en Europa, la pérdida de hegemonía económica de EEUU y el probable coletazo de violencia que puede conllevar, la concentración de capitales tan espantosa, frente a todo eso me pregunto a dónde debemos enfocar nuestras menguadas energías: ¿qué construir?, ¿qué fenómenos y capitales boicotear?, ¿qué aprender?
Probablemente lo primero es comprender genuinamente el escenario que enfrentamos, y es adverso. ¿Dejar X ayudará, no ayudará? Honestamente no lo sé, quizá sí, o quizá no. Pero quizá ni siquiera es la pregunta que debemos hacernos, sino encontrar los medios de comunicación y de organización que en verdad no podrán privatizar.
Quizá sea momento de volver a hablar, cara a cara.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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