11 octubre, 2020

Tehanu no conforma un alter ego fácil. No es una joven bella que debe protegerse de los agresores. Es una niña desfigurada por ellos. Una aproximación más real a lo que sucede en una sociedad patriarcal y feminicida

@lydicar

Una de las autoras más leídas en la actualidad por las mujeres que conforman la cuarta ola feminista es la canadiense Margaret Atwood. Su historia más famosa es El cuento de la criada (llevada a la televisión). Mujeres jóvenes, cuya belleza y fertilidad es explotada. 

Atwood es una escritora interesante y amena; pero hay algo en su propuesta que me hizo sentir incompleta. Mientras leía El cuento de la criada, extrañé el punto de vista de las otras mujeres: aquellas que no son jóvenes o no tienen belleza alguna con la cual hacer intercambio de sobrevivencia alguno. 

Recientemente terminé Tehanu, de Úrsula K. Leguin, esa escritora de ciencia ficción y fantasía fuera de serie a la que nunca le dieron el Nóbel. Ella fue prolífica tanto en ciencia ficción como en fantasía. Y sobre la fantasía, sus obras más famosas ocurren en un mundo de islas y océanos llamado “Terramar”. Pero aquí viene lo interesante: los primeros tres libros los escribió en los años setenta, y se han llevado al cine, a dibujos animados, etcétera. Son historias de fantasía heroica más o menos convencionales: con un joven mago que comete un error, el cual trasciende y transforma en fortaleza y sabiduría. Una joven hermosa, y especial, que se enamora de éste. 

Pero Úrsula es Úrsula. No podía quedarse ahí. Décadas después de la publicación originaria, Leguin escribió un cuarto libro, titulado Tehanu. La joven otrora joven y hermosa doncella que se enamoró de él. La joven doncella es una mujer de “mediana edad”. Le salen las primeras canas,  los hombres ya no la voltean a ver. 

Y luego aparece Tehanu: una niña violada, quemada por su familia. La mitad del rostro desfigurado, sin un ojo, una mano reducida a muñón. No hay magia que la cure. Tehanu: mitad niña, mitad algo más. 

Tehanu no conforma un alter ego fácil. No es una joven bella que debe protegerse de los agresores. Es una niña desfigurada por ellos. Una aproximación más real a lo que sucede en una sociedad patriarcal y feminicida. Una niña que no llega a los 7 años, y ha sido violada y desfigurada por su familia; fallaron en matarla.

“Estas cosas pasan”, explica uno de los personajes. Estas cosas pasan. Tehanu vive de milagro, ¿o por maldición?, cuestiona otro personaje. Porque si una niña, una mujer está desfigurada, ¿dónde queda su valor? Llevará la marca de su agresión de por vida. Una cicatriz imposible de no ver. La gente mirará su cuenca vacía y convertida en cicatriz y luego volteará la cabeza con repulsión. Tehanu. 

En mi experiencia, Tehanu es más cercana a lo que ocurre en la realidad: no hay belleza que escape impoluta a la violencia. La belleza, esa que nos programan a aspirar, se desgarra. Pero la propuesta de Úrsula es otra: cultivar en la libertad del despojo. Si no somos hermosas para un sistema, ¿qué queda? ¿Qué queda ahí? ¿Es posible desde la tierra yerma cultivar otra realidad propia? Eso dice Tenar: le han enseñado que cuando un daño sufrido no se puede reparar, es inevitable trascenderlo. 

Existe un cuento de hadas clásico titulado “Manos de plata”. Es también sobre una joven mutilada por su familia. Al final, la entrega, el trabajo de la joven le restituye sus manos. Ella se hace completa. 

Pero no ocurre así con Tehanu. 

Para el sexto libro de Leguin, Tehanu es ya una mujer joven. Una que no aspira a casarse y carga la timidez propia del que se sabe que su apariencia causa escozor a los demás. Sabe que los otros no desean ver el muñón de su mano ni su cuenca vacía, pero no pueden dejar de hacerlo.  Mas  Tehanu sigue viva, ella elige vivir. Es lo que corresponde. 

Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).

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