“Soy más que una transición”: Évolet Aceves

19 julio, 2023

La escritora mexicana habla de su primera novela Tapizado corazón de orquídeas negras. Un libro en el que recurre a la ficción para conversar sobre partes de su vida y tomar los espacios que le han sido negados a las personas trans. “Tenemos que llegar a la normalización a través de nuestra presencia”

Texto y fotos: Isabel Briseño

CIUDAD DE MÉXICO.- Desde que encontré un libro de pasta negra con un par de piernas sensuales escrito por Évolet Aceves, me llené de emoción.  No es cosa menor y hay que celebrar estos trabajos honestos, que aportan a la diversidad y a la apertura de espacios para los temas de los que poco se habla.  

Tapizado corazón de orquídeas negras, la ópera prima de Évolet Aceves, cuenta la vida de Cayetana de la Cruz, poeta y fotógrafa transgénero de inicios del siglo XX mexicano, quien es entrevistada por Juventino, un joven periodista. 

La novela relata, desde dos puntos de vista, la vida de Cayetana: la infancia y la vida adulta de una mujer trans; las complicaciones que atraviesa en una sociedad machista y transfóbica.

Después de felicitar a Évolet a través de un mensaje, le pedí entrevistarla. Compré el libro y comencé a disfrutarlo. Moría de la curiosidad por saber qué tenía que decirnos la joven que semanalmente escribe una columna en Pie de Página.   

En la entrevista, nos dice un poco más. Un poco más de su libro, un poco más de su pensar, un poco más de sentir.

¿Cuál es el objetivo del libro? ¿Por qué lo escribiste?

—Yo creo que con el objetivo de sanarme. Tenía una necesidad por expresar muchas situaciones que no había otra manera de rescatar y de revivir que no fuera a través de la escritura. Entonces, yo creo que de alguna forma necesitaba ponerlo en palabras, porque eso también me ayudaba a reflexionar, me ayudaba a pensar y, al mismo tiempo, me ayudaba a recrear, a recrear todo lo que había sucedido en el pasado y a jugar con la imaginación. 

¿Qué te significa el libro?

—Liberación. Yo creo que la escritura te puede dar eso. Liberación cuando se tocan los complejos y cuando se tocan temas de los que no se habla. Creo que es una función muy importante de la escritura: hablar sobre lo que no se habla, escribir sobre aquello que no se dice. Poder decir específicamente aquello que tengo que decir. En el caso de mi novela, creo que fue un poco la vivencia de las mujeres trans, la cosmovisión de una mujer trans como lo es mi personaje, Cayetana. Sus inclinaciones estéticas, literarias pero también eróticas, esos temas de los que no se llega a hablar mucho. Me parece importante recuperar la parte erótica de una mujer trans porque también hay erotismo, deseos. Hay idealizaciones también dentro de la vivencia trans y eso me parecía importante rescatarlo.

—¿Qué podemos encontrar al leer Tapizado corazón de orquídeas negras? ¿Qué te gustaría que encontremos?

Me gustaría que se leyera como una como una pieza literaria. Me gustaría que fuera una puerta hacia una sensibilización distinta. Venimos cargando desde hace siglos un canon muy específico literario en donde regularmente los hombres cis género son los más repetidos y no necesariamente todos son buenos. Sucede lo mismo también con la estructura de las mujeres, cis. Ahora ya se ven más publicaciones de mujeres cis género y eso tampoco quiere decir que necesariamente sean buenas, pero nos habla de una realidad social, en la que se está aperturando más la publicación de las mujeres cis. Y está bien. Todavía no ha alcanzado el mismo nivel, pero me parece que fue el año pasado donde en España se publicaron a más mujeres que a hombres, pero nada más estamos hablando de personas binarias, porque a nivel mundial las escritoras trans somos contadas y a nivel nacional se reduce más el numero. Entonces, creo que es importante que los lectores puedan concientizar sobre la realidad de las mujeres trans en México y leerlo con ese lente: teniendo en cuenta esta interseccionalidad en donde no todas las mujeres trans tenemos la posibilidad de llegar a la publicación de una pieza de ficción, una novela. 

Afianzada en el pasado

Inicialmente, Évolet pensaba que la literatura era aburrida, que era una tarea de la escuela, hasta que descubrió otros autores que tocaban temas que le interesaban, entre ellos el surrealismo y la fantasía.  A la literatura barroca llegó a raíz de su gusto por la poesía. Fue en la poesía que disfrutó de las estructuras clásicas, sobre todo los místicos, por ejemplo Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Juan de Dios Peza, Guadalupe Amor;  en donde veía que podía caber lo infinito dentro de lo finito porque eran versos medidos, la métrica muy específica, pero al interior de ahí podías crear un mundo infinito. 

—¿Crees que naciste en un alma vieja?

Tal vez sí, tal vez sí un alma vieja, porque tengo mucha, inclinación hacia gustos estéticos, que eran muy comunes antes. Estoy muy afianzada al pasado. Entonces, eso también es parte, no nada más de mi persona, sino también un poco de mi literatura, porque gusto de ese español antiguo, me gustan también ciertas estructuras clásicas en la poesía que se repetían en el pasado, incluso en la poesía española y, en general, estoy muy anclada al pasado. Me gusta más la fotografía en blanco y negro.

—¿Qué diferencias miras entre la literatura barroca y la actual?

La literatura actual me parece muy coloquial. No creo que el coloquialismo esté mal pero prefiero el adorno, tanto en cuestiones estéticas, visuales, como literarias. Creo que depende mucho de gustos; a mí lo que es tan explícito y con un lenguaje coloquial se me hace como que pierde el misterio. La forma barroca es un acercamiento a un mundo distinto a través de la literatura, algo que no se puede hacer al hablar porque cuando hablamos pensamos respuestas más inmediatas, no tan elaboradas, y la escritura da esa posibilidad de adornar esa esa idea, regresar a ella y reescribir. 

Normalizar la presencia

—Tú has dicho que sí existe una literatura trans en México pero que todavía hacen falta más espacios. ¿Qué otras cosas crees que faltan?

Hace falta que las mujeres trans actuemos. Hablo, específicamente de las mujeres trans porque estoy más familiarizada con ellas y también porque las mujeres trans suelen ser las que están en el ojo del huracán de los ataques transfóbicos. Entonces, yo creo que hace falta también que las mujeres trans actuemos, que no nos quedemos en la queja y en alzar la voz todo el tiempo para pedir derechos, está bien, está bien que lo hagamos, pero  también tenemos que ir más adelante. 

Tenemos que llegar a la normalización a través de nuestra presencia, no como un ente extraño, sino como una persona más de la comunidad. Si marcamos la diferencia desde el “soy trans”, pues siempre vamos a estar allá, no vamos a estar en el mundo aquí, vamos a estar en la segregación. Entonces, creo que también es muy importante el hacer. 

Pasa mucho, por ejemplo, en el cine: hay mujeres trans a las que no les gusta que hombres cis género actúen en papeles de mujeres trans, porque no las consideran para la actuación. Bueno, pues yo les diría: «haz algo para aparecer en la actuación, no estés nada más protestando, haz algo para estar».  Yo podría estar muy cómoda quejándome de que no hay mujeres trans en la literatura y como sufrimos y somos víctimas del patriarcado. Y sí, lo somos hasta cierto punto. Pero también hay que agarrar al toro por los cuernos y hacer algo, actuar, escribir, lo que sea que estemos buscando que cambie porque si uno no se mueve nada va a caer del cielo. 

Entonces, eso es importante: no quedarse en la queja, en la victimización, sino actuar, utilizar las herramientas que tenemos a la mano para movernos en este mundo que sí, en efecto, es patriarcal y sí, es machista y sí, es transfóbico. Pero no nos podemos quedar ahí como siendo las eternas víctimas.  

Atreverse a más

Cuándo hemos visto que un hombre cis hable sobre ¿por qué es hombre? o ¿cómo ha sido su camino en la vida siendo hombre? Ellos tienen ese privilegio por su género, por lo tanto pueden prescindir de hablar de eso y las mujeres trans no; ahora sí es importante hablar de la transición pero también insisto en que tengamos que tenemos que llegar a esa normalización y ¿cómo llegamos a esa normalización?, pensando  en qué sigue, qué me interesa, porque no siempre voy a estar escribiendo sobre la transición porque yo soy más que una transición, dice la escritora. Destaca que “el atreverse” debe ir más allá de lo realista. 

Hace falta también intervenir en la ficción, en la poesía y en otros géneros que no sean meramente autobiográficos y contemporáneos; bueno, tal vez eso es lo que a mí me gustaría ver. No nada más de una literatura testimonial.  Por eso abordo también el erotismo y la vestimenta, la poesía, la pintura, la foto, el cuerpo, diferentes vertientes que a mí me interesan, claro que sí, todo está atravesado por la transición, porque también es es algo que está dentro de mí y me gusta hablar sobre ello y es importante, pero me refiero a que hay que atreverse a más. Estamos en un momento en donde nos podemos y nos tenemos que atrever a más.

Violencia disfrazada de moderación

Tapizado corazón de orquídeas negras es una historia divertida, sensible, que nos invita a reflexionar sobre la resistencia, la liberación y la búsqueda de la identidad en un contexto desafiante porque al final, escuchar una voz más contribuye al entendimiento de las diferencias. 

Évolet habla sobre una crítica de Roberto Pliego. Éste mencionó que no le gustó de su personaje, así tal cual, fue su belleza esperpéntica y que por el contrario le hubiera gustado que la autora renunciara a tanto plumaje y pedrería; adjetivos adjudicados a Salvador Novo que incomodaba ante cierto sector predominante. 

Évolet recibe con buena cara la crítica, porque sabe que no todo es favorable y hay quien disiente. 

Precisamente es ese vacío del que la escritora habla. De la voz de esa X que hace falta y que es ella y sólo ella, quien tiene el derecho a emperifollarse para hablar y escribir con todas las plumas y lentejuelas porque es su historia.  

Hace falta esa belleza esperpéntica que a otros les incomoda pero eso es lo que hace falta. Nos hace falta más plumaje y más pedrería porque no tuvimos, porque nos lo han querido negar, incluso hasta en la literatura se nos ha querido negar, no nada más en la calle, hasta en la literatura se nos quiere negar ese espacio de recreación, de exploración, se nos niega. Esa violencia disfrazada de moderación se nos impone y se nos impone desde la infancia, en el vestir y lo vemos en las marchas que dicen: Ay, es que parecen como carnaval, bueno, ¿y?, es mi cuerpo, es mi forma de vestir y también de escribir y ni en la literatura se nos quiere permitir expresarlo. Es impresionante, no nos basta con que haya tanto trans feminicidio y tanta discriminación a las mujeres trans, no nos basta, tampoco queremos verlo en la literatura, por eso incomoda y por eso es necesario hablarlo.

Me defiendo a través de Cayetana

—¿Nacer en los zapatos equivocados es para valientes?

Creo que lo que es para valientes es no meterse en los zapatos impuestos. Pero tampoco quiero generalizar porque hay diferentes circunstancias de vida de las personas que por una u otra razón les es más complicado salir del closet y hay veces en las que es favorecedora la situación y se puede incluso sí puede haber valentía también en aquellos que no salen del closet o aquellos que se meten en los zapatos correctos a solas en la noche. También allí hay valentía.

—¿De qué manera logras enfrentarte a una sociedad llena de hombres machos?

Creo que la respuesta es la misma que menciono en la novela (ríe). Bueno, la que menciona Cayetana porque a través de las palabras, es como me defiendo. Y por otro lado, mi propia apariencia y mi propia vestimenta ya es una declaración política y ojalá que no lo fuera, ojalá que no atrapara las miradas cuando voy caminando en la calle en algún lugar público, ojalá que no fuera así, pero desafortunadamente también es una declaración política un atrevimiento con que es algo que va contracorriente y que a veces incomoda, pero al mismo tiempo también es algo que disfruto. Entonces creo que es un poco a través de la palabra y a través de la vestimenta como puedo enfrentarme a una sociedad llena de hombres machos y mujeres.

No somos machos y hembras

—Algunas feministas reclaman que las mujeres trans repiten y refuerzan estereotipos femeninos contra los que han luchado. ¿Qué piensas al respecto?

Hay de todo. Hay mujeres trans que caen en ese estereotipo de la belleza femenina en el máximo esplendor. En parte las entiendo. Personas como yo, que no hemos pasado por por tratamientos hormonales ni quirúrgicos y estamos justamente en esa línea, en ese punto medio entre los dos universos binarios masculino y femenino, somos víctimas de señalamientos y de mayor discriminación, a veces. Entonces, muchas mujeres trans atraviesan por otros procesos para llegar a la semejanza corporal con la mujer cis. Yo no estoy en ese polo, ni siquiera sé si algún día lo voy a estar, pero si llegamos a caer en estereotipos no es con esa intención detestable que nos adjudican las feministas radicales transexcluyentes, es porque queremos que no nos discriminen y que no se nos señale, que no se nos lastime, y creo que también es válido. Lo que sí creo es que a las feministas radicales transexcluyentes no debería importarles lo que otras personas hacen o dejan de hacer en sus cuerpos, sino más bien deberían centrarse en luchar contra el patriarcado.

Otro tema de discusión son los baños. Para una mujer cis, probablemente es más fácil que se sienta incómoda si una mujer trans entra al baño ¿En qué punto queda la empatía digamos cuando una mujer que ha vivido una agresión sexual no se siente cómoda con este “estar” de las mujeres trans?

Todos hemos sido víctimas de una u otra violencia distinta pero tal vez tengamos ciertas en ciertos temores hacia ciertas personas, pero no no podemos llegar al grado del egoísmo para segregar porque finalmente es discriminación. Por ejemplo, como mujer trans, yo tendría miedo de entrar a un baño de hombres por las miradas por los peligros. Por otro lado, la exacerbación de las posibilidades violentas cae en este discurso transfóbico del feminismo, radical transcluyente, en donde ven a todo lo que tenga que ver con el macho, todo lo que tenga que ver con pene o con testículos, es agresivo en extremo y completamente irracional, violento. Y no es así, porque todos somos seres humanos, tenemos raciocinio, tenemos albedrío, y somos seres construidos psicosocialmente, biosocialmente, entonces no somos machos y hembras. Somos seres humanos. Estamos construidos de forma más compleja que un macho o que una hembra.

Acercarse a la vivencia

—¿Cómo construir un piso en el que haya más empatía? ¿por dónde empezamos? 

Es necesario tener empatía con que no todo el mundo se encuentra en la posición de saber que hay vivencias que son distintas a la propia y que ser distintas no las hacen menores ni indignas. Lo más importante es tener empatía en lo diferente porque pensamos que el señalamiento y esa discriminación hacia los diferente ya era cosa del pasado, pero no. Sigue siendo muy presente. Otra forma de acercarse a ese respeto es informarse. Tener en cuenta esa sensibilización de que las personas que somos distintas al común denominador no tenemos por qué ser rechazadas, al contrario, hay que pensar que no hemos tenido las mismas oportunidades que una persona cis género. 

Évolet habla de un libro de Martha Cerda, autora mexicana del siglo XX, que habla del riesgo de que el mundo se desmorone porque no hace falta una X en las palabras. Luego hace un paralelismo con el tema trans.

En el mundo tenemos mucho de hombres y de mujeres cis género que escriben, pero también está la perspectiva de la mujer trans y también hace falta escucharla. Pareciera que no tenemos una X en la literatura y no estamos cubriendo la completitud de la complejidad humana. Me gusta pensar que en México ya está la novela y con ella una perspectiva que permite mirar lo que es esa X, que es la vivencia de una mujer trans, su cosmovisión y sus intereses y su posicionamiento político y su reclamo de los espacios que también es necesario. Es importante acercarse a esta vivencia y no nada más a lo que dicen los hombres cis género o los gays o las mujeres cis. Ahí hay también un espacio en el que hay que centrarse, leer y escuchar, ¿Por qué siempre tenemos que leer y escuchar a todo el mundo sobre cómo es la X? ¿Por qué mejor no conocer a esa X? 

Abrazar el cuerpo

—¿Qué le dirías a las personas que han sentido la imposibilidad de ocupar un sitio en este mundo?

Que se abracen. Es entendible que a veces sientan que están en el sitio equivocado pero yo creo que somos personas humanas y como tal existimos y sentimos y si nos identificamos de cierta forma es porque así tiene que ser, no es que estemos equivocados. Que no se preocupen, que nos tocó estar en esta situación, pero que la plenitud se alcanza con transparencia de uno mismo. Entonces yo les diría que sigan esa transparencia, que continúen en búsqueda de ese sitio al que quieren llegar, que abracen a su cuerpo y abracen a su a su pensamiento, eso les diría.

Évolet se enorgullece en ser una las primeras narradoras trans mexicanas en llegar a una editorial como Planeta, Tus Quest y aprovechar la difusión que la editorial puede darle a su voz. 

Casi al final de la entrevista hacemos un juego de palabras

Feminidad – ornamento 

Sueños – infinitud

Reliquia – historia

Conservador – rigidez

Ego – belleza

Hombre – atracción

Soberbia – naturaleza

Sensibilidad – transparencia

Fotografía – tiempo

Respeto – abrazo

Libertad – vuelo

Arte – sueño

Soledad – bosque

Palabras – poesía

Pasado – memoria 

Amor – atuendo 

Feministas – lucha

Infancia – recuerdo

Machismo – ignorancia 

Odio – incomprensión 

Etiqueta – fatuidad

Luz – oscuridad

Garigoleada – elegancia

Nostalgia – espejo

Fama – brillos

Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.

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