Sobre sólo sabemos aullar de Zaría Abreu

4 junio, 2024

Leer este poemario de Zaría Abreu es adentrarnos en las historias de la escritora, de otras mujeres, y de un país entero que necesita gritar sus dolencias, que necesita incomodar para recordar que nada hacemos frente a los desmembramientos (metafóricos y literales) de una sociedad cada día menos humana

Por Irma Pineda

Solo sabemos aullar, de Zara Abreu Flores, es un grito potente, desde el cual la autora vomita la rabia, el dolor, por sí misma, por sus hermanas asesinadas, por las infancias violadas y por un país que se deshace entre tanta violencia, como nos dibuja en el poema Rabiamor, acaso escuchando a Zymborska, cuando dice: “Escríbelo, escribe. Con tinta normal. En un papel normal” para invitar a hablar de los horrores de la guerra; así Zaría nos cuenta de las tragedias de un país donde ser mujer es vivir con miedo.

mi país es un callejón oscuro de tres de la mañana,

mi país es rabia // mi país es una flor carnívora,

mi país ahora tiene dientes, fauces, mandíbulas fortísimas,

mi país es una mordedura,

mi país ahora es un animal ponzoñoso y me muerde cada noche

Asomarnos a este libro-canto, donde Zaría nos comparte su voz  –ya que como bien sugiere ella misma, estos poemas son para leerse en voz alta— y aunque dice, en el poema que da título a este libro, “Yo no sé escribir poemas de amor. / Tampoco sé escribir poemas de resistencia. / Pero escribir es mi modo de resistir.” Ciertamente, cada una de sus líneas es resistencia.

Para eso es la poesía, no solo para escribir poemas cursis o contar historias con finales felices, sino para exorcizar el dolor, para no lamentarse a solas por un cuerpo que a veces traiciona y se niega a sostenernos en el mundo, sino para aullar, para decirle al mundo que lo observamos, que con la palabra construimos memoria acerca de todo aquello que nos ha sido arrebatado, la alegría, la salud, las amigas, la tranquilidad, la certeza de la vida,  y también para aullar por nuestra existencia, con todas las alegrías e incomodidades que pueda generar.

Desde el prólogo, escrito por Dora Margón, se advierte a los lectores que en este libro pueden encontrarse con la ternura radical, pero también con la incomodidad, porque los poemas de Zaría no nos permiten desviar la mirada de temas como la liquidez del amor, sobre todo en tiempos digitales, o de la enfermedades del cuerpo y de la mente, que generan, además del inseparable dolor, exclusión, curiosidad, juicios, compasión y al mismo tiempo le han permitido descubrir las amorosas redes tejidas por otras mujeres que la sostienen cuando parece desplomarse.

Es de un cuerpo y una mente -que a veces quieren ir en sentido contrario a los deseos de la autora-  que brota la palabra feroz, ardiente, viva;  en ocasiones como poemas muy pensados, elaborados, seguramente corregidos o reescritos una y otra vez; otros nacen como textos autónomos, surgidos de una escritura automática que crea poemas que se desprenden de su creadora y cobran vida propia, gritan por sí mismos; a veces como dolorosos recuerdos de una infancia atormentada y herida, que se ensaya una y otra vez desde las palabras, para hilvanar aquellas que describan mejor el pensamiento y el sentir.

Intento mantenerme en pie

salir de la cama que me ha devorado durante casi cinco días

bañarme, hacerme un licuado “saludable”

tomar el clonazepam a mis horas

asomarme a ver cachito de sol que entra por la ventana.

Intento mantenerme en pie

sólo eso, “estar de pie”, ya es un logro

cada vez que lo consigo escalo el Everest.

Intento mantenerme en pie con mi desgarradura

con mi infancia de niña violada

con mis terrores diurnos y nocturnos.

Leer este poemario de Zaría Abreu es adentrarnos en las historias de la escritora, de otras mujeres, y de un país entero que necesita gritar sus dolencias, que necesita incomodar para recordar que nada hacemos frente a los desmembramientos (metafóricos y literales) de una sociedad cada día menos humana. Este es un libro para recordarnos que, si alguna vez sentimos, ahora, mientras lo leemos, es tiempo de llorar, de gritar, desahogar la rabia, las ganas de morirse o de matar a quien nos daña, porque por suerte, aún podemos aferrarnos a la poesía, como esa ventana por donde la autora y quienes quieran, pueden asomarse para aullar.

*Si deseas adquirir el libro puedes hacerlo por compra directa escribiendo a info.todasestodas@gmail.com

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