“Sin balandronadas ni protagonismos”

6 julio, 2020

El presidente López Obrador emprende esta semana su primer viaje internacional; una visita de dos días a Washington DC que será, como él mismo lo ha anticipado, un paseo sobre la cuerda floja

Twitter: @chamanesco

Eran las nueve de la noche del martes 8 de noviembre de 2016 y, cuando aún no se confirmaba el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el entonces dirigente nacional de Morena, Andrés Manuel López Obrador, subió un mensaje a su canal de YouTube dando por hecho la victoria del candidato del Partido Republicano y llamando a la calma.

Mientras en Nueva York y Washington la campaña demócrata de Hillary Clinton colapsaba viendo cómo Trump se colaba a la Casa Blanca vía el voto electoral, en México se encendían las alarmas de pánico.

La victoria de Trump, el candidato que en agosto había iniciado su campaña con un duro discurso xenófobo en contra de los mexicanos, derrumbaría el peso y las bolsas, y haría realidad nuestra peor pesadilla: un racista antimexicano gobernaría el país del que depende en gran parte la economía mexicana. 

En ese contexto, López Obrador apareció ante sus seguidores en las redes sociales y, en dos minutos y medio, se dirigió al pueblo, a los empresarios, a los inversionistas, sugiriendo serenidad. 

“No hay motivo de preocupación con el resultado de las elecciones en Estados Unidos, no hay que olvidar que México, por el esfuerzo y el sacrificio de los padres de nuestra Patria, es un país libre, independiente, soberano; no es una colonia, no es un protectorado, no depende de ningún gobierno extranjero. Hay que tener calma, tranquilidad”, dijo el tabasqueño.

López Obrador fue el primer político mexicano en reaccionar. Le habló a México mucho antes que el presidente Enrique Peña Nieto, e incluso fue criticado por anticipar la derrota de Clinton.

El entonces dirigente de Morena criticó al peñismo por haber recibido a Trump en Los Pinos en plena campaña, pero aseguró que, a pesar de eso, México estaría bien.

“Considero que fue un error de los integrantes de la mafia del poder en México tomar partido; se olvidaron del principio de la no intervención y de la autodeterminación de los pueblos”, dijo, “ante cualquier circunstancia, vamos a estar unidos, llamo a todos los mexicanos a la serenidad, tenemos que salir adelante. No va a haber problemas mayores, se los aseguro, porque vamos a hacer valer nuestro derecho a la soberanía, esté quien esté en el gobierno de los Estados Unidos”.

Y, cuando aún muchos dudaban de una victoria de AMLO en 2018, el morenista anunció: “Sin balandronadas, sin protagonismos, vamos a hacer valer el principio de nuestra independencia y el derecho a nuestra soberanía. No hay nada que temer, vamos adelante”.

Casi cuatro años después, de cara a nuevas elecciones en Estados Unidos, el presidente López Obrador se encontrará cara a cara con Trump, ese “fantoche” -como le llamaba en su campaña de 2018- al que le quería vender el avión presidencial, y al que le dedicó un libro en 2017 titulado “Oye, Trump. Propuestas y acciones en defensa de los migrantes en Estados Unidos” (Editorial Planeta).

En la revisión de los antecedentes, necesarios para entender el encuentro en Washington, hay que considerar la visita de López Obrador a Los Ángeles en agosto de 2017 -en la que presentó su libro junto a Pedro Miguel y Elena Poniatowska-, que usó para anunciar que, con respeto, él convencería a Trump de abandonar sus posturas xenófobas y el discurso de odio que tanto daño hace a los migrantes.

También cuentan, y mucho, los mensajes de cordialidad y hasta admiración de Trump hacia López Obrador, tanto en campaña como después de su triunfo; refrendados con la visita que hizo a la casa de campaña de AMLO una delegación de alto nivel encabezada por el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el súper asesor y yerno de Trump, Jared Kushner, apenas 13 días después del triunfo del morenista en los comicios del 1 de julio.

La presencia de la hija de Trump en la toma de posesión de López Obrador, el 1 de diciembre de 2018, marcó el inicio de una relación incluso amigable entre Trump y AMLO, contrario a lo que se pudiera haber pronosticado por el carácter nacionalista y el estilo estridente de ambos mandatarios, y por sus diametrales diferencias de origen, formación y vida.

Es curioso, pero el político híper crítico del neoliberalismo y de los abusos de la élite económica terminó llevándose muy bien con el empresario depredador e inescrupuloso. O al menos eso dejan ver las llamadas telefónicas, los tuits, las declaraciones y la intención de reunirse para celebrar la puesta en marcha del nuevo tratado comercial.

En la nueva relación, son patentes el beneplácito de la administración Trump con el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur, y la cooperación en materia económica y energética, incluido el espaldarazo estadounidense en las negociaciones ante la OPEP.

Además, desde luego, del trabajo de la embajadora mexicana en Washington DC, Martha Bárcenas, y el canciller Marcelo Ebrard, quien curiosamente apoyaba abiertamente a Hillary Clinton en las campañas de 2016.

López Obrador sostendrá una reunión de trabajo con Trump el miércoles 8 de julio por la tarde, y el jueves 9 participará en la reunión trilateral del T-MEC, en la que aún no se confirma la presencia del canadiense Justin Trudeau.

La visita ocurre en medio de la pandemia por covid-19, con Estados Unidos y México en los primeros lugares de países por el número de contagios y muertes, y en la víspera del arranque de las campañas presidenciales en las que Trump buscará reelegirse en medio de críticas severas a su administración y con el demócrata Joe Biden punteando en las encuestas.

La reunión, sin duda, conlleva riesgos para el gobierno de AMLO. Los expertos advierten que los demócratas podrían cobrar la factura a México si ganan la Casa Blanca en noviembre, o aun perdiéndola, bloqueando la agenda bilateral desde el Capitolio.

Sin embargo, el presidente y su equipo ven más oportunidades que peligros, y el propio López Obrador ha dicho que correrá el riesgo.

Irá a Washington a hablar del T-MEC y, según Marcelo Ebrard, también se plantearán con franqueza las posturas que México ha sostenido en otros temas, como el de migración y derechos humanos.

AMLO, el hombre que en 2016 prometió persuadir a Trump “sin balandronadas ni protagonismos” ha usado recientemente una metáfora para justificar su encuentro con el inquilino de la Casa Blanca: “la política es como caminar en la cuerda floja, siempre hay riesgos”.

Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.