La Conagua pudiera ser una de las instituciones del Estado mexicano más difíciles de cambiar. Todo indica que ahí, aún en tiempos de la 4T, se margina aquello tan anhelado ‘que no acaba de nacer’ mientras se fortalece lo aborrecible ‘que no acaba de morir’
Por: @etienne-von-bertrab
Para muchas personas resulta incomprensible que a cuatro años de este gobierno y con Morena como primera fuerza en el Congreso no tengamos una nueva Ley General de Aguas que honre el derecho constitucional al agua y al saneamiento y sustituya la visión mercantilista y privatizadora de la Ley de Aguas Nacionales salinista, vigente desde 1992. Más aún cuando en México ha tenido lugar un proceso social de inmenso valor para construir, desde la ciudadanía, una propuesta de ley. Este esfuerzo, encabezado por la Coordinadora Nacional Agua para Todxs, Agua para la Vida fue escrito y consultado con aportaciones logradas a lo largo de cien meses de trabajo entre 2012 y 2021. Para Pedro Arrojo, Relator Especial de Naciones Unidas sobre los Derechos Humano al Agua y al Saneamiento, es un proceso sin paralelo en el mundo.
Para transformar la Conagua y limpiarla de corrupción este gobierno hizo cambios en su dirección y nombró a seis subdirectores vinculados a la academia y a organizaciones sociales de protección del agua y el territorio. Pero, en los últimos dos años, uno a uno fue dejando el organismo. Sin embargo, no había sucedido algo como lo ocurrido, con aparente aval del presidente López Obrador, hace un par de semanas.
Como fue reportado por algunos (pocos) medios, entre ellos Pie de Página y recientemente El País, el lunes 31 de octubre se impidió el ingreso a las instalaciones de la Conagua a Elena Burns, Subdirectora General de Administración del Agua. Reconociendo su trayectoria y amplio respaldo social, Elena Burns había recibido del presidente, en octubre de 2020, la encomienda de ayudar a renovar la institución para que el agua fuese del pueblo mexicano, tarea de por sí casi imposible sin un nuevo marco regulatorio. Elena se enteró del golpe que vendría por un mensaje interceptado el fin de semana, de manera que llegó acompañada de un notario quien dio constancia de que no se trataba de un abandono de su trabajo.
La cosa no quedo allí. Al día siguiente dos miembros de su equipo, Óscar Monroy, exrector de la UAM Unidad Iztapalapa, y el abogado ambientalista Rolando Cañas, fueron recibidos con armas largas al intentar ingresar a sus oficinas. Al ser cuestionado sobre ello en la conferencia matutina el presidente expresó que había sido consultado por el director de Conagua Germán Martínez Santoyo y que autorizó dicho cambio. Quienes simpatizamos con este gobierno y sobre todo los cientos de organizaciones populares, indígenas y sus aliados en la defensa del agua en el país, esperamos que no haya autorizado la forma, innecesariamente violenta e ilegal, con que se buscó destituir a Elena Burns y hostigar a sus colaboradores. Porque hay que decirlo: la única forma legal de destituir a Elena Burns es por medio del Consejo Técnico de la Conagua, presidido por la Secretaria de Medio Ambiente María Luisa Albores, y eso nunca ocurrió.
Antier, 9 de noviembre, presentó Elena Burns su renuncia por el hostigamiento ilegal que sufrió ella y su equipo. Es algo que no se merece nadie, mucho menos alguien que ha tenido, en poco tiempo, con escasos recursos y tanto en contra aún al interior del organismo, logros nada menores. La Coordinadora Nacional Agua para Todxs resalta los siguientes: la elaboración consensada de la primera concesión colectiva indígena; la cancelación de la concesión privada para Monterrey VI; el diseño del procedimiento para el registro de los derechos al agua de núcleos agrarios; procedimientos para cerrar la llave a Constellation Brands en Mexicali en cumplimiento con la consulta pública; procesos favorables a la democratización de los distritos de riego; sanciones contra mineras con pozos ilícitos; la primera denuncia penal por contaminación presentada por la Conagua; presentación de evidencias de corrupción al Órgano Interno de Control y la FGR; y apoyo para comunidades que han sufrido discriminación al exigir el reconocimiento de sus derechos al agua.
Desde estos desafortunados acontecimientos el presidente se ha reunido con Elena Burns. Sin duda la aprecia a ella y valora su labor y compromiso. Le ofreció finalmente ejercer su labor desde la oficina de la Presidencia, con la encomienda de elaborar un plan para proteger el agua, mejorar la planeación en su uso, remediar la sobreexplotación de acuíferos y garantizar la preferencia al consumo de agua doméstica. Pero ¿qué no son esas tareas de la Conagua? ¿Cómo podrá lograrse la colaboración de la institución si su director fue capaz de maquinar tan agresiva forma de proceder en su contra, incluyendo el hecho de avalar que se use un nombre clave (‘Hidra‘) para referirse a ella? En ese contexto la propuesta que hace el presidente a Elena Burns genera más preguntas que la claridad que brinda.
Pero Elena es de una sola pieza, su trayectoria es incuestionable y su compromiso con la primera encomienda del presidente – que es su propia lucha de décadas – es difícil de quebrantar. Además, a diferencia de lo que la narrativa sugiere, Elena no solo no es una persona rijosa o que tenía conflicto con su jefe como es común en las organizaciones. No, las acciones del director de la Conagua parecen ser precisamente por lo que Elena y su equipo hacían. ¿O por lo que impedían hacer?
La solidaridad con Elena Burns ha sido inmensa y esta semana tuvieron lugar protestas no solo frente a la Conagua en la Ciudad de México sino en diversas ciudades en todo el país, lo cual debe ser una señal importante, pues funcionarios van, funcionarios vienen, pero no es común estas muestras amplísimas de respaldo y por supuesto de desconcierto.
Este martes 8 la Coordinadora Nacional Agua para Todxs Agua para la Vida dirigió una carta al presidente Andrés Manuel López Obrador. La firman cientos de organizaciones de base, populares, agrarias, indígenas, académicos, investigadores – muchas personas que guardan esperanza en este gobierno. Sus peticiones son: que cese el clima represivo a defensores del agua (algo que es cotidiano), que el equipo de Elena Burns pueda seguir promoviendo la transformación de la Conagua congruente con la 4T, y que la LXV Legislatura apruebe una Ley General de Aguas que trate al agua como derecho humano y bien de la Nación y no como mercancía. Sería un profundo y muy costoso error ignorarles.
Profesor de ecología política en University College London. Estudia la producción de la (in)justicia ambiental en América Latina. Cofundador y director de Albora: Geografía de la Esperanza en México.
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