En el año 2013 Yovanna Torres fue encontrada muerta en su departamento. En menos de un día la Fiscalía de Aguascalientes determinó suicidio. Desde entonces la familia de Yovanna pelea en tribunales. Logró reabrir el caso y peritos independientes confirmaron que no se trató de un suicidio, sino un feminicidio. Ahora la familia espera castigo para el culpable del crimen y de la mala investigación
Texto: Mónica Cerbón
Foto: Especial
AGUASCALIENTES.- Sentada en un sillón antiguo, Yadhira Torres Briseño se prepara para hablar de la muerte de su hermana Yovanna. Hace siete años que murió. Para su familia y peritos independientes fue asesinada, para la justicia aguascalentense se trató de un suicidio.
Yadhira habla pausado. Está serena. En el cuarto contiguo hay una montaña de papeles, es el expediente legal del caso de Yovanna. Entre las victorias de la familia se cuentan dos amparos contra la Fiscalía de Aguascalientes para subsanar las irregularidades en la investigación del Ministerio Público -en 2015- y para reabrir el caso e investigarlo con perspectiva de género, en 2018.
Pese a todo, el sistema de justicia ha impedido cualquier cambio en el veredicto de suicidio que las autoridades ministeriales sostienen.
El 26 de mayo del 2013, el cuerpo de Yovanna fue encontrado en un diminuto departamento que compartía, de manera intermitente, con su entonces pareja: Carlos “N”. Él fue quien llamó a los servicios de emergencia. Junto con un amigo suyo recibieron al equipo forense. Habían pasado meses de peleas entre la pareja, un día antes habían discutido. Incluso, ella había compartido con su círculo cercano haber sido víctima de episodios de violencia.
De acuerdo con el dictamen forense de la Fiscalía de Aguascalientes, Yovanna falleció entre las tres y las cuatro horas de la madrugada del domingo 26 de mayo del 2013. Carlos “N” aseguró haber llegado al departamento a las mismas cuatro de la mañana, pero no fue hasta las 12:30 del día cuando llamó a los servicios de emergencia.
Su cuerpo estaba tendido sobre la estancia. Tenía el cabello mojado, estaba completamente vestida y había perdido un zapato. Se encontraron lesiones en las uñas de su mano izquierda y en el mentón. La versión de su ex pareja es que se suicidó utilizando el tubo de descarga de la regadera.
Afuera de la habitación donde está Yadhira las integrantes del Observatorio de Violencia Social y de Género (OVSG), equipo que asesora jurídicamente el caso desde hace seis años, discuten sobre el siguiente paso. Quizá otro amparo, alguna queja, buscar al Ministerio Público, un pronunciamiento. ¿Qué sigue? Una lluvia de voces traspasa la puerta.
“Ha sido desgastante, frustrante (esta lucha). Llega a desgastarte de tal manera que te das cuenta de todos los mecanismos de impunidad. Ves que no nada más es que no integran bien las carpetas, sino que no hacen bien las autopsias, no realizan la investigación y no integran las pruebas necesarias para investigar toda muerte violenta de mujer. No investigar hace que muchos feminicidios sean montados como suicidios”, sostiene Yadhira mientras afuera las compañeras defensoras siguen conversando sobre la estrategia.
A decir del principal sospechoso de la muerte de la joven, pasaron horas sin que éste se percatara de la ausencia de Yovanna. Llegó de madrugada y evitó entrar al único baño del departamento durante más de ocho horas. No lo hizo sino hasta el otro día, cuando llamó a los servicios de emergencia. En menos de 24 horas de recibido el reporte y basada por completo en el testimonio de Carlos, la Fiscalía de Aguascalientes determinó que se trató de un suicidio.
Aguascalientes ocupa el segundo lugar en la tasa más alta de suicidios a nivel nacional (INEGI, 2019), y el tercero en violencia de género (ENDIREH, 2016). El caso de la familia Torres Briseño es un hito legal por haber logrado que la Fiscalía reabriera la investigación en dos ocasiones.
“Siempre la culpa la tienen las mujeres. Si investigan desde esa perspectiva, razones van a tener un montón y todas nos van a acabar señalando (como mujeres), porque no ven más allá. Ella era una mujer que sufría violencia patrimonial, verbal y psicológica, pero él no la mató según las autoridades”, añade Yadhira, molesta.
Poco más de un año después de la resolución del Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar de la primera región, ocurrida el 18 de enero del 2018, para volver a investigar -y hacerlo con perspectiva de género- la muerte de Yovanna, la Fiscalía de Aguascalientes contrató a dos peritos independientes del Forensic Criminology Institute, Brent Turvey y Aurelio Coronado. A ambos se les encomendó indagar el caso, hacer observaciones y emitir una resolución.
Lo que la Fiscalía no pudo determinar en seis años, Turvey y Coronado lo resolvieron en cinco meses: Yovanna fue víctima de feminicidio teniendo como principal sospechoso a Carlos “N”, su ex pareja. Las tres conclusiones del informe -fechado el 5 de agosto de 2019- que entregaron a las autoridades ministeriales (localizado en el expediente jurídico al que la familia dio acceso) señalan que “no hay evidencia de comportamiento suicida, ni evidencia física que respalde esa hipótesis”.
Lo que sí hay son “indicadores criminológicos de estrangulamiento de ligaduras y luego se hizo un intento superficial de escenificar la escena del crimen para que parezca un suicidio”. La segunda conclusión señala que: “Se estableció la presencia de violencia de género con la reconstrucción criminal así como indicadores de escenificación por medio del análisis de la escena del crimen”. Y la tercera es que: “El caso de Yovanna Yaneth Torres Briseño, sucedió en un contexto de tolerancia por parte de las agencias encargadas de investigar; algunas evaluaciones forenses y prácticas muestran negligencia, incompetencia, tolerancia e invisibilización de violencia contra la mujer, lo que genera impunidad”.
Las escaleras que conducen al departamento donde vivió Yovanna son blancas y angostas. Un pequeño remolino sin luz. Arriba se escuchan voces. Hace calor y está oscuro. “No entren muchas personas”, instruye una voz masculina. En el ambiente hay tensión y también tristeza: es la recreación de su muerte.
Un hilo de luz ilumina el cuerpo de una mujer con la misma complexión de Yovanna. Está dentro de la regadera de un baño pequeño. Es la protagonista de una escena que quizá no sucedió. Es la misma regadera, en el mismo departamento que la víctima compartía con Carlos “N”. Los objetos, casi iguales a los que -presuntamente- utilizó. Se hace la prueba una, dos, varias veces.
En el informe forense firmado por Turvey y Coronado se consignan diversos errores e irregularidades cometidas por la Fiscalía de Aguascalientes durante la investigación de la muerte de Yovanna. Entre ellas, la pérdida de pruebas cruciales, falta de testimonios clave y errores en la autopsia. Además, señala el nulo análisis de contexto, y negligencia e incompetencia de los investigadores de la escena del crimen, de los médicos forenses, del equipo de psicología, de la Dirección de Investigación Pericial y de la Bodega de Indicios.
“Los ángulos combinados de la tubería de la ducha son tales, que el agente constrictor encontrado en este caso no podría haber soportado un cuerpo colgado de él durante más de un minuto”, concluyen, días después, en el informe forense entregado a la Fiscalía General de Aguascalientes.
La lucha por la justicia.-
Hace siete años que Yadhira se sumergió en una batalla legal y simbólica para esclarecer la muerte de su hermana. Ha hecho obras de teatro, ha bordado, ha gritado en las calles, ha echado pintura roja en la fuente que adorna la Plaza Principal de la capital de Aguascalientes. Ha llorado y se ha enfurecido.
Ahora es parte del Colectivo Buscando Personas, Verdad y Justicia, que trabaja en coordinación con el Observatorio de Violencia Social y de Género de Aguascalientes. No grita sola, grita con las otras veinte familias que pertenecen al Colectivo y para las que la justicia tampoco llega.
“Cada vez es más difícil. Algo que ha llegado durante todo este proceso es sentir la desesperanza. Nada de lo que hagamos va a cambiar todo esto”, dice.
“El sistema te hace caminar por un laberinto. Ellos mismos no recaban las pruebas necesarias, no hacen las cosas bien desde el principio. Tu exiges justicia, pero como no hay pruebas, no hay forma de comprobar nada. Es muy absurdo. ¿De qué tamaño es la indiferencia? Es bien tonto pensar que la violencia solo se ejerce con golpes, hay que analizar todos los factores”, relata Yadhira, abrazada por el antiguo sillón donde ha estado sentada los últimos 20 minutos.
Y si se soluciona el caso, ¿qué sentirías?, le pregunto. Después, un silencio largo. Al final, responde: “no sé”. El silencio sigue, parece más denso. Tampoco se escuchan las voces de afuera. Toma aire y dice: “a final de cuentas lo que hagan no va a resarcir ningún daño, no va a devolver nada ni va a cambiar nada. A veces me preguntó, no sé por qué sigo con esto. Porque invariablemente veo las cosas, veo que hay forma y luego veo que no. Aunque existiera una resolución positiva, no sé qué haría, es algo que no he pensado. No descansaría. La única resolución que aceptaría es que dejen de pasar estas cosas”, dice entre lágrimas la hermana mayor de Yovanna.
Se sumerge en su asiento como si algo pesara sobre ella. Tiene en sus manos parte del expediente de Yovanna. Tras el informe entregado por Brent Turvey y Aurelio Coronado a la Fiscalía de Aguascalientes, el Juez Sexto de lo Penal no aceptó el auto de formal prisión que propuso el Ministerio Público, argumentando falta de pruebas. La familia decidió regresar la investigación a la Fiscalía de Aguascalientes.
De pronto sonríe.
“Pienso en los años que han pasado. Te das cuenta que el sistema está configurado para que la impunidad prevalezca. Pero si ganamos el caso de Yovanna, tendríamos un precedente. ¿Cuántas suicidios de mujeres son en realidad una recreación de feminicidios?”.
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