Este 25 de agosto se cumplen 7 años de la desaparición de los hermanos Arturo y Axel Román, en San Fernando, Tamaulipas. Desde entonces su familia emprende una batalla para que la investigación del paradero avance.
Texto: Daniela Rea.
Fotos: Pie de Página
La noche del 25 de agosto del 2010 Arturo y Axel Román fueron desaparecidos en San Fernando, Tamaulipas. Ellos volvían de un viaje de trabajo de MacAllen, a la Ciudad de México.
La última noticia que su familia tuvo de ellos fue a las 7 de la noche de ese día, cuando llamaron por teléfono para avisarles que habían parado a cenar carnes asadas en el lugar de siempre, el restaurante Don Pedro, y que al terminar continuarían su camino a la ciudad de México, a donde calculaban llegar por la madrugada.
Pero los jóvenes no llegaron. Al día siguiente, don Arturo voló a Reynosa, alquiló un automóvil y agarró carretera a San Fernando para buscar a sus hijos. En San Fernando no encontró policía, pero la gente del pueblo le recomendó ir a las cuatro funerarias que daban sus servicios al municipio, porque éste no tenía servicio forense. Ninguno de los cuerpos que tenían ahí eran sus hijos.
En estos años de búsqueda e investigación don Arturo ha podido reconstruir lo que sucedió:
Después de terminar la llamada con sus hijos, dos vehículos llegaron al restaurante, bajaron hombres armados y subieron a sus dos hijos. A uno lo subieron en una camioneta negra, a otro lo subieron en la cajuela de un auto gris, desde donde escribió un mensaje a un amigo.
«Nos acaban de secuestrar en San Fernando no hagas nada si llega a pasar algo solo avísale a mis papas gracias los kiero a mi me metieron a la cajuela no me marques ni nada».
Los hombres armados se llevaron también la Grand Caravana donde viajaban los jóvenes Román y donde traían la mercancía que compraron para vender en México. En este viaje, además, cargaban ropa para el hijo que Arturo esperaba y que nacería cuatro meses después.
Durante trece años Arturo viajó desde la Ciudad de México hasta Texas para comprar mercancía como ropa, tenis y patinetas, que después vendería en los tianguis de la capital. Y hasta el momento que él hacía sus viajes, San Fernando aún no era San Fernando.
El 25 de agosto del 2010, el mismo día que Arturo y su hermano Axel fueron desaparecidos, el resto del país se enteró de la existencia de este pueblo perdido en la frontera, por la masacre de 72 migrantes, ocurrida dos días antes, el 23 de agosto.
En San Fernando, don Arturo intentó poner una denuncia por la desaparición de sus hijos, pero el MP responsable, Roberto Jaime Suárez había sido secuestrado por un comando armado apenas inició la investigación por la masacre de 72 migrantes. Días después su cuerpo aparecería sin vida en la carretera San Fernando–Méndez, junto al cadáver de Juan Carlos Suárez Sánchez, secretario de Seguridad Pública del municipio. Entonces don Arturo fue a Matamoros a poner la denuncia, pero las autoridades ministeriales de este lugar devolvieron el expediente a San Fernando, porque ahí sucedieron los hechos.
En abril del 2011, México se descubrieron decenas de fosas clandestinas con casi 200 cuerpos en su interior, en San Fernando. Don Arturo volvió a Tamaulipas para buscar a sus hijos entre los restos. Con astucia, consiguió que le enseñaran las fotografías de los cadáveres y durante horas, barajeó cientos de imágenes tratando de reconocer los tatuajes de Arturo o los lunares de Axel. Cada fotografía que miraba, suspiraba agradecido por no reconocer en ese al cuerpo de sus hijos.
Desde entonces a la fecha don Arturo Román ha peleado por acceder al expediente judicial de la desaparición de sus hijos.
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